Cuando recibí la llamada de mi padre diciendo que mi mamá había tenido un accidente de auto entré en pánico. Ni siquiera tuve tiempo de despedirme ni avisarles a Lucía y Eréndira. Salí inmediatamente de la casa de Mariana y llamé a mi novio.
— ¿Bueno?
— ¿Ella está bien?
— Sí, mi papá la está atendiendo en el hospital. ¿Dónde estás? ¿Quieres que pase por ti?
— Sí, pero estoy un poco lejos, reunámonos en un punto medio, así ahorraremos tiempo.
— De acuerdo, ¿dónde nos vemos?
— En el edificio donde venden electrónicos y cosas frikis.
— Perfecto, avísame si llegas antes, yo haré lo mismo.
— Ok.
— Marco... Te amo, no estés preocupado.
— Está bien... Yo también te amo.
Colgué y me sentí completamente relajado. Mi papá ya me había dicho que el accidente no había sido grave pero aun así me sentía angustiado. Escuchar su voz realmente me relajó, era tan melodiosa como un buen jazz y definitivamente escuchar sus "te amos" me dejaba en las nubes. No era algo que decía constantemente, así que aprovechaba cada momento para poder sentirme así.
Cuando llegué él ya estaba esperándome en su auto. El camino fue muy silencioso, yo era bastante sociable a pesar de lo que mi apariencia emo (que no lo soy) decía de mí, pero mi chico no, él siempre fue un tanto reservado y serio igual a su padre, un respetable doctor.
Ya en el estacionamiento, nos apuramos a bajar del auto. Mientras seguía a mi novio, el cual no se molestaba en esperarme, me di cuenta de que había tirado sus llaves sin darse cuenta. "Mi amor, eres un menso" pensé. Las tomé y las guardé, se las daría cuando dejara de estar tan acelerado. No lo culpaba, estaba nervioso, pero no sabía si era por mi situación o porque le causaba pánico ver a su padre.
Entramos al consultorio y vi a mi madre con unos pequeños rasguños en la cara, un collarín y con una venda en la mano, pero sin embargo ella no dejaba de sonreír. Parecía una niña a la que le habían dado un premio luego de haberse dejado inyectar.
—¡Mamá!
—¡Cariño!
—¿Estás bien?
— Claro que sí, ni me pasó nada.
— Tuvo un esguince cervical y unas heridas de vidrio en la mano y en el rostro.— Dijo el doctor, que también era mi suegro sin que él lo supiera.
—Pero estoy bien, no te preocupes. Muchas gracias Alberto. ¿Crees que pueda irme ya?
— Sí, pero antes deben pasar con mi enfermera para que les haga entrega de los medicamentos. — Mi madre le sonrió y se despidió haciendo un gesto con la mano, realmente parecía una niña. Sabía que quería irse pronto para no perderse la programación especial de películas animadas japonesas que tanto estaba esperando.
Mi padre y yo le dimos las gracias y nos despedimos de él y de mi "amigo".Estábamos a punto de entrar al ascensor cuando recordé que aún tenía las llaves. Regresé rápidamente, la puerta del consultorio estaba entreabierta, estaba a nada de entrar cuando me di cuenta de que estaban hablando de mí.
— Pasas mucho tiempo con él, ¿no se te estará pegando lo maricón?
— Jajaja, por supuesto que no. Solamente lo traje porque estaba preocupado por su madre. ¿Qué más podía hacer?
— No es solamente esta ocasión. También son las fiestas, las salidas al cine, al parque...
— Simplemente es pura lástima. Lo llevo con mis amigos a hacer cosas de chicos para ver si se le quita lo puto, pero no tiene remedio.
— Jaja claro que no tiene remedio, no es una enfermedad, es un error con lo que nacen. No es su culpa ser así. Escucha, no tengo nada en contra de él ni de su familia, son buena gente y tu madre es muy amiga de la suya. Pero no quiero que ese muchacho trate de convencerte de que tú eres igual a él. Eso hacen todos los gays, se quieren meter con todos los que de verdad son hombres.
—Tranquilo papá. Me da asco el solo pensarlo. Yo no soy así.
No sé si siguieron hablando, sus risas me dejaron sordo, estaba paralizado. No podía sostenerme en pie ni tampoco podía sostener las llaves que aún apretaba en mi mano. Las dejé caer y me eché a correr, antes de que yo también me dejara caer.
No podía ponerme a llorar, no en este momento. Mis padres se darían cuenta. Me tranquilicé antes de llegar con ellos, ya tendría tiempo de llorar cuando todos estuvieran durmiendo.
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Somos iguales
Teen Fiction¿Qué pasaría si la historia de tres chicos, una lesbiana que aún se está descubriendo, un gay con una relación destructiva y una heterosexual que hace todo por complacer al chico de sus sueños se entrelazaran? Solo una cosa es segura, no importa tu...