1: Sara

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La pelinegra de ojos amarillos enterró la caja en medio del cruce de caminos. Esperó unos instantes hasta que un demonio rubio apareció frente a ella.

 Esperó unos instantes hasta que un demonio rubio apareció frente a ella

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—Quiero hablar con tu jefe.

—¿Por qué debería permitírtelo?

La morena le sonrió y le señaló el suelo, donde había una trampa del demonio.

—Te voy a mandar al Infierno, y más te vale traerme al Rey de los Cruces de Caminos, o te perseguiré y te mataré. ¿Me oyes?

El demonio asintió y la mujer comenzó a hablar.

Exorcizamus te, omnis immundus spiritus, omnis satanica potestas, omnis incursio infernalis adversarii, omnis legio, omnis congregatio et secta diabolica...

El demonio fue exorcizado y la mujer sacó el cuerpo de allí. Segundos más tarde, un hombre de pequeña estatura, cabello y ojos castaños, vestido con traje y corbata y con una burlona sonrisa en la cara hizo aparición.

—¿Querías verme?

—Así es. Quiero hacer un trato.

—Lo suponía. ¿Qué deseas, querida?

La chica se quitó la chaqueta, revelando una marca con forma de luna menguante en su hombro, más oscura que su piel, pese a que esta estaba bronceada.

El demonio cambió su expresión a asombro y se acercó para ver mejor.

—¿Y esto es...?

—La marca de Lucifer o Marca del Arcángel Caído

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—La marca de Lucifer o Marca del Arcángel Caído. Se suponía que estuviera con la otra marca, la Marca de Miguel, pero esa la tiene mi hermana.

—Espera, ¿tu hermana? ¿Tienes una hermana?

—Gemela. Conozco algo de la historia de esto. Se supone que somos nietas de Miguel, Lucifer y dos humanos desconocidos. Se suponía que sus hijos tuvieran un hijo juntos, que poseería la mayor concentración de genes de los abuelos, con lo que sería prácticamente mitad ángel y mitad demonio, pero la cosa salió mal y tuvieron gemelas, con lo que la herencia se dividió y salimos una especie de Nephilim y yo, que soy algo así como un cambion. Excepto que no tenemos formación.No puedo controlar mis poderes, ni ella. Y quiero aprender. Pero no te daré mi alma.

—Entonces, busca a otro demonio.

—¿Quieres que ayude a otro a convertirse en Rey del Infierno?

—Te escucho.

—Bien, sé que para convertirte en Rey del Infierno debes cargarte a Azazel, probablemente a Lilith y a otros cuantos demonios. Si de verdad soy medio humana y medio demonio, debido a mi abuela —me informé, sí—, se supone que, con entrenamiento, podría tener los poderes de un demonio pero sin sus debilidades. Es decir, aún puedes matarme clavándome una espada en el pecho, pero no pueden exorcizarme ni atraparme en sellos del diablo. ¿Quién mejor que yo para matar a Azazel?

—Ya, y luego me matarás a mí y te harás Reina del Infierno.

—No si hacemos un trato por el cual te ayudo a convertirte en Rey del Infierno y a mantenerte ahí.

—Formarte como demonio a cambio de convertirme en Rey... De acuerdo.

Sacó un rollo de papel gigantesco y comenzaron a revisarlo punto por punto.

—Está bien, solamente cambiamos eso y ya está. ¿Dónde firmo?

—Sabes muy bien cómo sellar un trato con el demonio, querida.

La mujer suspiró y se acercó al demonio. Este, sin ninguna ceremonia, unió sus labios con los de ella.

—Bien, querida, tenemos mucho que aprender y poco tiempo por delante. Sugiero que te mudes a la casa de mi recipiente, creo que está bien cuidada.

—Crowley, tendré que hacer visitas regulares a mi hermana.

—¿Por qué?

—Si me alejo más de una semana de ella, el vínculo se debilita. Deberé pasar una de cada dos semanas con ella para no despertar sospechas, y para renovar el vínculo.

—¿Vínculo?

—Sí, es algo de gemelas. Además, te recuerdo que tiene poderes angelicales. Si se entera de esto, te matará. No quiero tener que buscar otro demonio, y tú no sirves de nada muerto.

—Qué halagador. En fin, como quieras. Mañana en pie a las seis. Te pasaré a recoger a las siete.

La llevó a una casa perdida en medio de la nada.

—Buenas noches, querida.

—Buenas noches, Crowley.

Sara dejó sus cosas en la casa y se metió en la cama, donde se quedó dormida.

De dioses paganos y cruces de caminosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora