Coloqué la toalla en mi cuello, moviéndola de izquierda a derecha para secar el sudor de mi nuca, y suspirando desde lo más profundo de mi pecho, me dejé caer en mi silla asignada. Todas las personas que pasaban por mi campo de visión, me felicitaban con falsa intención y con una arrogancia inmensa. Solo porque había ganado el juego. Admito que me divertí un poco, pero eso no me duró mucho y solo espero que el próximo partido sea mejor. Un pensamiento me atravesó.
Tetsuya.
¿Qué estará haciendo? ¿Estará en un partido? ¿Comiendo? ¿Leyendo un libro? ¿Pensando en mí? ésto último lo deseaba más que a mis queridas revistas que ustedes ya conocen. Yo pienso en él. Cada segundo. Cada minuto. Cada hora. Mi corazón lo quiere conmigo, ahora, solo para mí, y se acelera con tan solo ver su rostro en aquella foto escondida en mi libro favorito; cada latido retumbaba contra mi pecho, haciendo que un dolor minúsculo apareciera; un hermoso dolor.
Mordiendo mi labio y cerrando los ojos un momento, me imaginé a Tetsu justo delante de mí. Su cabello y ojos azulados, su palidez, su carencia de expresiones; expresiones que solo hacía conmigo, cuando estábamos juntos, solos, acurrucados en mi cama. Y de solo pensar en eso, otro recuerdo me llegó, uno que quizás, les interese mucho.
Nuestra primera vez.
Mi cabeza daba vueltas. Estaba embriagado con el vainillado y delicioso aroma que desprendía su cuerpo, más de sus cabellos azulados, que eran acariciados por mi mano delicadamente. Él solo respiraba, no pausadamente, más bien, con tranquilidad, y un sentimiento de paz me invadió. Lentamente sus cielos me miraron, brillando de una manera especial, enamorándome cada vez más. Acercándose a mi rostro, una diminuta sonrisa apareció en ambos, antes de que sus labios se fusionaran con los míos, creando esa única unión que demostraba el amor que teníamos el uno del otro. Su aliento y el mío se mezclaron y sus palabras me sorprendieron.
"Hazme el amor Daiki..." mi nombre en su boca causó un escalofrío en mi cuerpo, y su petición instaló un zoológico en lo que era mi estómago. Yo estaba listo pero...¿él verdaderamente lo estaba? ¿o solo lo hacía por mí? "No digas eso Daiki-kun, de verdad quiero esto, de verdad estoy listo...." yo y mi mala costumbre de pensar en voz alta. Lo odio, pero eso no impidió la tonta sonrisa que adornaba mi rostro. Él de verdad estaba listo, lo podía ver en sus ojos.
No sé como llegamos a esto, pero ya nos encontrábamos ambos desnudos, admirando con amor el cuerpo del otro. Él era realmente hermoso, y la forma en que se tapaba su cosita, como él le decía, para que yo no la viera ya que estaba avergonzado, me ponía, aunque suene muy rudo. Su cuerpo emanaba ternura. Una increíble ternura, que literalmente te hacía querer dar pequeños brincos por la habitación haciendo cara de neko. Sonrío, notando el rubor en sus pálidas mejillas, y fui dejando varios besos por su rostro, haciéndole reír, cosa que también tenía efecto en mí.
"No escondas eso de mí." miró hacia otro lado, más avergonzado. "Eres hermoso, tan hermoso que tú hermosura es suficiente combustible para ir de aquí a la luna millones de veces y volar las galaxias." rápidamente tapó su rostro con mi almohada.
"A veces eres tan cursi..." sonreí más.
"Solo contigo, mi amor."
"Oh, cállate."
"Cállame." la almohada que tapaba su rostro desapareció y cayó por algún lado de la habitación, mientras siento cómo me besaba, algo que sinceramente no me esperaba. Sin costarme mucho, seguí su beso deleitándome con su sabor. Empujándome más cerca, pasó sus heladas manos por mi torso y luego por mi espalda, haciéndome estremecer. Mordí su labio y acomodando su cuerpo mejor en la cama, llevé mi mano a su pene, el cual había dejado descubierto mientras me besaba. Sus ojos se abrieron a más no poder, pero pronto los cerró, por el placer que le invadía las venas. Sus labios fueron presos de sus propios dientes y sus uñas clavadas en mi piel. En un minuto ya estaba completamente duro, excitándome a mí, y haciendo que mi otra mano libre recorriera su cuerpo hasta dar con las suaves mejillas de su trasero. Las apreté y jugué con ellas a mi antojo. Él soltaba gemidos roncos, gemidos que nunca serán escuchados por nadie más que por mí. Sabía que estaba a punto de llegar a su orgasmo por cómo su cuerpo se arqueó contra el mío, así que paré de masturbarle, ganándome un quejido por parte de él.
