Odio el día de San Valentin. Quiero decir ¿Quién fue el genio que inventó un día para que las parejas actuaran más melosas de lo normal, y los desdichados trataran de conseguir una cita con el "amor de su vida"?
Y lo peor de todo, es que era día de escuela. No podía ser un sábado, donde Chloe y yo termináramos viendo Never Been Kissed o Mean Girls soportando las quejas por teléfono de Chelsea sobre que su cita no era buen besador y luego lamentándonos el haber comido barras de chocolate y nutella al mismo tiempo.
En cambio, tengo que soportar a estos adolescentes desesperados por amor y atención, que no encuentran nada más genial que besuquearse en la puerta de mi casillero.
—¿Por qué no consiguen un cuarto?— les dije mientras los corría lejos. Observe como algunos chicos de primero miraban a la pareja mientras tenían su after-sex— Por favor, si están desesperados consigan un calcetín y una computadora.
Se alejaron rápidamente mientras a los lejos veía a Chloe con los típicos dos cafés en sus manos y a Chelsea— como era de costumbre en los catorce de febrero— con cinco ramos de flores.
Cuando por fin estuvieron frente a mi, el primer comentario de Chloe fue:
—Cariño, tu cara grita "Menstruación" y combinarlo con el día del amor no debe ser nada bueno— me entregó el café mientras yo le pasaba el muffin.
—Saben cuanto odio esta fecha— gemí mientras nos dirijiamos al auditorio. Como era de costumbre, esta escuela organizaba una especie de 'cupido secreto', alguien dejaba notas, flores o chocolates en tu casillero y al final del día, esa persona tenía que revelar su identidad.
Patético.
—¿Cuántos pretendientes llevas hasta ahora, Sea?— cambié de tema, fijándome nuevamente en las flores que mi amiga llevaba. Ella bufó sonoramente.
—Contando las otras tres rosas que están en mi casillero, ya van ocho— y eso era lo que Chelsea Lovely lograba. Nadie podía negar el encanto en sus ojos celestes o su despampante personalidad.
—Hoy si que tengo trabajo pateando traseros— Chloe botó él vaso plástico vacío e hizo tronar sus dedos, y como siempre, la regañé.
—Se te desformaran si sigues haciendo eso— la mire con expresión severa.
Tomé la puerta para abrirla, pero un chico me empujó y pasó, literalmente, por encima mío.
—¿Pero qué...?— me fijé en quien era. Nunca lo había visto. Aunque no me fijo en las personas asi que no me preocupa eso.
Observe sus ojos. ¡Claro! ¡Si lo había visto!
—¿Ese no es el que se rió de ti cuando bailaste en el pasillo?— dijo Bella.
—Cuantas veces tengo que decirlo Bella, tu y yo somos la misma persona— le respondí. Obviamente no hablaba en voz alta. Pero estoy casi segura de que ponía expresiones raras al estar pensando.
—Si claro, lo que tu digas, aunque yo nunca haría el ridículo frente a un chico tan guapo como él.
—Sabes como son los chicos de esta escuela, de seguro es un idiota.
—Charlie, ¿Estás bien?— sentí la voz de Chloe— Hacías muecas raras.
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Manual para ser una fresa.
Teen FictionEn el momento en que Charlotte Evans puso un pie dentro de la secundaria Grigori, fue etiquetada como la 'chica fresa', y eso en realidad nunca le importó, hasta que vio como era tratada una chica de primer año. Le recordó a su propio infierno. Y es...