Capítulo 5.

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Sonríe y fijo mi mirada en su boca. Sus labios están un poco más gorditos desde la última vez que lo vi, y he de decir que ha cambiado bastante.

En ese momento, la puerta de la habitación se abre dejando ver a Kate con un vaso de agua en la mano, el cual casi se le cae al ver a Jesús aquí.

- ¿Qué mierdas haces aquí? -pregunta borde.- Me suena tu cara.

- Kate, ya se iba. -le digo mirando a Jesús.

- Espera, tú eres... -lo señala y se acerca a él.- El amigo buenorro de mi hermano.

Me pongo la mano sobre la frente y miro al suelo.

Será idiota.

- Me llamo Jesús. -le dice tirándole la caña.

- Yo Kate. -sonríe.

Aparto la mirada de ellos y la fijo en la ventana.

- Me voy. -les aviso y me levanto de la cama, pero Jesús me coge de la mano impidiéndome salir de la habitación.

- No te vayas, tendremos que hablar. -me susurra en el cuello mientras me coge de la cintura pegándome a él.

- No tenemos nada de lo que hablar. -respondo mientras Kate nos mira atentamente.

- ¿Os conocéis? -pregunta la imbécil de mi amiga, a la que se le olvida que le he dicho que fue mi secuestrador.

- Sí, hace tiempo que no nos veíamos. -Jesús mira a Kate.

- ¿Y cómo no me has dicho que conocías a un tío tan buenorro como éste? -lo señala.

- Jesús, ¿puedes irte? -le pregunto.- Después hablamos.

Asiente y me da un beso en la mejilla antes de salir de la habitación.

- Eres idiota. -le digo a Kate riéndome.

- ¿Por qué?

- Es el que te he dicho en la cafetería.

- Mierda. -murmura.- No lo había reconocido.

- Tú siempre reconoces a quien te plazca. -digo empezando a enfadarme.

- Sabes que eso es mentira, Megan. -frunce el ceño.- No lo había reconocido.

- Eso ya me lo has dicho, Katherine. -me siento en la cama y suspiro.

- Te juro que si lo hubiera reconocido le habría dado de ostias. -dice intentando convencerme.

- Seguro que lo has reconocido, pero como está tan bueno has decidido tirarle fichas en vez de darle de ostias. -espeto y la miro enfadada.- Me piro.

Bajo las escaleras rápidamente y cuando paso por al lado del salón, el hermano de Kate me silva mirándome.

- ¡Tía buena! -grita.

No contesto y salgo de la casa dando un portazo.

Ando hasta un parque que no conozco de nada y me siento en un banco de este.

Saco mi móvil y miro la hora. Las 16:27.

La mañana se me ha pasado volada y yo ni me he dado cuenta.

Me quedo durante un largo tiempo sentada y mirando a la gente que pasa por delante de mí.

Cuando empieza a oscurecer, me doy cuenta de que he estado aquí sentada toda la tarde y no he aparecido por casa.

Intento encender el móvil, pero me indica que el nivel de batería es bajo.

Me levanto del banco y lo guardo en el bolsillo trasero de mi pantalón.

Miro el reloj de oro de mi muñeca, que marcan las 20:35, y decido sacar todo el dinero que tengo.

Lo cuento y cuando veo que el dinero me da para lo que quiero, decido ponerme manos a la obra.

Ando por este lugar desconocido hasta llegar a una tienda de alcohol.

Entro y detrás del mostrador hay una señora mayor, así que supongo que me lo venderá, ya que no llevo el DNI encima y aparento menos edad de la que tengo.

Me paseo por la tienda mirando todas las botellas que hay hasta que encuentro lo que quiero. Ron.

Agarro dos botellas y voy hacia el mostrador, dejándolas en este y sacando mi dinero.

Le doy los cincuenta euros que llevo y me devuelve lo que me sobra.

Meto las botellas en una bolsa y salgo de la tienda con una sonrisa en mi boca.

Me siento en el bordillo de la acera y abro una botella, empinándomela sobre mi boca, sintiendo el placer del alcohol al pasar por mi garganta.

Sin darme ni cuenta, ya me estoy acabando la segunda, y cuando no soy consciente de lo que hago, me levanto con la botella en la mano y voy perdida intentando llegar a casa de Kate.

Tras un largo rato, consigo llegar y llamo al timbre.

Cuando veo quién me abre, mis lágrimas empiezan a salir de mis ojos.

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