5. No puedo controlarlo

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-¿Y a dónde vamos? -pregunté cuando paramos en un semáforo, ya que no habíamos tomado el camino a casa.

-A mi departamento, buscó mi celular y vamos a tu casa. -Habló Harold que parecía de buen humor.

...

El chico de recepción parecía muy simpático, y se notaba que él y Harold tenían buena relación por como lo saludó.
El complejo donde vivía Harold tenía tres edificios y cancha de tenis, fútbol y pileta, era muy agradable y sobre todo, porque había muchos de su edad no era un complejo para personas mayores.
Su departamento tenía los muebles y sillones de colores oscuros, pero el piso y la pared claros, era bastante moderno y parecía ser muy cómodo para una sola persona.

-Ya vuelvo, sentate si querés.

Cuando Harold desapareció, observé la habitación y me percaté de que tenía un balcón, yo era fan de los balcones, así que me dirigí a él.
Era bastante amplió podían entre dos sillas y una mesita, y tenía vista perfecta a la cancha de fútbol que se encontraba justo abajo de este, y atrás se podía ver el resto de los edificios y casas que conforman el barrio.
Salí de este y me encontré con Harold que justo volvia.

-¿Te gusta en balcón? -dijo poniéndose la remera que traía.

-Amo los balcones.

-Me acaba de llamar el chico de remera azul -dijo señalando desde el balcón a la cancha.

Me acerqué para mirar a quién señalaba.

-Pepo, para que juguemos un partido ¿Querés que vallamos?.

-Podes ir vos yo te miro desde acá.

-Pero vos también tenés que jugar -sonrió.

-Ahh, ¿Aceptan chicas en el equipo?. -dije con un poco de curiosidad y bastante alegría, me gustaba el fútbol, pero casi nunca jugaba porque generalmente juegan sólo hombres.

-Si, no tiene problema, jugamos partidos amistosos, hace mucho no competimos.

-Vamos entonces.

Bajamos por el ascensor y cuando llegamos a las canchas no encontramos con algunos chicos más o menos de la edad de Harold.
Saludamos a todos y Harold me presentó.

-Okey Emma así es la estratégia -Habló uno de los chicos de mi equipo. Harold había quedado en el otro equipo ósea que del mío no conocía a nadie.

...

-Jugas muy bien para ser mujer.

-Para ser mujer -levanté la cejas y rieron.

...

Más tarde nos encontrábamos con Harold yendo hacia mi casa, se iba a hacer muy tarde, y uno nunca sabe como pueden reaccionar mis papás.

-Les ganamos -comenté. Harold rió.

-Sabía que ibas a hacer ese comentario tarde o temprano.

-Yo te gané en tu deporte y vos en el mío.

-Yo no quería ganar, si no te hubiese ganado.

-Aah! Mira vos -Reí

-No, hablando en serio, desde chico veo el fútbol como un deporte distinto a los demás, en el sentido de que yo lo disfruto como un deporte en equipo, me gusta el sentimiento de jugar en equipo, conocer a mi compañeros, que terminen siendo mis amigos, festejar juntos, comer asados con ellos, ver partidos, divertirnos. Siento que el fútbol me trajo muy buenos amigos. -Me quede anonada con lo que dijo, no me imaginaba que algo así podía salir de él, porque realmente no lo conocía.

-Es un lindo deporte. -acoté.

-Mi preferido.

Todo el trayecto de vuelta me quedé pensando en lo que había dicho, estaba encantada, me gustaba escucharlo porque realmente te inspiraba a ir relacionarte y compartir es deporte.

Como los deportes pueden crear fuertes amistades en nuestra vida, talvez de las que duran para siempre.


Pensaba mientras escribía en mi habitación, me encantaba lo que había dicho Harold porque era inspirador para mi, y no veía las horas de volver a jugar otro partido.
...

Se me había ido todo de las manos.
Mis papás no habían salido esta noche pero yo sí, no fue muy difícil escaparme y aca estaba. Me encontraba sentada en la vereda de una calle desconocido para mí, drogada, tomada, y recibiendo millones de llamadas de mis amigos al darse cuenta que había desaparecido.
No podía pensar, imágenes del partido, de la empresa de mis papás, de mi celular, se repetían como flash en mi cabeza y yo solo quería dormir en esta vereda que a pesar de ser incómoda mi cuerpo no quería buscar otra.

...

La luz me encandiló completamente y visualizé una persona acercándose a mí, era Felipe.
Me alzó y me puso en el asiento del copiloto me miró por unos segundos.

-¿Estas conciente? -Preguntó sosteniendo mi cabeza.

-Estoy bien -Respondí debía de haberme quedado dormida muchas horas porque lo único que sentía era un fuerte dolor de cabeza.

Feli se subió al auto y empezó a conducir mirándome varias veces por si algo me pasara.

-Me asuste mucho, estaba con Kate y la última vez que te vimos estabas con Matt, los dos terminaron así.
Cuando puedas llama a Kate porque también está muy preocupada.

-Perdón. -dije despacio.

-¿Qué pasó Emma? Pensé que estabas mejor, y ahora...

-No sé -dije comenzando a llorar.
-Te juro que estaba mejor, te juro que ayer me sentí bien y a la noche no se porque no lo pude controlar.

Estacionó al frente de mi casa.

-Ya esta Emma -me abrazó.
-Vas a poder.

-Te acompaño -dijo cuando abrí la puerta.

-Ya esta feli, gracias, por todo, te quiero -

-Yo también, llámame si necesitas algo. -Sonreí un poco.

Y a veces las cosas se me van de las manos, por ahí no dependían de mi día, si no de mi vida, toda la situación que vivía me perseguía y mis soluciones eran tontas e incontrolables.

Me sentía tan agobiada que sólo quería escribir e irme a dormir, no entendía como no podía salir adelante y siempre terminaba chocandome con algo y fallar en el intento me golpeaba fuerte.

Adolescencia Anclada H.SDonde viven las historias. Descúbrelo ahora