Capítulo 1: Un cambio nada más

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El bullicio terminó tras la orden de silencio. La directora se aclaró la garganta y continuó.
- Ahora es el turno de los alumnos de Cuarto A.
Dio un discurso de moral innecesario y prosiguió.
- Hutersann Thomas.
Ni siquiera presté atención a su reacción aunque estaba a mi lado. Miraba el piso de mármol, tenia capas de colores tras una especie de barnizado o eso parecía era extraño como una galaxia detrás de un vidrio.
- Hibson Frannsis. La rasposa voz de la directora me sacó de mis estúpidos pensamientos. Me levanté de mi silla dirigiéndome al pasillo que se formaba en medio de todos los alumnos perfectamente sentados.
Tardé un poco en llegar hasta el escenario, me tomé mi tiempo tardando intencionalmente, la profesora de gramática me esperaba con el diploma en su mano. Subí las escaleras con los murmullos empezando a sonar detrás mío. Recibí el papel enrollado y ni siquiera intenté sonreír para la fotografía. La directora pidió silencio una vez más mientras yo bajaba del escenario. En lugar de dirigirme a mi lugar me fui directamente a la puerta de salida, los porteros no se atrevieron a decir nada, quedarse en esa aburrida ceremonia no era necesario los alumnos se quedaban solo por formalidad, hasta que no atravesé el umbral el murmullo con eco no sesaba y ohia la voz de la directora pidiendo silencio, Sonreí irónicamente murmurando la palabra "idiotas", y salí de ese lugar.

Lo único que quería en ese momento era irme a casa. La tarde invitaba a no querer verle la cara a nadie.
Los rayos del sol iluminaban la gran ciudad de hierro y pintaba de dorado absolutamente todo.
Mi cabeza me ardía, scott me saludó con una pequeña reverencia.
- Señorita. Dijo mientras tomaba mi mochila y me abría la puerta del auto.
- Hola scott. Dije casi en susurros mientras subía al auto negro casi fúnebre. Me acomodé mientras mi chofer cerraba suavemente la puerta con sus delicados guantes blancos.
La noche anterior había dejado secuelas en mi cerebro que me dolía como nunca.
- Maldita sea. Dije tras una odiosa puntada que hizo llevarme la mano a la sien.
- ¿Se encuentra bien Señorita? Preguntó la persona más amable de mi mundo.
- Si Scott sigue conduciendo. Dije reincorporandome en el asiento.
La jornada escolar por fin había terminado, tenía el diploma de fin de curso en la mochila. No quería pensar en lo que vendría en vacaciones, llevé mis rodillas a mi boca mientras abrazaba mis piernas arriba del asiento. Miré con algunos mechones de cabello en mi frente la ventanilla, con la velocidad del vehículo se dibujaban rayas horizontales que subían y disminuían de tamaño según los edificios.
No tengo ganas de nada. Fue lo que pensé, y era verdad, lo único que deseaba es que en casa no halla nadie, lo que seguramente era así, y depositar mi cuerpo en mi cama sin tener que darle explicaciones a nadie.

- Llegamos señorita Frannsis. Dijo Scott mientras bajaba del auto para abrirme la puerta. Levanté mi cabeza que venía apoyando en el asiento mirando el techo y otra vez tuve una puntada.
-Demonios. Susurré mientras Scott abrió la puerta. - Estoy bien. Le dije antes de que me dijera algo, él frunció su bigote y me miró con una pequeña sonrisa de... "Jamas aprendes", una vez me lo dijo así que supongo que eso significaba su cara. Bajé del auto mientras me entregaba mi mochila y subía para guardarlo. Ya me iba cuando escuche su voz detrás de mi.
- Que tenga unas felices vacaciones señorita.
Por un momento lo mire sin entender mucho hasta que me di cuenta.
- ¿No estarás con nosotros estas vacaciones? Pregunté.
- No durante el verano, pero volveré los primeros días de febrero para estar a disposición de los señoritos. Dijo mientras bajó la cabeza en señal de saludo y se marchó con el auto.
El gran portón se abrió ante mi como si fuese a entrar un vehículo gigante pero en lugar de eso el sistema registró mi figura y me dio paso para entrar a mi casa.
El jardín delantero se veía precioso mas allá de que la casa tapaba todo con su sombra, deberían haber mas de cien tipos de plantas en él, era como un paraíso verde en medio de tanta estructura brillante. El silencio lo consumía todo tanto adentro como afuera. Entré a casa mientras el sistema me daba la bienvenida con su voz metálica.
- Bienvenida señorita Frannsis.
El hall de entrada estaba vacío, la luz dorada se había metido en todos lados y me encantaba.
Crucé la sala llena de cuadros y ventanas hasta llegar a las escaleras, no había ruido y no era raro a esta altura del año la mitad del personal se iba de vacaciones y era mejor para mi. Había mas gente desconocida en casa que la propia familia. Antes de ser vista subí las escaleras y me dirigí a mi cuarto.

FRANNSISDonde viven las historias. Descúbrelo ahora