⏩3

1.8K 145 20
                                    

Todavía estaba en la banca, ansioso por jugar, viendo cómo el balón se iba de las manos de nuestro capitán y el equipo contrario anotaba por séptima vez, consecutivamente. Les dije varias veces que me dejaran entrar, pero ellos solo me ignoraban, como todo el mundo. Yo solo era un chico débil, sin músculos y torpe, eso veían ellos. Yo sabía de mi habilidad, ellos no, y temo que por su terquedad perderemos el juego. Un tiempo fue pedido por nuestra entrenadora Riko-san, y con los rostros llenos de sudor, cuerpos exhaustos y semblantes decepcionados, se acercaron hacia nosotros.

"Chicos, entiendo que estén cansados, y que ya estén pensando darse por vencidos, pero ¡no lo permitiré!" todos allí abrieron los ojos sorprendidos por lo que dijo nuestra entrenadora. "¡No vine aquí para perder! ¡confío en ustedes! ¡así que entren allí y muéstrenle cómo somos en Seirin!" los gritos llegaron y sus rostros se iluminaron, incluyendo el mío. Ellos no se darían por vencidos. "Es nuestro primer juego, no dejemos que esto nos afecte. ¡Kuroko! entras ahora, es el último tiempo y eres nuestra única esperanza." yo no podía estar más feliz. Rápidamente me levante, quitando mí abrigo del equipo y acomodándome una de mis muñequeras. Kagami, quien secaba su sudor, gruño. Todos nos preparamos para salir.

"Estarás en los pases, por tu estatura es posible que puedas hacerlo bien, así que ¡no lo arruines, baka! ¡pásamelas todas a mí!" rodé los ojos internamente por su notable egoísmo, algo que me recordó a ustedes saben quien. Pero luego de un segundo, asentí firmemente. Sabía que no me la iban a pasar de una, ellos no confiaban en mí, pero pronto se darían cuenta. Acomodándome mí muñequera especial, justo frente a él, le mire a los ojos.

"Bien." el solo negó con la cabeza, moviendo sus hombros y su cuello, haciéndolos crujir. Con el sonido del silbato, entramos a la cancha y corrimos a nuestras posiciones. Todo fue muy bien en los primeros segundos, pero luego se complicó cuando nuestros contrincantes decidieron poner su atención en Kagami. Ellos sabían que él era bueno, muy bueno en realidad, y dos de ellos lo taparon. Los demás estaban también acorralados, todos menos yo, y el lo sabia. Su mirada se encontró con la mía y vi duda en sus ojos. Negando con la cabeza, pasó el balón, en dirección contraria a la mía, hacia nuestro capitán Hyuga-san, quien hizo todo el esfuerzo del mundo en atraparla, cosa que fue imposible. Todos en nuestra banca gruñeron, sabiendo la mala decisión que el pelirrojo había tomado. Yo copie su gesto y negué con la cabeza. Terco. Terco como Daiki. Respirando profundo e ignorando como el otro equipo anotaba, analice toda la situación. El equipo contrario era bueno en lanzamientos, más no en pases; su defensa se basaba en oprimir al que tuviera el balón, para así confundir su mente, y, usando el cansancio a su favor, literalmente lo obligaban a pasarla. Pero tenían una debilidad: no trabajaban en equipo.

Algo muy semejante a un equipo de baloncesto es una familia. Si, quizás no todas sean así, pero hablo de la típica familia en la que te apoyan hasta el final, no importando si lo que estás haciendo está bien para los ojos del mundo o no. Un equipo se basaba en eso, estar unidos no importa que. Nuestro equipo si tenía esa virtud, no tan marcada, pero la tenía. Y ahí sonreí. La historia se estaba repitiendo. No me di cuenta cuando fue que nuestro equipo tomó de vuelta el balón, pero sí fui testigo de la frustración y de la cólera en el rostro de Kagami, siendo acorralado otra vez y sabiendo que se estaba quedando sin opciones. Todo se repite, y el balón fue hacia Izuki, pasando de mi, y yo sabía que iba a hacer eso. Sus rostros se retorcieron en sorpresa cuando el chico del otro equipo se preparaba para atrapar el balón e irse y anotar, pero no atrapo nada. En cambio, el balón fue a caer a manos del propio Kagami, quien había sido dejado de lado por los chicos del equipo contrario cuando creyeron que el balón era suyo, una vez más. Sus ojos me buscaron, yo aun en posición de ataque, y sus ojos brillaron, mientras todos entraban en una especie de shock. El fue el que salió primero del trance y sin mirar atrás corrió hacia el aro, tomando a todos desprevenidos y anotando. El marcador estaba con 9 puntos de diferencia. Todos celebraron, y la entrenadora casi corre hacia nosotros. Sus preguntas no tardaron en llegar y yo seguía con mi rostro inexpresivo.

"Solo pasenmela, yo les acomodare las jugadas." sus ojos confundidos me observaron. "No importa que, solo manténganse atentos, suelo ser muy rudo en estos casos." La entrenadora sonrió escuchando todo y los demás asintieron, incluyendo, para mí pequeña sorpresa, a Kagami. El silbato volvió a sonar, y nos miramos los unos a los otros.

*

Mitobe me observo, solo, mientras él estaba acorralado, y, sin dudarlo lo mando en mí dirección. Vi fijamente el balón, y supe donde ponerlo. Mis manos se movieron solas, rozando apenas el balón, que cayó casi en el rostro de Kagami, el que anotó segundos después. El tiempo transcurre, yo seguía haciendo mis pases, ellos anotando. El típico chirrido del final del partido, violó nuestros oídos, y los gritos de la entrenadora y la audiencia no se hicieron esperar. Todos sonreímos y nos abrazamos espontáneamente. Kagami se acercó a mí.

"¿Por qué no me contaste de esta oculta habilidad tuya, eh Kuroko?" su ceño se frunció. Yo seguía inexpresivo.

"¿A caso me lo preguntaste, eh Kagami?" su rostro se puso rojo por mí repentino atrevimiento.

"Yo soy tu luz ¿no? tú mismo lo dijiste. Tenía que saberlo." yo estuve a punto de sonreír. Aomine ¿donde estás?

"¿Mí luz? que yo recuerde te burlaste de mí." otra vez rojo.

"¡Ya basta! ¡soy tu luz, eres mi sombra! por lo tanto, ¡no me ocultes cosas, baka!" asentí.

"Bien."

*

Me vi en el espejo, mis ojos azules y mi cabello brillaban por la luz artificial del baño de los vestidores. Ya habíamos ganado cuatro juegos en total, y nos quedaban seis. Mis pases comenzaban a tener más precisión y junto a Kagami los he perfeccionado un poco. Me eche agua en la cara sintiendo la frescura y mis poros contraerse. Kagami entró segundos después, con una sonrisa satisfactoria en la cara.

"Muy bien, Kuroko." secó sus manos, luego de haberlas lavado a la perfección y se posiciono frente a mí, mirándome a los ojos. "Nuestro próximo partido es contra Kaijo. Ahí está tu amigo ese, ¿Kide...?" rodé los ojos.

"Es Kise y si, lo se y no me importa. Ganaremos." sonrió.

"Por su puesto que si." chocamos puños.

****

Sonreí al ver la televisión. Mi corazón dio un gran salto en mí pecho, en el próximo lo vería. Tome un álbum de fotos, en lugar de mis famosas revistas y subí hacia la azotea. Comencé a ver aquellas fotos que había robado de Momoi-san, y sonrisas se me escapaban. Seirin había ganado el juego. Mi plan comenzaba a ganar forma y puntos.

Pronto le vería.

Nunca olvides... [Aokuro] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora