Capítulo 11

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Antes de que os vayáis de la historia, me gustaría que sepáis que... ¡Tengo historia nueva! Y creo que os gustará. Ya he subido el 1° capítulo y me está gustando bastante la trama. Se llama "Nubes de Humo", y me pongo en la visión de un chico. Pasaos, me haría mucha ilusión que la leáis y que os guste. Sin más dilación, prosigamos con la historia.











Esta no era una mañana cualquiera. Esta era una mañana diferente, rara. Tendría que ver a Pablo en el instituto, y también a Diego. Además, ¿qué voy a decirle a mi mejor amigo Pedro? Si él odia a Diego como yo lo hacía hace poco. Solamente espero que no pase nada entre nuestra amistad, porque la verdad, lo aprecio mucho. Pensándolo fríamente, debía decirle la verdad. Sí de verdad era mi amigo, debería entenderlo. Bueno, ya ni hablemos de Alba y de Rocío, que seguro que estarán diciéndome ¡Te lo dije! Durante todo el año.
Mientras iba en el coche sonaba la canción de Boom Clap. Gracias a esta canción, me levanté de mi asiento y me afronté al día con más fuerza de la que traía de casa. Hoy no tenía ganas de encontrarme con nadie así que directamente entré a mi aula de Inglés. Saqué todo mi material y mientras se pasaba el cambio de clase me dediqué a leer el libro que me había traído. No pude leer mucho ya que mi risueño mejor amigo se sentó a mi lado y comenzó a hablarme.

— ¿Qué haces hoy?

— ¿Nada?

— Venga, te invito a una de esas tardes que pasábamos en el parque de en frente de mi casa. Esas tardes de mejores amigos escuchando música y gastando bromas telefónicas a Alba y Rocío.

— Hmmm... Suena tentador.

— ¡Vamos, si estás deseando!

— Vaaaaaaaaale. — dije alargando la a lo máximo posible.

Vi que hizo un gesto de victoria y no pude seguir hablando con él porque entró la profesora. A los pocos minutos vi que entró Diego y dirigió su mirada hacia mí descaradamente y me sonrió. Por lo visto, Pedro se había percatado de esto.

— ¿Y este de qué va? Si te pagasen por las veces que le das calabazas, tendrías tres mansiones en Londres.

— Bueno sí, respecto a eso tengo que decirte algo...

— ¿Qué? Suéltalo.

— Estuve hablando con él y me contó su historia. Cuando me contó todo lo que pensaba y lo que le había pasado, decidí darle una oportunidad.

— ¿Que tú qué? —gritó en un susurro.— dime que es una broma o algo.

— No lo es, no bromearía con algo así.

— Entonces tú... Estás saliendo con él, ¿no?

— Sí. Espero que no te moleste, simplemente creo que después de dos años detrás mía, se merece una oportunidad, ¿no crees?

— Si claro, se la merecería si no fuese Diego, el gran y famoso mujeriego. Luego me tocará a mí recoger los pedazitos cuando te rompas.

— No creas, puedo llamar a la señora de la limpieza. — concreté sacándole la lengua.

No pude oír una contestación por su parte debido a que la profesora empezó con su correspondiente clase.
Cuando tocó el timbre vi a Diego acercarse hacia mí y a causa de esto, Pedro se fue sin decirme nada. Yo me quedé mirándolo preocupada, no quería que se enfadase conmigo.

— Hola pelo raro.

— Otra vez. —rodé los ojos.

— Me encanta ver cómo te cabreas con eso. —contestó sacándome la lengua y arrugando levemente su nariz.

— Gracias, ¿eh?

— De nada cari.

Le pegué un leve empujón en el hombro. No permitiré que me llame así. No dejo ni a mi madre que me llame así, menos a él.

— Vuelve a llamarme así otra vez y te verás en problemas muchacho.

— ¿Qué me harás? ¿Me pegarás? Uf, qué miedo. — me vaciló temblando y fingiendo parecer asustado.

— Surprise my friend.

Salí por la puerta después de darle un corto beso a Diego y busqué a las chicas.
En lugar de encontrarme con mis amigas, me encontré con Pablo. Más bien me choqué.

— ¡Pablo, mira por dónde vas!

— ¡Sonia! Te estaba buscando.

— ¿A mí? ¿Por qué?

— Rocío se ha hecho daño. Se ha caído intentando salir del cuarto de baño. Un grupo de chicos escucharon un fuerte golpe y se percataron de que algo iba mal por lo que avisaron a la conserje más cercana. Cuando abrieron encontraron a Rocío en el suelo con una brecha bastante importante y con bastante sangre. Además estaba la ventana rota y en el suelo había cristales rotos y esparcidos. Los chicos deducen que alguien le ha encerrado pero, no le ven el sentido.

— ¿Qué? ¿Dónde está? —dije demasiado preocupada.

— Está en el cuarto de baño todavía. Han llamado a la ambulancia pero tienen que esperar un poco.

— Dios...
Corrí hacia el cuarto de baño lo más rápido que mis piernas desentrenadas podían. Cuando llegué mi rostro palideció y algunas lágrimas amenazaron con aparecer. A parte de que no soportaba la sangre, aquella era mi mejor amiga, la hermana que nunca tuve. Verla en ese estado era demasiado lamentable y no sabía qué hacer para tranquilizarla. Me acerqué lentamente a ella y me arrodillé.

— Tranquila pequeña, estoy aquí y tú estarás bien.

— Sonia, ten cuidado con Michelle, es peligrosa. — dijo temblando y perdiendo el conocimiento.

La Vida En El Instituto ComaresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora