Capítulo 3 El palacio de seis plantas

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La lista de reproducción se terminó en mi celular me despertó el silencio. Me estiré en el asiento y miré por la ventana, seguía lloviendo pero solo pequeñas gotas, afuera seguía el campo verde húmedo, observé mi alrededor para saber de que me perdí en mi siesta de una hora. Mi hermana Amber estaba adelante junto a mi papá hablando con él. Michael estaba a mi derecha con su celular y unos auriculares un tanto pomposos, estoy segura que debía estar en otro mundo.
Cruzamos un bosque lleno de pinos azulados, la velocidad hacia que se viera ese juego de líneas horizontales de tonos violáceos y de distintos verdes y azules. Pronto empezará el otoño pensé, mi estación favorita todo lo pinta de colores marrones y rojizos, mi paleta de colores favorita, odio el verano y me encanta el invierno, nunca entenderé porqué, supongo que es porque en esas estaciones se aprecia mucho más el calor... Cuando hace frío. Lo valoras más en cambio en verano desprecias el calor por las altas temperaturas, desprecias esa energía tan hermosa como lo es el calor solo porque el exceso molesta.

- ¿Cuánto falta papá? Dijo Michael repentinamente.
- No mucho, según el mapa del auto sólo quedan unos dos kilómetros.
- ¿Qué? ¿Es enserio? Replicó mi muy educado hermano.
Mi papá solo lo miró indiferente por el retrovisor y volvió la vista al camino.
- Se supone que nos vamos lejos Michael... - Dije volteando mi vista al paisaje que mi amplia ventana me mostraba.
- Lo sé pero no sabía que era tan lejos.
- ¿Qué pasa? ¿Acaso tienes miedo de convertirte en un estudiante periférico? Dije irónicamente.
- ¿ Y tú no? Ja, no me molesta vivir en las afueras yo seguiré yendo a mi academia deberías preocuparte por ti.
- Crees que me apena el viaje a la academia Prins, pues no. No me interesa.
- De hecho...-Interrumpió mi padre.- Este año probablemente no asistas a la Academia Prins Frannsis. No supe si lo que me acaba de decir era una broma o el viaje lo había vuelto un loco desquiciado.
- ¿Cómo? Dije en seco.
- Lo discutiremos cuando lleguemos.
- Pero... Cuándo decidiste esto... Porqué...
- Frannsis. Dijo mirándome serio por el espejo.
En realidad no ir no me afectaba en lo más mínimo me molestó su actitud de no decírmelo y de hacerme callar.
- Papá cómo no vas a decirme nada al respecto. -Le dije indignada. Mi padre largó un suspiro rodando sus ojos.
- ¿Que no era que no te molestaba ir a una escuela de la periferia? Dijo Michael con una media sonrisa.
- Nunca dije eso. Le respondí junto con una mirada fulminante.
- Pero lo diste a entender.
- Claro que no. Yo dije que no me importaría el viaje.
- Por favor no finjas que no te importa.
- No me importa solo que a ti sí niño malcriado.
- ¿A quién le dices niño? Tengo catorce años. Dijo indignado.
- Aaaay.... Te ves tan patético diciéndolo.
- Porqué no te callas.
- Callate tú, le harías un favor al universo. Dije poniéndome a su altura.
- ¡Bruja! Dijo molesto.
- Guardate tus comentarios para tus compañeros de escuela adolescente recién iniciado.
- ¡Ya Callense! Dijo mi padre.
- ¡Ella empezó!
- Ya cállate no te soporto. Dije inclinandome hacia mi ventana.
- No quiero. Dijo como un niño malcriado.
- Ya podrían... - El bramido del motor se sintió haciendo un sonido casi desesperante interrumpiendo a mi padre, sentí el cinturón de seguridad en el abdomen. Habíamos frenado muy bruscamente, por un momento me Asusté. Levanté la vista hacia adelante para lo que la amplia vista me podría explicar.
- ¿Qué pasó papá? Preguntó mi hermano sorprendido.
- Woooow - Dijo Amber que tenía sus brazos extendidos sosteniéndose de los costados por semejante frenada.
Miré hacia adelante. Lo que pude ver no podía creerlo.
A unos dos o tres metros del auto había... No se bien como denominarlo... Un Lobo.
Pero no era un lobo común, era mucho más grande en tamaño, casi el triple de uno normal, blanco con el lomo gris casi azulado. Estaba sentado, totalmente estático y tranquilo. No pude escuchar lo que mi padre y mis hermanos estaban diciendo en medio de tanta confusión solo miraba aquél animal, era tan imponente y sereno, estaba ahí sentado como... evaluandonos, lo mas escalofriante era que me miraba a mi, encontró mis ojos a través del cristal. Tenía exactamente mis mismos ojos, grises, tan grises que se hacían transparentes, eso siempre me dijo Percy. Me miraba fijo. No parpadeaba, totalmente serio, en ese momento me sentí invadida, sentí como si alguien hubiera desnudado mi alma, me hubiera descubierto. Nunca había sentido algo así, fue desesperante. Mis celular empezó a sonar en mi falda y no podía atinar siquiera a tomarlo. El animal se quedó así un par de minutos más, mirándome fijo, luego se paró sobre sus patas y de un solo salto se metió al espeso bosque que rodeaba la ruta. Me quedé helada. Mi teléfono seguía vibrando y mis hermanos hablando, tantie mi falda para tomar el odioso celular mientras sentía la preocupación en el aire. Mi padre aceleró para seguir el camino.
- ¿Quién es? Dije tras atender.
Nadie contestó, número privado.
- Que extraño. Dije casi en susurros.
- Por supuesto que es extraño, papá te dije que esto era peligroso. Dijo Michael algo exasperado.
No me dio tiempo a explicarle que no hablaba con él siguió hablando.
- Falta poco. Dijo papá marcando un número en el auto.
- ¿A quién llamas papi? Preguntó Amber.
- A Maximus.
Miré mi celular para entender que ocurría pero no logre obtener la localización de quien me llamaba.
- Si Peter. Sonó la voz de Maximus en el teléfono del auto.
- Max ¿Ya te encargaste de todo?
- Claro que si, estoy llegando al aeropuerto.
- Nosotros ya estamos por llegar.
- Si eso supuse te avisaré cuando llegue ¿De acuerdo?
- Ok. Dijo papá cortando la llamada.
Traté de erguirme en el asiento, estaba inquieta, rara, no sé como explicarlo, tenía mil sentimientos que no quería demostrar.
Respiré hondo y profundo. Seguimos el camino, mi hermana hablaba con mi papá, era extraño, nunca pasábamos tanto tiempo juntos, por un lado estaba feliz de que eso sucediera, pero por otro lado no paraba de sentirme extraña.
Tras el sendero de pinos interminable olvidamos la situación, bueno solo mi padre y mis hermanos, yo seguía mirando mi teléfono intentando verificar el número de llamada o si ese número me había llamado antes pero no había registro de ello.
Suspire apagando aquel aparato infernal.
- ¿Cuánto falta? Dije casi como un afirmación mientras me recostaba para tranquilizarme un poco.
- De hecho... Dijo mi padre guardando silencio. Aparté la mirada de la ventana para verle.- Ya llegamos. Dijo terminando su frase.
Admito que como una niña me asomé por la ventana para ver que veía. Solo un muro de pinos muy altos y delgados no como los del bosque que eran gordos y de altura media, esto era más bien como una gran muralla verde. Papá bajó del auto diciendo que nos quedemos en él. No podía visualizar mucho más allá de los arboles, mis hermanos se movían inquietos para ver algo pero no veíamos nada. Papá volvió.
- Si, es aquí. Dijo avanzando.
- Es... -Dije deteniendome tras ver un portón de rejas en medio de la muralla de pinos.- Aquí...
- Así es. Dijo papá.
Sentí algo raro en ese momento, es decir un sentimiento para agregar a la lista de sentimientos que venia sintiendo durante todo el enfermizo recorrido. En este lugar... Más allá de esas rejas oxidadas estaba mi nuevo hogar, mi nuevo lugar, papá avanzaba con el auto mientras yo me preguntaba que había detrás de todo esto. Hice una mueca por lo irónico que sonó eso. Las rejas estaban abiertas para nosotros, adentro el auto sucumbía al relieve del camino de piedra rodeado de arboles con flores rosadas, casi formaban un túnel, pétalos por todo el camino daban una sensación única. Mi celular volvió a sonar, un mensaje de Percy.
- Me imagino que debes estar en tu nueva casa, estoy en el aeropuerto, el vuelo de Penelope se retrasó.
Me pregunte si habría sido él quien me llamó, pero no tendría sentido alguno.
- Wooooooooow. Dijo Amber sacandome de mi mundo lleno de demasiadas preguntas.
Al final del camino curvo había una casa, mi nueva casa, papá desaceleró y paró el vehículo.
- ¿Deberíamos usar barbijos? Preguntó mi hermano pero no lo escuchamos o eso intentamos. No aguantaba más estar sentada, me desabroche el cinturón de seguridad y bajé del auto, mis hermanos bajaron más rápido casi emocionados. Cerré la puerta estirandome, miré el camino que dejamos atrás, por la curva de ese túnel rosado no se veía la entrada. Era extraño, el aire era diferente, la humedad con el olor a flores hacia una combinación que alteraba mis sentidos, me mordí el labio como si pudiera saborear algo diferente. Me di vuelta para mirar la casa donde viviría y me sorprendí de lo que vi. Cuando vi ese portón de rejas junto con el camino de piedra creí que se trataría de una casa antigua, tal vez una residencia vieja o una cabaña de esas actualizadas pero no. Lo que tenia adelante mío me costó no haberlo visto desde la entrada pero era inevitable no verlo por tantos arboles. Un gran edificio de cristal. Seis plantas. Pude contarlas por las divisiones en la estructura que mostraba. La puerta era de un material blanco junto con todas las aberturas que la rodeaban, después todo el frente era un gran espejo, totalmente liso y transparente. Me quedé maravillada.
- Es una casa de cristal. Dijo Amber con su voz dulce, caminó junto con mi papá hasta la puerta, se veía hermosa con su falda a cuadros y su cabello largo rojizo, dando pequeños saltos en la escalera sin dejar de ser una niña.
El aire estaba fresco. Presione mis manos en mis bolsillos como si eso me sacara el frío.
Papá sacó una tarjeta y la pasó por la Hendija de la puerta. Un pequeño cuadro de dialogo salió en la pantalla de uno de los pilares de la entrada.
- Peter Hibson aceptado señores. Dijo papá abriendo la puerta.
Apenas entre sentí algo extraño, una sensación conocida pero extraña en ese momento. Había olor a casa nueva. Algo así como recién pintada o con muebles nuevos. En su interior estaba vacía. Nos recibió un hall enorme. Piso blanco. La luz era la protagonista, no hacia falta ver la hora, por tanta cantidad de cristal podías saber que hora del día era, en este caso todo estaba gris por lo que el día ofrecía. Dos escaleras blancas en forma de C se dirigían a un balcón en la parte de arriba y al de estas entre las dos estaba la entrada a un living, nada escapaba a la de las paredes de cristal, era extraño pero agradable.
- Es realmente grande. Dijo papá sacando su celular.- Aquí dice que el sistema se llama Liss. Hizo una pausa y miro el aire.- Buenas tardes Liss.
Una delgada línea roja se encendió a lo largo de toda la pared blanca por encima de los cristales, era el sistema, papá lo había activado.
- Bienvenido señor Hibson. Dijo la voz femenina.
- Liss programa la fecha, la hora y la temperatura.
- Modo de ocupación activado.
- ¿Ocupación? Dije arqueando una ceja.
- Sensores de calor y de voz activados. Prosiguió la voz metálica.
- Liss esta es mi hija Frannsis, identifica su voz.
- Hola Liss. Dije adentrándose un poco más al lugar.
- Reconociendo voz. Bienvenida señorita Frannsis.
Mis hermanos se identificaron con el nuevo sistema mientras yo seguía observando el lugar curiosamente. Sin esperar que nadie me diga nada subí las escaleras, era extraño aunque nunca había estado ahí el lugar se me hacia familiar. La línea de Liss estaba también arriba en la pared, al parecer era igual en toda la casa, así tenía que ser después de todo era nuestro sistema de seguridad. Arriba, en el segundo piso el color cambiaba un poco, las paredes tenían un ochenta por ciento de vidrio pero el piso era de madera, le daba un toque diferente y me gustaba. Habían dos puertas, al parecer eran salas, supuse que las habitaciones debían estar arriba. Caminé hasta el borde del balcón que daba al hall de entrada. Mis hermanos y mi padre ya no estaban ahí. Miré a mi alrededor por un momento, junto al paño fijo a mi izquierda había un ascensor, caminé hasta el. Era de cristal y sobresalía de la pared hacia afuera.
- Liss. Dije observando los botones del ascensor.
- Si señorita Frannsis.
- Los ascensores están activados. Dije tocando el botón para abrirlo.
- Si señorita. Apenas terminó la frase el ascensor se abrió mostrándome más vidrio. Si entro ahí me dará anuncias. Pensé mientras me retiré. Seguí por las escaleras. En el tercer piso estaban las habitaciones tal como había pensado. Cuatro grandes habitaciones, todas con las grandes paredes de cristal. En el cuarto piso sucedía igual. Subí al quinto piso. Era diferente, había una antesala completa mente de madera, la delgada linea de Liss no estaba allí, una pared de madera con una puerta de hierro negra de vidrios gruesos y opacos se encontraba coronando el ambiente. La escalera me invitaba a seguir al sexto piso pero me dio curiosidad saber que había detrás de esa gran puerta en este ambiente que desentonaba un poco mucho con el resto de la casa. Abrí la puerta. Me sorprendí al mirar. Un jardín de invierno. Sonreí. Me dio melancolía, recordé lo bello que era el de mi antigua casa. Habían mesas largas que se extendían a lo largo del gran salón, la luz era baja, el vidrio de las paredes era diferente, era más opaco con una densidad mas dura, perfecto para un perfecto efecto invernadero. La puerta del ascensor estaba adentro del jardín lo cual me pareció extraño, salí maravillada de aquel lugar para seguir mi recorrido tratando de asimilar mil sensaciones por minuto.
Ya en la antesala caminé hasta la escalera pero antes de poner un pie en el escalón la voz de Liss me interrumpió.
- Señorita Frannsis su padre la solícita.
- Pensé que no tenías acceso a este piso.
- Tengo acceso a toda la casa excepto al Jardín de invierno señorita. Eso me dejó pensando...
- ¿Donde esta mi padre?
- En el jardín trasero junto al jardín de esculturas.
Rodé mis ojos mientras me dirigí a la escalera por donde llegué para así bajar al patio.
Una vez abajo en el hall caminé hasta el living, una alfombra persa llenaba todo el espacio con su textura llena de vida. Más atrás estaba la cocina, era realmente enorme y tenía todos los lujos y el confort que se pueda imaginar. Me sentía tan pequeña en esa gran casa, todavía no llegaba a la conclusión de que viviría ahí. Una escalera se metía por una pasillo casi apartado de la cocina en sí. Supuse que daba al segundo piso entonces me incliné por una puerta que daba atrás. Aparecí en una galería muy grande, a mi izquierda habían taquillas y armarios de madera, el piso también era de madera, en el fondo puertas corredizas daban al patio, pude ver las esculturas y un fondo arbolado, mis hermanos y mi padre estaban allí.
- ¡Frannsis! Dijo Amber al verme. La note contenta, los tres lo estaban, me alegraba por un lado pero no quitaba la desconfianza que sentía por la situación en sí.
- "Jardín de esculturas" Dije adentrandome al lugar.
- Así parece. Dijo papá.
Mi hermano Michael comenzó a hablar con mi padre mientras Amber caminaba curiosa por doquier.
Miré a mi alrededor, arboles por donde se mire, básicamente estábamos en un claro. Un bosque. Tengo un bosque en el patio de mi casa. A mi izquierda se veía la piscina a lo largo de toda la casa a su derecha. Más al fondo habían arbustos perfectamente podados en una forma casi laberíntica, así como un enigma antes de entrar al bosque.
- Voy a recorrer. Dije colocándome mi capucha.
- Si pero por favor no te alejes mucho en media hora lloverá. Dijo enseñándome su celular.
- Lo que digas. Dije colocando mis manos en los bolsillos de mi saco y empezando a caminar.
Caminé hasta el borde del terreno, frente al bosque. Algo no me gustaba, era tan enorme y rodeaba toda la mansión. Me di vuelta para volver hasta los jardines. La dinámica era la misma, arbustos podados formando un serco antes del bosque. Miré la gran casa de cristal, en el quinto piso se veía el vidrio opaco del jardín de invierno. Miré el sexto piso, no lo había llegado a recorrer, era de pared lisa, casi desentonaba con el resto de la casa pero el arquitecto fue muy discreto. Tres ventanales se centraban en el medio en un gran balcon, estaba muy alto asumí que se vería todo desde ahí arriba.
Como había dicho mi padre en media hora llovió. Maximus llegó junto con todo el personal de mudanza. Cuando anochesió cenamos algo rápido. Maximus y los empleados se fueron después de haber acomodado los muebles y llenado la despensa de comida. Estuvimos en el living hablando un poco con Amber hasta que papá nos envió a dormir.
- Solo un poco más papá. Rogó mi hermana en ese tono dulce natural.
- Claro que no ya son las doce además mañana será un día muy largo, recuerden que iremos a recorrer el lugar.
Nos levantamos y fuimos a un cuarto que prepararon para nosotras, ya tendríamos tiempo de escoger nuestras habitaciones pero por ahora tendríamos que pasar la noche ahí.
La lluvia no cesaba y en esa casa tan grande la soledad se robaba los pensamientos.
- Frannsis. Dijo Amber mientras se acomodada en nuestra cama.
- Díme. Dije extendiendo las sábanas.
- ¿Te gustó la casa?
- No lo sé, es grande... Pero aún así no tengo una respuesta.
Mi hermana hizo una mueca de disgusto.
- Uuy tu siempre pensando demasiado. Dijo tocándome apenas con un almohadón.
- ¿Qué tienes pequeña? No te pases de lista soy tu hermana mayor. Dije Mientras me recostaba a su lado.
- Significa que cúando crezca voy a pensar tanto las cosas como tu lo haces.
Me quedé pensativa, hice un pequeño intento de sonrisa, ¿Cómo era posible que esta niña de diez años me diga tal cosa?
- No, significa que soy tu hermana mayor por lo tanto lo que yo diga es importante. Dije tocando la punta de su nariz con mi dedo índice.
- Tus manos se ven extrañas con ese esmalte.
- ¿Te doy miedo? Dije abriendo mis manos casi en su cara.
- No. Dijo tras una dulce carcajada.- El monstruo de hoy me dio miedo.
- ¿Qué monstruo? De qué hablas. Le dije mientras me Apoyé con mi brazo sobre mi almohada.
- El animal que se atravesó en nuestro camino hoy.
Me quedé helada. Había olvidado por completo el episodio de esa tarde. Un trueno me sacó de mis pensamientos.
- Amber eso no era un monstruo, era un lobo, un animal salvaje nada más.
- ¿Estás segura?
Pasé mi mano por su cabello.
- Claro que si corazón estoy segura de que todo esta bien.
Me regaló una pequeña sonrisa y se acurrucó junto a mi.
Los vidrios opacos jugaban con la luz, no paraba de llover y mi cerebro no paraba de pensar. Era todo tan extraño. Hace unos días estaba en otra realidad, en un mundo totalmente diferente y hoy estaba aquí... En un palacio de Seis plantas.

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