XXXIV

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Era el día del juicio y me encontraba sentada en el asiento trasero del coche de mi madre, junto a Sofi. El camino era silencioso, lo único que se oía era la radio y el viento chocando contra las ventanillas del vehículo. Sofi jugaba con su peluche y yo solo miraba cómo algunos coches nos adelantaban.

Nos adelantaban.

Qué curiosa es la vida, el lento se queda atrás y el débil es pisoteado. Así me sentía yo, lenta y débil. Mi vida cada vez perdía más el sentido y la tristeza se apoderaba de mi cuerpo con cada mala noticia que recibía. Todo se volvía aún más oscuro y la salida se cerraba demasiado rápido.

Una vez que llegamos mi madre aparcó en la primera plaza que vio y todas salimos del auto. Nos dirigimos hacia la entrada del juzgado, donde se hallaban Alejandro y su abogado. El hombre le dedicó una sonrisa a mi hermana pero una mirada de odio a mí.

Se acercó y besó la frente de mi hermana, que estaba confusa con todo lo que ocurría. Ella me tomó la mano una vez que se separó de él, yo apreté la suya. Nuestros padres compartieron una fría mirada antes de que el silencio se rompiera:

- Ahora que estamos todos, entremos. -Dijo él con una voz seca-

Sin decir nada más nos dirigimos al interior del establecimiento y nos encontramos con varias personas dentro; juez, jurado, etc.

Tomamos nuestros respectivos asientos, Alejandro junto a su abogado y mi madre junto al suyo, el cual nos estaba esperando ya sentado en su silla. Minutos después, una vez que se calmó todo, el juez comenzó a introducir la sesión.

Repasadas las reglas y después de que explicase todo, comenzó la versión del demandante. El abogado de mi padre se puso en pie y comenzó a hablar:

- Señoría, mi cliente ha demandado a su ex-mujer por la custodia de la menor de sus hijas, quien creemos que estaría mejor en los cuidados de él.

- Eso es mentira. -Interrumpió mi madre-

- Señora Estrabao, por favor. Espere a su turno para hablar. -Advirtió el juez-

Mi madre cruzó sus brazos, enfadada. Mientras yo puse una mano en su hombro para tranquilizarla.

- Continuando con el tema... -Siguió el abogado- Esa niña no puede estar bajo el techo de una suicida. Si está lo suficientemente demente para herirse a sí misma, ¿por qué no lo estaría para herir a la niña?

Sentí como si me hubiesen atravesado el pecho con una lanza. Como si me estuviesen ahogando con una soga. Como si me hubiesen atado a un poste y me estuviesen apaleando. Como si me estuviesen obligando a cabar mi propia tumba.

Perolo peor de todo, me sentía culpable.

- Esa acusación es seria Sr. Packett. Tiene usted pruebas?

- Sí. Llamo al estrado a la hija de Alejandro Cabello y Sinuhe Estrabao.

Tras esas palabras me levanté, con las piernas temblando, y me dirigí hacia el jugar. Juré decir la verdad tal y como me ordenó el guardia y me senté. El trajeado se acercó hacia mí y yo le miré con odio.

- Señorita, ¿es cierto que usted se hace cortes en su cuerpo?

Asentí con tristeza.

- ¿Es verdad que ha llegado al punto de llegar a ser agresiva?

Abrí los ojos.

- ¿De dónde has sacado eso?

- Responda, por favor. -Insistió-

- Sí. -Afirmé-

Sentía cómo las lágrimas se formaban en mis ojos pero era capaz de controlarlo.

- ¿Es verdad que ha llegado incluso a gritar a su hermana menor?

- Sí, pero... Nunca la he golpeado. Todos los hermanos se gritan entre ellos, creo que es algo normal cuando tu hermano pequeño te molesta.

- Pero lo hizo. -Me señaló con el dedo.

Entonces derramó el vaso. Me levanté y puse mis manos sobre el estrado, para apoyarme.

- ¡Pero yo no la golpeé! ¿Qué te hace pensar que ella estará bien en sus manos cuando él me golpeó a mí? -Apunté hacia Alejandro con el dedo-

Se oían susurros entre el jurado sorprendido por mi acusación.

- ¡Tú me golpeaste primero!

- Porque me insultaste.

- ¡Me diste un puto puñetazo! -Gritó enfadado-

- Señor Cabello, modérese. -Regañó el juez-

- Y tú me pusiste contra la pared y me intentaste matar ahogada. -Apreté los puños y dejé que una lágrima cayese por mi mejilla-

- Eso es mentira. -Mintió él-

- No lo es.

- ¿Tienes pruebas?

- A mi madre de testigo.

El hombre al cual solía llamar papá miró hacia mi madre. Hizo un par de gestos bajo la mesa que no fui capaz de comprender. El rostro de mi madre palideció y entonces negó rotundamente que eso hubiese sucedido. Acto seguido me sacaron del estrado y volví hacia mi asiento.

- ¿Qué coño te pasa? -Susurré?

- Lo siento, yo...

El juicio continuó durante un par de horas más. Fue duro y varias lágrimas fueron derramadas. Pero todo acabó cuando el juez levantó la mano y se dispusó a decir el resultado de la reunión.

- Tras varios minutos pensando una decision con tan duras declaraciones, tenemos una respuesta. El señor Cabello tendrá la custodia completa de la niña a menos que la joven Camila Cabello se aleje de ella. Sofía no puede estar bajo el mismo techo de una persona que es agresiva consigo misma y con los demás.

Sentí cómo mi rostro palidecía. Mi madre, a mi lado comenzó a sollozar tras llevarse las manos a la cara. Yo apreté los puños dejando las lágrimas caer sin control.

- ¡Eres un hijo de puta! -Chillé-

Corrí hacia él y le di un puñetazo antes de que me agarrasen dos guardias. Yo me sacudí con fuerza, gritando, mientras él solo acariciaba su mejilla dolorida. Continué gritando y dando patadas al aire, pero cuando vi la mirada de terror de mi hermana pequeña, mi pecho cayó al suelo.

Vi como mi padre tomaba su mano y la aturdida niña se dirigía hacia la puerta. Me dio una última mirada antes de desaparecer por la puerta.

Me dejé caer de rodillas y los policías me soltaron. Yo simplemente abracé mi torso y comencé a llorar.

Lloré como jamás lo había hecho nunca, porque todo era mi culpa.

Mi vida estaba acabada.

Kiss my wrists {CAMREN FANFIC}(Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora