Capítulo 5- La dama-pérdida

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-¿¡Que nosotros qué!?-Hendrix estaba totalmente extrañado, a él y a su compañero les estaban acusando de un secuestro de manera injusta, porque obviamente ellos no lo habían cometido.

-Nosotros no...-comenzó Abey, pero sus palabras fueron cortadas por la señora.

-¡TÚ!, tú estabas mirando a mi preciada hija durante el desayuno, seguramente tú la tienes.

Sus caras estaban tan cerca que Abey pudo sentir su apresurado corazón que estaba a punto de estallar. Hendrix se molestó y al instante jaló del brazo de Abey para alejarlo de ella.

-¿Porqué tanto ruido?-preguntó Dimitry, quien bajaba las escaleras con Irina detrás.

En cuanto vio a la señora Péshkov pensó en dar media vuelta e irse, pero Irina no parecía tener la misma idea.

-¿Pasa algo?- preguntó está última.

-Sí, sí, estos dos secuestraron a mi hija.

-¿Puede probarlo?- habló Dimitry arqueando una ceja, como si nada de eso le pareciera nuevo.-Señora Péshkov, no es que desconfíe de usted, pero el mes pasado creyó perder sus aretes de rubíes, acusó a Pavel y a Arsenín de tener una conspiración, pero en realidad usted misma traía puestos los aretes.

Hendrix y Abey trataron de ahogar la risa, y aunque Zinaida se dio cuenta, sólo sonrió como si a ella le divirtiera verlos.

-Que les parece si...-sugirió Irina-si Yekaterina no aparece, quiere decir que tal vez salió y de ser así todo lo que tenemos que hacer es esperar a que vuelva, y mientras esperamos podemos buscarla en el edificio para estar más seguros.

-Me parece bien-concluyeron Dimitry y Zinaida.

Después de eso Dimitry subió a informarles a Pavel y a Arsenín sobre lo sucedido. Ambos bajaron, y así los ocho comenzaron a buscar por toda la casa.

-Muy bien, nos dividiremos de la siguiente manera-decía Pavel, quien parecía muy emocionado por organizar, incluso demostraba tener experiencia en esto-cada quien buscará en su piso, después nos reuniremos en el comedor y hablaremos de cualquier rastro de la señorita Yekaterina, ¿entendido?

Todos asintieron y fueron a buscar a sus respectivos pisos, aunque la señora Péshkov siguió a Hendrix y a Abey para estar más segura, y por seguridad Zinaida decidió acompañarlos.

Entraron en el cuarto piso y los cuatro comenzaron a buscar por todas partes; debajo de las camas, en la sala, en los baños, pero no había nada, absolutamente nada.

Después de eso, todos bajaron a comer, nadie había encontrado nada, y como ya habían pasado varias horas desde que se supo algo sobre Yekaterina, la tención comenzaba a sentirse.

Antes de que se sirviera la comida, todos estaban bastante callados, aunque no estaban del todo seguros, ya era extraño que la señorita desaparecida no se presentara por ninguna parte.

Abey-le decía Hendrix- ¿podemos hablar un momento?

Abey no dijo nada, simplemente se levantó de su asiento y ambos salieron por la puerta. Se tomaron un par de minutos antes de volver a entrar.

-Sí, bueno...-decía Abey a su amigo mientras ambos caminaban en dirección a la mesa-...estoy de acuerdo contigo en ese aspecto, pero toma en cuenta que no será tan fácil.

Varios de los que escucharon es último comentario intercambiaron miradas de duda.

-Nos retiramos...-dijo Hendrix en voz un poco alta.

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