Presentación

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 Hace décadas que no escribo una carta; no desde que cambié la pluma por el hacha, el tintero por la pólvora y los versos por palabras ancestrales que en los labios equivocados podrían derretir la carne de un mortal.

Mi nombre es Kátsar, o al menos es el nuevo nombre que he adoptado huyendo de un pasado oscuro y peligroso. No puedo decir que el viaje haya sido placentero,tuve que huir de la tierra que me vio nacer y luchar por ella; han puesto precio a mi cabeza, tal suma de oro que nadie dudaría en degollarme a la primera de cambio. Aunque mi deseo es iniciar una nueva vida en una remota isla llamada Mérlobock, sólo el dinero es capaz de arrastrar rumores tan lejos, de modo que es mejor que de ahora en adelante se me conozca como Kátsar.

De la tierra que provengo, sus habitantes nos conocen como los kristin, lo que en vuestra vulgar lengua llamáis: un cazarecompensas. Sólo espero que mi llegada a Mérlobock pase desapercibida y que mis habilidades de kristin sean suficientes para empezar una nueva vida.

Mi padre solía decir que si un hombre no deja un legado por el que le recuerden las generaciones venideras, mejor no haber nacido. Estas cartas son mi legado, un día servirán para contar historias de héroes antiguos que animen a los soldados antes de la batalla, servirán para inspirar los versos más hermosos de las canciones de amor que los jóvenes enamorados entonarán; los juglares difundirán mis hazañas con cuentos y acordes de laúd, y puede que incluso un día alguien levante una estatua en mi honor. Nada como una recreación en piedra de uno mismo donde puedan cagar las palomas. 

¿Por qué, en nombre del buen juicio y la sensatez, querría alguien huir a una isla como Mérlobock? Carezco de aliados y me sobran los enemigos, sólo tú, joven bardo, sabio cronista o mera fulana de mercado esclavista, eres la persona en quien puedo confiar mis memorias. Que cada una de mis cartas guarden un lugar privilegiado en tu mente, y ayuden a difundir mi palabra entre las gentes de tu tierra. En una taberna, en un burdel o en el puerto, no olvides narrar las hazañas de Kátsar, el último kristin .


Firma: Kátsar


Las Cartas de KátsarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora