Hellsing: La Condesa y su Rey...

Especial 1.- Y te vi...

- ¿Y si a eso te respondo con otro beso? –bufo seguro de sus miradas pero no hubo respuesta verbal, sino que recibió un potente puñetazo del Hellsing que logro partirle el labio y tirarle a suelo.

- No juegues conmigo –dijo el otro aun teniendo los puños cerrados por cualquier cosa que pudiese responder el ex actor- déjame decirte que no soy un puto niño estúpido criado en una vida sensacional y lleno de lujos como tú, ¡Yo vi morir a mi padre! ¡Me encerraron casi 50 años en una hija de puta vasija! ¡Me regresaron la edad y tuve que vivir como pude mucho tiempo! –sin pensar exploto haciendo que sus palabras resonaran en toda la habitación -¡¿Sabes cuánto dolor tuve que soportar para ser el regenerador que soy?! ¡No sabes nada de mí como para afirmar que necesito a alguien a mi lado así que cállate que no eres más que un invitado en esta casa!

- Con estoy te conozco más... -suspiro tranquilo y con una sonrisa amable mientras se quedaba sentado en el suelo y la herida se auto sanaba en pocos segundos –sé que no he sufrido lo mismo que cualquiera dentro de Hellsing, de hecho soy demasiado afortunado pero... eso no evita que quiera ayudarles y sufrir de ahora en adelante con ustedes... sé que Seras presencio como asesinaban a sus padres y violaban a su madre, de que a Gerard le golpeaba su padre hasta que lo confronto y el muy maldito asesino a su madre para darle una lección pero solo logro que Gerard le odiara y refundiera en la cárcel, sé que Laurensses fue un mercenario que le enseño a un tal Pip todo lo que necesitaba saber para que también lo fuera pero se fue por otro lado para no tener que enseñarle lo más asqueroso de ese trabajo y por ultimo... se de la vida de Alucard... y se demasiado... porque cuando tome su sangre... pude ver su vida... y ahora se de ti...

- Eres un estúpido idiota hijo de puta mal nacido –refunfuño el dirigente -¿Por quién fuiste mandado? ¿Eres un espía de alguien más o que rayos?

- Solo... quiero ser parte de ustedes... quiero ayudar... quiero sufrir y pelear a su lado.

- El dolor es inevitable pero el sufrimiento es opcional, nadie en esta mansión sufre por su pasado pero lo tenemos presente para que no se repita en un futuro –musito aun enojado el ojiviolaceo –no creo que aun estés listo para entrar en las misiones –miro a otro lado pues la mirada azul de su acompañante le había hecho mirar a otro lado, se rasco la barbilla para mirar a otro lado, el vampiro se levantó y se acercó amable tratando de no causar de nuevo la ira del Hellsing.

- ¿Me ayudas a entrenar? –dijo mientras se mordía el labio nervioso.

- Si... -dijo sin pensarlo mucho el otro –ve a la habitación de entrenamiento, me iré a quitar el traje... -dijo mientras le daba la espalda, ya frente a la puerta se detuvo- siento el golpe...

- Descuida, creo que lo merecía... aun que si me dolió –rio el nosferatu.

El Drácula abrió la puerta y fue directo a su habitación, se quitó más muñequeras en el camino y cuando llego se miró en el espejo, miro su cabello negro y sus ojos violetas, miro la forma de sus cejas y como su nariz le dejaba respirar, miro sus labios delgados y elegantes y también su cuello... se quitó el saco y la camiseta y miro su cuerpo con cicatrices... toco una que tenía en el pecho, cerca de la axila y que corría verticalmente a sus costados. Musito para sí mismo "padre" recordando que era cicatriz le fue causada en un entrenamiento con Vlad IV, su padre, y por un accidente termino cortándose con la espada. Después toco otra cicatriz debajo de su vientre, era más pequeña y era como una quemadura, suspiro y recordó su primera misión en Iscariote donde todo termino como un incendio en una casa de paganos... suspiro cabizbajo... termino de cambiarse sin evitar sentirse solo en esos momentos.

Se puso a pensar un momento, ¿Por qué carajo le conto esas cosas de sí mismo?, después de todo solo Alucard sabía lo que había pasado. Nadie más que su abuelo tenia e derecho de saber de él, entonces, ¿Por qué se había permitido decirle esas cosas a Somerhalder?, menuda forma de comenzar a convivir con el puesto que todo el tiempo que llevaba en la casa solo se habían cruzado y dicho algún "buenos días" o un simple "hola" así que esa platica era la segunda que tenían desde que había entrado por la puerta de la casa.