Cuando regresé del trabajo había una carta en el buzón. Reconocí la letra con alegría, sabía que no tendría remitente, para que así no pudiera contestarle.
Me senté en la cama dejando el sobre a mi lado, siempre me hacía ilusión recibir cartas suyas, era emocionante ver los folios doblados cubiertos de letras que me dirían algo, era como caminar por la playa y encontrar en la orilla del mar una botella con un mensaje dentro.