Capítulo 6- ¿Lo tenemos?

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Por la mañana las cosas no habían cambiado en lo más mínimo, pero durante el desayuno los dos chicos parecían estar tramando algo, o al menos, esa sería la única explicación de por qué se veían ambos tan joviales. Sin embargo, se negaron por completo a compartir sus ideas:

-En lo absoluto, no es más que una hipótesis, pero ya verán que hoy se resolverá esto, o por lo menos gran parte de.-fue la respuesta de ambos.

Al final del desayuno los dos muchachos le prometieron a la señora Péshkov que ese mismo día encontrarían a su hija. A las once con cincuenta minutos Abey y Hendrix se reunieron una vez más en el cuarto de Yekaterina.

-Sólo espere un segundo...-le decía Hendrix a Péshkov mientras miraba atento por la ventana. El día era un tanto obscuro, tanto así, que fue necesario recorrer un poco la cortina de la ventana para ver a través de ella.

El reloj marcó la una en punto, y de nuevo volvió a aparecer el mismo joven cerca de la entrada del edificio, quien parecía buscar algo entre las ventanas. Hendrix se acercó un poco más al frío cristal para poder contemplarlo mejor. El joven extraño dirigió la mirada hacia la ventana y seguramente logró percatarse de que estaba siendo vigilado, ya que al instante el muchacho comenzó a correr a toda velocidad, seguido de Abey quien se había mantenido fuera del edificio esperando a que apareciera de nuevo. Comenzó una persecución de la que Hendrix no fue testigo a causa de que ya habían corrido muy lejos. Simplemente se sentó y esperó el regreso de su amigo. Ya habían pasado un par de horas cuando Hendrix preocupado estaba a punto de salir en la búsqueda de su compañero, pero justo cuando se dirigía a la puerta de salida, apareció Abey, con la respiración entrecortada, su ropa y su cara se habían llenado de polvo. Le ofrecieron una silla del comedor Pavel y Zinaida quienes también preocupados se disponían a salir a buscarlo. Abey tomó un vaso de agua y luego habló:

-Se ha escapado...-sentenció. Luego respiró un poco y siguió hablando- lo seguí hasta una casa en ruinar a unos seis kilómetros de aquí, es fácil entrar por una ventana rota y sin barrotes.- se tomó una pausa para seguir respirando- Lo perdí en la casa, él subió el segundo piso y a partir de ahí perdí rastro alguno de él. Sólo sé que no debe de pasar mucho tiempo en esa casa aunque la conoce bien, tampoco había huellas entre el polvo o algo que indicara algún movimiento reciente.

-Las casas antiguas son un verdadero misterio.-dijo Hendrix con los codos apoyados sobre la mesa y sus dedos entrecruzados justo enfrente de su boca.

Después de esas palabras, durante treinta segundos nadie dijo nada, pero después, todos los presentes habían notado un fuerte cambio en la cara de Abey.

-Señorita Zinaida-comenzó diciendo, en su voz aún se notaba el cansancio- ¿En esta casa no hay túneles subterráneos?

Zinaida salió del comedor, excusándose que buscaría entre el papeleo de la casa algún plano que les dijera acerca de la entrada o salida hacia alguna habitación o túnel subterráneo. La muchacha llegó al comedor después de unos minutos con una valija llena de polvo, en su interior había varios papeles; algunos amarillentos y otros tenían una apariencia más nueva. Al fondo de la valija se encontraba el papel más grande y amarillento de todos. Zinaida apartó todos los papeles para poder sacarlo, ¡ese era el plano de la casa!

Lo extendió sobre la mesa y todos los presentes (incluyendo a Péshkov, quien histérica quería conocer los avances en la búsqueda de su preciada hija).

Efectivamente, había trazos de líneas extrañas entre las habitaciones, no cabía duda... eran túneles.

-¡Exacto!-exclamó Hendrix emocionado ante ese gran descubrimiento.-Buen trabajo, Abey.

-No es nada-más que feliz por haberle dado al clavo, Abey parecía estar algo afectado por su derrota en la persecución de aquel sujeto misterioso.

Cabía la posibilidad de que el misterio ya había sido resuelto, pero todavía existían muchas piezas que no encajaban y sólo había una manera de averiguarlo todo: bajando a una de los túneles.

En sí todos los túneles estaban conectados, sólo había que elegir la entrada adecuada.

La más accesible, y una de las pocas que no había sido bloqueada por algún mueble, era una que se encontraba en forma de trampilla en la cocina. Les tomó unos minutos identificarla ya que estaba perfectamente camuflajeada entre los azulejos del suelo.

Entre Pavel y Dmitry ayudaron para levantar la trampilla por medio de unas palancas, fue un tanto difícil, puesto que la trampilla estaba atascada. Abey y Hendrix analizaron un momento el hueco que se había formado en el suelo. Había unas escaleritas de fierro que sobresalían de la pared del túnel hasta perderse en la obscuridad. Parecía ser peligroso y no se le veía fondo. Pero como el lógico, Hendrix y Abey sólo demostraron interés en vez de miedo alguno. Se prepararon con cuerdas y linternas. Dmitry se quedó con las sogas para usarlas en caso de emergencia. Ya era hora de entrar al túnel...

Una vez que alumbraron con mayor profundidad el túnel, se dieron cuenta que no era tan profundo como parecía. Atando una linterna de aceite y una bajándola lentamente con la cuerda se podía distinguir el fondo perfectamente. No podían ser más de cuatro metros. El suelo era de concreto grisáceo y había un pasillo del mismo material. Éste era delgado, de unos dos metros de ancho y no se distinguía hacia dónde iba, aunque según los planos, el túnel desembocaba en el lado oeste de la casa, en una parte del patio.

-Tengan cuidado- sugirió Zinaida a los dos muchachos que ya habían entrado en el túnel. Su voz resonó entre los muros en forma de eco.

El túnel en sí era gris y frío, y la única luz que existía era proveniente de las linternas. Estaba en completa calma, como si el tiempo no pasara, y el único ruido eran los pasos de Abey y Hendrix. 

GotovyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora