4. La fiesta

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Hoy era el día de mi fiesta y me ponía nerviosa simplemente pensar que Samuel estaría ahí. Llevábamos casi un mes conociéndonos y coqueteándonos, tan poco tiempo como para tenerme así pero no me importaba, me gustó desde el primer momento en que lo vi, cuando se sentó a mi lado en aquella banca del parque, su mirada era seria y misteriosa y su cabello castaño brillaba con el sol.

Quería verme linda para él y me puse mi vestido nuevo, pinté mis labios de un rosa pálido y me puse una diadema de flores.

—Mariana ¿ya estás lista? Ya llegaron los primeros invitados.
—Sí mamá, ya voy.

Bajé ansiosa hasta el recibidor esperando que fuera Samuel pero cuando llegué únicamente me encontré a Marco y a sus dos amigas.

—¡Hola princesa! Feliz cumpleaños.
—Gracias Marco, que bueno que viniste.
—Mira, ellas son Lucía y Eréndira
—Mucho gusto— dije saludando de beso a las dos chicas—Vengan, los llevaré a la sala.

Aunque no era quien yo esperaba, me alegró bastante ver a Marco, fue el primer amigo que tuve cuando entré al segundo año de preparatoria, yo era la chica nueva y él solía gustarme hasta que me di cuenta de que era gay. Es una lástima que estuviéramos en grupos diferentes, pero ahora me llevaba bien con todos los de mi grupo y ya hasta estaba empezando a conocer a los de otros salones.

La gente llegaba y me felicitaba pero aún no veía a quien yo quería ver. Empezaba a angustiarme. ¿Y si le pasó algo malo? ¿Y si no recordaba que la fiesta era hoy? ¿Y si ya no quería verme?

El reloj ya marcaba las 11:00 p.m. y la gente comenzaba a irse, a eso de las 12:30 a.m. quedaban unos pocos, a la 1:00 a.m. ya no había nadie, a la 1:36 a.m. yo seguía esperándolo.

Somos igualesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora