2. Eres mi secreto

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Desde pequeño siempre supe que mis gustos eran diferentes, pero eso nunca pareció ser un problema ni para mí ni para mis padres. Jamás me impidieron hacer las cosas que quería, como jugar con las muñecas o vestirme de cierta manera. Pero desde que él llegó a mi vida todo ha cambiado...

—Marco, ¿te enojaste?
—No
—¿Ya vas a empezar?
—Sabes que no me gusta que ocultes lo que soy frente a otras personas. Entiendo que tú necesites más tiempo pero yo soy así y no me avergüenza que los demás se enteren.
—Baja la voz. ¿Qué no sabes lo que podrían pensar si se enteran que me junto con alguien como tú?
—¿Alguien como yo?—Podía sentir que mis ojos se llenaban de lágrimas pero no sabía si eran de rabia o de dolor
—No vayas a llorar; mira, lo siento, sabes que me gustas y por eso estoy contigo. Soy tu novio ¿lo olvidas?
—¿Mi novio? ¿Cuántas veces me has besado? Llevamos dos meses juntos y cada día parece que te alejas más de mí. Dime ¿Te doy asco? ¿Te da asco besar a "alguien como yo"?
—¡Marco! Escucha, no quiero discutir ahora. Creo que lo mejor será que te vayas.
—¿Vas a dejar que me vaya yo solo?
—Mis amigos están aquí, sería raro que me vieran salir contigo solo para llevarte a casa.
—¿Sabes qué? Tienes razón. Me largo de aquí.
—¡Espera!—Sentí que algo fuerte se aferraba a mi mano
—Suéltame
—Perdóname... Soy un idiota. Te llevaré a tu casa.
—¿Y tus amigos?
—Iré a despedirme de ellos. Adelántate. Ten las llaves del carro.

Tomé las llaves y me apresuré a llegar al auto. Mis lágrimas estaban amenazando con salir en cualquier momento y no quería que nadie me viera.

Sentía mucho dolor y rabia al mismo tiempo, pero lo peor era que aún así no podía solo irme y mandar a ese idiota al carajo, lo quería demasiado.

Entré al auto y me senté del lado del copiloto. Le escribí un mensaje a mi madre de que llegaría más temprano, le había dicho que iría a la biblioteca a estudiar, incluso me había traído mi estúpida mochila llena de cuadernos. Odiaba tener que mentirle y no poder decirle que tenía un novio, uno paranoico que no quería que absolutamente nadie supiera de lo nuestro.

—Listo, ya podemos irnos.
—¿Qué les dijiste esta vez?
—Les dije que me preocupaba que te fueras solo y que te llevaría a casa
—¿En... En serio?
—Sí...

¡Maldita sea! Odio que haga esto, en un momento me hace enojar tanto que quiero patearlo en las bolas y en el otro hace otra cosa inesperada y linda que me hace recordar por qué sigo con él.

Me estaba mirando tan fijo que mi corazón latía muy rápido y sentía tanto calor en mis mejillas que podía jurar que mi cara estaba igual de roja que un tomate.
Él empezó a acariciar mi cabello y yo no dejaba de estar tan inquieto.

—Po... Podrían vernos...
—No lo harán— Se acercó más a mí y sentí como si mi cuerpo se hubiera rendido ante él... Había sido nuestro primer beso.

Durante todo el camino ninguno dijo nada y yo sentía que mi corazón estaba a punto de salirse de su lugar. No dejaba de preguntarme en si él sentía lo mismo o en qué estaba pensando, hasta que se detuvo en un lugar.

—Perdóname por lo de hoy, me asusta mucho aceptar lo que soy y ese miedo no me deja actuar como debería. Sé que te he lastimado muchas veces y que lo mejor sería que me dejaras, pero no quiero. Soy muy egoísta y no quiero que te vayas de mi lado...
—Yo... Está bien... No pienso irme a ningún lado. Te quiero.— La sonrisa que se le había formado en ese momento no creo haberla visto nunca. No estaba seguro de cuánto tiempo tendría que esperarlo, pero en ese momento sentía que podía estar con él por toda mi vida.
—Marco...Vayamos al cine
—¿Qué? Creí que no te gustaba ir
—Quiero estar más rato contigo, además tú dijiste que querías ir a ver El Principito.
—Está bien...

Saqué mi celular para enviar otro mensaje:
"Olvídalo mamá, ya me dijeron dónde están los libros que necesito. Te quiero."

Somos igualesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora