CAPÍTULO 11
La Casa Rochester
Cuando llegamos a la casa de Dellan abro bien grandes mis ojos por la sorpresa. Una propiedad que resalta de entre las demás nos saluda. Parece de esas casas antiguas que han sido refaccionadas, con muchísimo más espacio del que estoy acostumbrada. Sus paredes están pintadas de color crema, pero también poseen un metro de altura de piedra que las adornan muy bien. Posee unas rejas inmensas que la separan de la calle, un amplio jardín y unos ventanales por los cuales debe entrar muchísima luz.
Es jodidamente grande.
Aún aferrada al cuerpo de Dellan, siento cómo mis manos tiemblan por los nervios al acercarnos a una reja. Dellan frena su motocicleta antes de chocarnos contra las rejas y mete su mano izquierda en el bolsillo de su sudadera azul, sacando unas llaves de allí. Luego, presiona un botón de lo que parece una alarma de coche. Parece, porque no es, ya que, al presionarlo, son las rejas las que comienzan a moverse, invitándonos pasar. Entonces Dellan pone en marcha su moto y entramos a toda velocidad.
Debo decir que una sensación vertiginosa invade mi cuerpo. Esta casa parece de ensueño y está totalmente fuera de lo que yo conozco. Y, a pesar de eso, aquí estoy yo, y todo porque me olvidé las llaves de casa.
Intento evitarme las preguntas de por qué yo, por qué con él y por qué así, aunque no puedo impedir cuestionarme qué es lo que nosotros tenemos en común. Yo pensé que el asunto de la apuesta terminaría allí, al terminar de hablar con él, pero al parecer estaba realmente equivocada.
Me resulta completamente extraño estar abrazada a él (diré que culpo a la moto por eso), y también que él haga lo posible para acercarse a mí. ¿Tenemos un pretexto para estar juntos ahora? La tarea de literatura, porque él quiso sentarse a mi lado. ¿Tenemos algo que nos una? No.
Recuerdo nuestro casi-beso, cómo sus labios estuvieron así de cerca de los míos... Nos castigaron por eso. Luego me castigaron por pensar en él en clase, y terminé nuevamente en la dirección... junto a él. Creo que el mensaje se me ha enviado correctamente: Dellan y yo no somos ni seremos compatibles, jamás.
Vivimos en mundos distintos, probablemebte tengamos deseos contrarios y nosotros mismos somos diferentes. Yo me he criado entre ajustes de dinero en casa, apreciando la tranquilidad y amando la soledad de poder quedarme leyendo un buen libro. ¿Y él? Bueno... creció con abundancias, se nota que le gusta hacer ruido y muy difícilmente es capaz de quedarse en silencio.
Lo más sensato es alejarse antes de salir lastimada, porque dejar entrar a alguien en tu vida es permitirle a esa persona tener un peso sobre ti, darle la posibilidad de herirte.
Pero el pensar así me recuerda que estoy siendo cobarde. ¡Joder, Britt! Es sólo un chico, puedes lidiar con él, ¿qué te puede pasar de malo?
Enamorarme de él.
Se hace un nudo en mi garganta al pensar en esa remota (o tal vez no tan lejana) posibilidad. ¿Yo puedo optar por no enamorarme? ¿Eso depende de mí? Porque si así fuera, entonces deseo con todas mis ganas que eso no pase.
—Oye —dice Dellan—, ya puedes soltarme, chica Opal.
Bajo de la motocicleta en forma automática observando todo el jardín que tengo a mi alrededor. Estamos al lado de la entrada de la casa Rochester.
—Es demasiado para dos personas —comenta Dellan casi para sí mismo—. Me gustaría mudarme a algo más pequeño y menos ostentoso.
—Bueeeeeeeeeno —le respondo—, supongo que es mucho para limpiar... Espera, ¡¿mamá limpia todo esto?!
—No, ella no... No es ella solamente, Britt —responde y siento que mi corazón frena al escucharlo pronunciar mi nombre.
Deja su moto apoyada contra un arbusto y luego camina hasta quedar a unos centímetros (muy escasos) de mí, chocando sus pies contra los míos. Luego, en un rápido movimiento, me quita la mochila que llevo en la espalda para cargarla él. Sus ojos chocolates me estudian lentamente y me estremezco al sentir su mirada intensa sobre mí.
—Bien... Esto es incómodo —digo sin tapujos.
—¿Te incomodo, chica Opal?
—Sí, me incomodas, chico idiota.
—Lo siento —sonríe maliciosamente—, Birreitete.
—Para con eso ya.
—Yo digo cuándo debo parar —comenta arrogante.
—Claro y yo soy Angelina Jolie. Ahora andando, hombre, que la tarea no se hace sola. Quiero volver deprisa a casa.
—¿Tan pronto quieres deshacerte de mí?
—Obviamente sí.
Pongo mis ojos en blanco mientras me dejo guiar para introducirme en aquella gran casa.
🎸🎸🎸🎸🎸🎸🎸🎸🎸
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El chico del salón de enfrente
Roman pour AdolescentsBritt jamás se ha fijado en chicos que estén fuera de sus libros, todo cambia cuando ve a una copia de Peter Toph caminando por los pasillos del instituto. ✎✎✎✎✎ Britt tiene claro que Peter Toph, el modelo que aparece en la tapa de sus libros prefer...
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