"¿P-Por qué paras, Daiki-k-kun?"
"Quiero que llegues conmigo, Tetsu..." Yo no tenía lubricante, no me miren, no tengo idea del porqué. Así que todo fue a la antigua. Mis dedos fueron impregnados por su saliva y lentamente deslicé uno de ellos, adentrándose en aquella cálida oscuridad. Su cuerpo se estremeció y ahogó sus gemidos mordiéndose otra vez el labio. Se veía en su cara que le estaba doliendo. Yo no quería hacerle daño, así que paré, pero mi segunda sorpresa en esa noche fue ver cómo se movía a sí mismo contra mis ahora, dos dedos. El olor a excitación y a sexo llenó mi habitación, y cuando consideré que estaba listo, dejé de dedearle. Un gemido bajó de sus labios, y cuando coloqué suavemente la punta de mi pene en su entrada, me vió a los ojos.
"Te amo, Kuroko Tetsuya... eres mío y de nadie más. " susurré, penetrándolo lentamente. Era la primera vez en 3 años que se lo decía, y se sentía realmente bien. Esa noche fue la mejor de mi vida, y puedo asegurar que también la suya. Varias horas más tarde, nos encontrábamos en el balcón de mi habitación; las sábanas y almohadas nos rodean, creando una especie de barrera. Su cabeza descansaba en mi pecho y juntos, nos dormimos viendo las estrellas..."
Sobresaltado, desperté en el suelo de mi habitación, sudoroso y con mi respiración irregular.
Otra vez ese sueño.
Pasé la mano por mis azulados cabellos, despeinándolos aún más, mientras suspiraba y veía a mí alrededor. Desde el suelo, el resto de mi habitación se veía grande, gigantesco, al igual que mis problemas. Esta era la tercera vez que soñaba lo mismo, y ya me tenía arto. No quería soñar más con él, y menos que el sueño se tratase de eso. Mis sentimientos no habían cambiado, lo seguía amando con mi alma, le seguía extrañando, a él y a sus caricias, y, aunque sé que tal vez el terminar con él de esa manera estuvo demasiado mal, el ver la decepción en la cara de mi mejor amigo, diciendo que dejaría el baloncesto, nubló todos mis pensamientos en ese momento. Ahora ya no he hablado con él.
Hoy era mi primer partido, junto a mi nuevo equipo e Instituto: Seirin. Ya me había encontrado con Kise, pidiéndome que me uniera a su equipo, cosa que rechacé. ¿Por qué? Quería ganar ésto yo solo, y no en ese sentido, si no que quería ganarles con mi propio estilo, el que pronto iba a encontrar. Además, mis compañeros eran realmente geniales, al menos eso muestran en las prácticas, también está la entrenadora que sinceramente me parecía algo raro que una mujer dirigiera a un equipo de baloncesto, pero su increíble habilidad fue demostrada a principios de clase. Y por último estaba Kagami Taiga. Mi nueva luz. Tan egoísta y arrogante como la anterior, y quizás por eso lo elegí a él.
A Aomine solo lo había visto en televisión, anunciando su gran éxito en el partido de ayer. Él no se estaba divirtiendo del todo, se veía en sus ojos. Entonces ¿por qué hacía todo esto? ¿era por lo último que le dije a los chicos? ¿O...lo hacía por mí? una parte de mí quería que fuera por eso último.
¿Quién hubiera pensado que estuviera haciendo esto para recuperarme?
Aunque,
Yo nunca dejé de ser suyo....
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Nunca olvides... [Aokuro]
RandomSiempre mío. [Estos personajes no me pertenecen. Relación homosexual, boyxboy, yaoi. Historia corta] Portada: Yo. xxAlwayssmileniallxx