4: Sara

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Sara se levantó con una sonrisa bailando en sus labios, y fue a tomarse una taza de leche con galletas y un zumo de naranja.

Tras dar las siete y ver que el demonio no aparecía, la chica se tumbó a leer. De repente, oyó un ruido en el salón. Sara cogió un paquete de sal y una botella de agua bendita y fue hacia el origen del ruido.

Un hombre alto, de cabello castaño corto y ojos azules, le sonrió tranquilamente.

Un hombre alto, de cabello castaño corto y ojos azules, le sonrió tranquilamente

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Alastair, utilizando el recipiente que posteriormente pertenecerá a Gadreel.

—¿Quién eres?

—Alastair, tu nuevo entrenador.

La mujer se sintió extrañamente decepcionada.

—¿Y Crowley?

—Atendiendo otros asuntos. Bueno, veamos cómo te va.

La teletransportó al campo de entrenamiento y le indicó que atacara a uno de los títeres, que comenzó a moverse animado por un hechizo. Sara se deshizo del mismo sin grandes complicaciones.

El demonio silbó, impresionado.

—Vaya, vaya, Crowley tiene buen ojo. Tienes talento, chica.

Sara no pudo evitar preguntarse si aquello era bueno o malo siendo él un demonio, pero le sonrió y le agradeció.

—¿Qué te hizo venir a nosotros? Dudo que seamos muy populares ahí fuera.

Sara se rió y asintió.

—Tienes razón, pero hasta ahora no me parecéis tan malos. Azazel es un poco capullo pero solamente intenta poner orden, Crowley es extrañamente amable y tú...

—Lo sé. Soy adorable.

Alastair pasándose por el forro la modestia

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Alastair pasándose por el forro la modestia.

—Eres un buen demonio, y mira que parecen antónimos.

Alastair dejó escapar una sonrisita y la hizo continuar golpeando a los títeres.

—A ver, chica, usa más las piernas. Das un paso, saltas y le das una patada en la cabeza, luego aterrizas, te giras y le das otra.

De dioses paganos y cruces de caminosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora