Se equivocan

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*Fragmento de ¿?*

El trabajo había sido agotador para Camila ese día, no era el simple hecho ya de atender a docenas de personas, sino además, que en su casa la esperaba un par de faroles en los que se perdía siempre que sus miradas chocaban; Lo más difícil de sobrellevar en la jornada de hoy había sido todo el asunto de "-Debemos encontrar a Moscardi.-", "-¿Quién sabe dónde estará? Activemos no podemos dejar que lastime a alguien.-". Miles de insultos pasaron por la cabeza de la castaña ni bien llegó a trabajar, Hernán podría ser de todo pero jamás se parecería a las palabras que sus colegas y jefes discutían. Todo estaba bien, él estaba en su casa y ella solo necesitaba unas horas para demostrarles a todos que el rubio era una persona, no un monstruo.

El ruido de la puerta cerrándose despertó a Hernán, quien sin darse cuenta bien de donde estaba notó que ya eran más de las cinco y que su castaña preferida ya había llegado.

-Her, llegué.- Dijo Camila mientras pasaba el umbral que separaba la cocina de la sala de estar, allí se encontró con el rubio quien estaba recostado sobre el sofá.

-Hola extraña.- Le respondió con una sonrisa cansada, vaya que había dormido.

-¿Dormiste todo el día?- Preguntó mientras dejaba su bolso caer con pesadez.

-No me lo preguntes como si fuera un vago.- Se defendió en broma el mayor, mientras le dedicaba una mirada desafiante a su ¿Novia? ¿Amante? ¿Salvavidas?

-Dale, sabes como lo digo. No me mires así.- La castaña se acercó más al borde del sofá con una sonrisa en el rostro. -Basta Her.- Volvió a decir.

-¿Ahora no te puedo mirar? Muchas reglas.- Se sentó y acercó su rostro al de la menor.

-Tonto.- Y sin una palabra más abrazó al rubio.

Cayó sobre él, ambos ahora recostados sobre el sofá se regalaron el primer beso de la tarde.

Fragmentos entre cuaderno y cuadernoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora