Me levanto incómoda de la silla mientras sus miradas siguen fijas en mí, y voy hacia el mostrador.
- La cuenta, por favor. -saco mi monedero y Kate aparece detrás mía.
- ¿Qué haces? -me pregunta frunciendo el ceño.
- ¿Junto o separado? -pregunta la camarera.
- Junto. -asiente y me da un papel.
Le doy el dinero y me sonríe antes de irme.
Salimos fuera y suspiro aliviada.
- ¿Qué coño haces? -vuelve a preguntarme Kate al salir de la cafetería.
- Joder Kate era mi puto secuestrador. -le digo al fin
Abre la boca lentamente y mira a través del grande cristal.
Se acerca a este y empieza a darle golpes, captando la atención de toda la gente que hay dentro.
- ¡Hijo de perra! -grita sin parar.
Estallo a carcajadas y la agarro del brazo, alejándola de allí.
- Eres tonta. -digo con una sonrisa cuando ya nos hemos alejado lo suficiente.
- ¿Por qué no me lo contaste? -pregunta seriamente.
- No se lo he contado a nadie. -admito.- Ni a mis padres, simplemente les dije que me fui y cuando volví me castigaron.
- Megan... -murmura tocándome el hombro.- Deberías desahogarte.
- No quiero recordarlo. -intento contener las lágrimas que amenazan salir de mis ojos.- Aunque lo recuerdo casi todos los días, todo. -cojo aire y lo suelto lentamente.
- Oye, desahógate. -nos sentamos en un banco.- Sabes perfectamente que conmigo puedes hacerlo.
- No es que piense que contigo no pueda, es que es muy complicado. -me toco el pelo nerviosa.- Porque me gustaba estar allí, aunque nadie supiera nada de mí, él me trataba jodidamente bien, ¿sabes? -me limpio una lágrima de mi mejilla y sigo.- Me estarás tomando por loca, pero ni siquiera lo consideraba mi secuestrador, era como un amigo para mí, nunca me había puesto una mano encima, nunca me hablaba mal excepto cuando se enfadaba, pero luego se disculpaba. -sollozo.
- Suéltalo ya, te conozco lo suficiente como para saber qué quieres decir.
- Me enamoré de él. -admito y me abraza fuertemente, dejando que llore sobre su hombro.
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