Cinta 5; cara A

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Cinta 5: cara A

Esta vez, de verdad estoy llorando, sacudiendo los hombros y todo eso. Mi estómago sigue sacudiéndose y quiero vomitar, pero no hay nada más en mi estómago además de un milkshake y un café desde antes.

Liam me mira con curiosidad.

—Lou... ¿Cuándo fue la última vez que comiste algo?

Me encojo de hombros.

—¿Almuerzo? Me tomé un milkshake hace poco.

—Necesitas comer, Lou. No puedes escuchar esto con el estómago vacío. —Liam agarra mi muñeca y me ayuda ponerme de pie— Vamos. —me instala en el asiento trasero y me da una barra de granola— No irás a ningún lado hasta que no te comas esto.

Me mira mientras trago y asiente, antes de encender el motor. Siento que es una mala idea comer, pero me siento menos mareado.

—¿La próxima cinta es mala?

Liam aprieta las manos en el volante.

—Aja, bastante mala. ¿Peor que la de Eleanor? No lo sé. No soy tú, así que no lo sé. —se detiene en la luz roja— ¿Puedo ver tu mapa? Necesito llevarte a una dirección y quiero chequearla.

Saco el mapa de mi bolsillo y lo deposito en sus manos. Me agradece y lo abre. Me pongo los audífonos y me abrazo a mi mismo.

“Ve al punto F-12. Les contaré una historia en el camino.

¿Cómo evitas una violación?”

Mi estómago vuelve a girar. Abrazo mis piernas y meto mi cabeza entre mis rodillas.

Otra cinta que no es mía... Otra cinta que no quiero escuchar.

“Para las mujeres que están escuchando esto, de seguro tienen una larga lista -no usar faldas cortas en la calle, estar siempre con amigas en una fiesta, no tener miedo de gritar ‘un violador’, un spray de pimienta. Mi hermana mayor tomó clases de defensa personal cuanto tenía quince -diez clases en la tarde sobre como protegerse y evitar ser violada.

¿Y los hombres? Nadie nos enseña nada. No puedo recordar ningún momento de mi vida en el que alguien me hay dicho cómo prevenir un asalto sexual. Nos enseñan cómo proteger a otra persona y a no ocupar nuestra fuerza para dañar a otra persona. ¿Pero protegerme a mi mismo?”

Deja de hablar. Escucho un suave silbido en los audífonos. Un suave zumbido estático, y nada más.

¿Qué está pensando? ¿Tenía los ojos cerrados al hablar? ¿Estaba llorando? ¿Tenía el pulgar sobre el botón de "stop", esperando tener la valentía para no presionarlo? En nueve cintas... ¿Es este el golpe final? ¿Qué está haciendo?

No puedo verlo, solo puedo adivinar.

“Nunca”

Estaba enojado, y su voz tiembla.

Conozco ese tono, es el tono que ocupa -ocupaba- cuando estaba molesto, pero intentaba mantener la compostura.

“Quizás si alguien se hubiese tomado el tiempo, las cosas habrían sido diferentes.

Hannah Asher... estás nerviosa.”

¿Hannah Asher? ¿Nuestra representante?

No. No puede. No puede meter a administración en esto. La producción no puede saber de las cintas.

Pero si tengo las cintas... Ella ya las escuchó.

“Si, señorita Asher, esta cinta es para usted. Si crees que estoy siendo tonto -si crees que soy un chico estúpido y rencoroso, que se toma todo muy en serio, nadie la obliga a escuchar. Es obvio que vas a querer hacer tu cinta desaparecer. No me importa mucho lo que hagas con ella.”

Por trece razones (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora