Dejé a Cris nuevamente en el trabajo, y fui hasta la oficina. Tenía muchos pendientes atrasados y debía adelantar algunos artículos que serían publicados la semana entrante. Así que me relaje de todo mi exterior y me dediqué al trabajo. Algo que no era muy difícil, era esa mi pasión, la herencia de mi padre. Porque si hubo algo que me dejó, fue las inmensas sensaciones que me produce estar frente a una máquina y teclear y teclear para formular expresiones que detallen con amplitud el pensar y el sentir de alguien más, incluso de mi mismo.
Casi nunca hablo de mi padre, pero no porque me cause dolor, al contrario. Es sólo que no tengo mucho para decir. Muy poco lo conocí, si es que puedo decir que lo conocí, claro. Mi madre y él se separaron cuando yo estaba muy joven y casi ni recuerdo su rostro. No hay fotos, ni detalles, sólo alguna que otra imagen borrosa guardada en mi memoria como recuerdo de mi infancia. A mi madre no le gusta hablar de él. En las tardes lluviosas cuando le solía preguntar, ella sólo me miraba y decía: "Tu padre se ha marchado en busca de él". Yo asentía y simplemente olvidaba el tema. Siempre era la misma respuesta y jamás entendí qué quiso decir con eso.
Poco a poco fue pasando el tiempo, la curiosidad y la ansiedad. Hasta un jueves en clases de Ciencias que le pregunté a la profesora Ines a dónde se marchaban las personas que iban en busca de sí mismo. Ella guardó silencio durante mucho rato y luego dijo:
—Al vacío.
Yo quedé desconcertado, así que insistí.
—¿Al vacío?
—Sí. —Dudó un momento y prosiguió. —Muchas personas creen que algún día caminarán y se encontrarán con el que quieren ser en el futuro. Pero están herrados, y terminan sólo encontrando un vacío.
—¿Nunca nos encontramos con nosotros mismos? —Pregunté.
Y entonces ella respondió:
—No. No nos encontramos, Jey. Nosotros nos vamos creando de acuerdo a lo que soñamos.
Y fue así como comprendí que mi padre, se había ido al vacío.
Mucho tiempo después cuando fui desarrollando mi pasión por la escritura y el periodismo, mi madre dijo que a mi padre también le apasionaba lo mismo. Pero cuando osé por preguntar más, se dio la vuelta y se marchó. Así que es sólo eso lo que puedo decir que él. Y de cierto modo podría alegar que me alegra saber que al marcharse al vacío me dejó este gran detalle.
Mis hermanos menores jamás preguntaban por mi padre, excepto hasta después de crecer lo suficiente para notar que la mayoría tenía uno en su hogar y en el nuestro, faltaba. Mi madre dijo lo mismo que a mí, que se había marchado en busca de él, ellos me miraron confundidos y yo asenti. En realidad nunca nos hizo falta un padre, nuestra madre fue capaz de llenar cualquier vacío, incluso ese que dejó él cuando se marchó al suyo.
Si algún día llegará a tener hijos y me siento agobiado, estoy seguro que los tomaría de la mano y caminaría junto a ellos a crearme.
Llegué a casa muy tarde luego de un largo día de trabajo, encendí un cigarrillo y me senté en el gran sofá de frente a la chimenea. Hacía mucho viento y el frío se colaba por las rejillas de las ventanas. No sé cómo ni cuándo pero en el momento en que volví a abrir los ojos ya el sol del amanecer se escurría por el mismo lugar. ¿Qué ironía, no? En un abrir y cerrar de ojos todo a tu alrededor puede cambiar. El tiempo es así, fugaz y desesperado. Sólo pasa y pasa sin esperar a que te sientes cómodo para ver la vida transcurrir. O estás preparado o te sorprende. Aunque dedo admitir que de igual manera así estés preparado, siempre te sorprende.
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Intermedio.
RomanceEse día fue común; lo mismo de siempre: millones de besos, centenares de ilusiones y entre dos corazones, uno que quedaba en pedazos. ¿Qué ironía, no? Pensar que un corazón se puede destrozar segundos después de haber llegado justo al éxtasis de la...