Capitulo 8
En cuanto llegamos a su perfecto Mercedes Clase S, un coche precioso, la verdad y eso que me iba más el Audi, arrancó y yo le dije primero la dirección de mi casa, ya que todavía seguía con la ropa de deporte. Tardamos unos minutos, le dije que si se podía esperar unos minutos y ella asintió, subí corriendo hacia mi apartamento, encontrándome de cara con mi pequeño amigo animal Steve, un gato completamente de color blanco y ojos celestes, le acaricié un poco y rellené su plato para que pudiera desayunar. Mientras caminaba hacia el cuarto de baño, mi ropa se esparcía por el suelo, cuando llegué fue solo entrar a la ducha y prender el agua, que por mi mala suerte salía congelada pero no tenía tiempo para pararme, así que me duché rápidamente, me puse los primeros vaqueros que me encontré, mis botas militares, una camiseta blanca junto a mi chaqueta de cuero y unas de mis gorras. Cogí las cosas de la universidad y salí corriendo escaleras abajo, tropezando en unos de los escalones.
—¡Joder!— mascullé, me había hecho daño en el tobillo derecho, intenté caminar pero me dolía demasiado, me paré un momento, no podía faltar a clases ni al entrenamiento de boxeo, mi tobillo debería de espera, me enderecé, cogí aire y caminé como pude, intentando olvidar el dolor terrible en mi pobre pie, «eso te pasa por ir tan rápido en estas escalera que se caen a pedazos y por no organizar tu maldito tiempo.» Alguna vez, ¿vas a dejar de comentar todo lo que hago, según tu punto de vista, mal? « No, mi trabajo aquí es molestarte y recordarte todo lo que has hecho mal.» ¿Y te pagan por ello, acaso? « Deja tu asqueroso sarcasmo y piensa un poco, soy tu subconsciente, ya me gustaría a mí que me pagaran cada vez que comento cada suceso tuyo que has hecho mal, sería ahora mismo millonaria.» Dejando de lado a mi estúpido subconsciente, « ¡Oye!» me dirigí hacia el auto.
— ¿Has tenido algún percance en tu apartamento? Has tardado algo más de lo que yo esperaba.— Dijo, riéndose por lo bajo, yo la fulminé con la mirada, no le iba a decir el pequeño accidente que he tenido con la maldita escalera, así que solo bufé y me limité a indicarle donde quedaba mi universidad. Mientras que estábamos de camino, seguíamos hablando sobre mi tardanza.
— Solo tarde un poco más porque tuve que darle de comer a Steve — dije, observando el paisaje a través de la ventana, ella se giró y, mirándome algo extrañada y entonces caí en la cuenta que nunca le mencioné que tenia una mascota.— Mi gato.— Ella me miró, sorprendida, entonces, no sé como, me quede sorda gracias al grito de parte de mi acompañante.
— ¡¿Y me lo has dicho ahora?! ¡Yo quiero verlo!— Gritaba mientras miraba hacia la carretera, intentando no chocarse con ningún coche que se encontraba por delante nuestra. En cuanto hubo un semáforo en rojo, ella me miraba con cara de suplicación, suspiré y saqué mi móvil, busqué por mi galería una foto del pequeño Steve y se lo enseñé, en cuanto tuvo en su poder el móvil y pudo ver la imagen, me quede nuevamente sorda o aún más, ella acariciaba el móvil como si pudiera tocarlo de verdad, y decía cosas que no entendía porque... es raro de describir, pongamos un ejemplo, cuando tu abuela te coge de las mejillas y las aprieta fuertemente y te empieza a decir cosas bonitas pero de una manera rara, como si fueras un peluche. « Nadie te habrá entendido Alex, no sabes explicarte cariño.» Pues, ya que eres tú muy inteligente, querido subconsciente, tu sabrás lo que estoy diciendo, explicalo tú, si eres tan amable. « Primero, más amable que tú, lo soy y segundo, como ya te dije antes, mi trabajo aquí es molestarte, no explicar lo que tú intentas decir.» Recuérdame el por qué de no haber ido aún a un psicólogo.
Después de unos largos minutos de preguntas sobre Steve y jurar que un día se lo enseñaré en persona, llegamos a la universidad.
— Gracias de nuevo por traerme aquí y siento causarte molestia, seguramente tendrás cosas por hacer. —Dije, esbozando unas de mis mejores sonrisas, ella sonrió y negó con la cabeza.
— No pasa nada, además, al menos he ganado la visita del pequeño Steve. — Dijo, mientras que sus ojos se iluminaban, de verdad que esta mujer estaba obsesionada con los gatos.
— Bueno, me tengo que ir, antes de que me dejen fuera del salón, ¿nos vemos en el restaurante que te mencioné? — ella asintió con la cabeza — ¿sabrás llegar? — rodó los ojos y asintió de nuevo, yo le sonreí de lado pero, antes de bajarme, ella me cogió de la chaqueta, me dio un beso en la mejilla y dijo:
— Que tengas una buena mañana y estaré esperando impacientemente nuestra cita. — Me sonrojé un poco, ya que ella se lo había tomado como una cita, yo le devolví el beso, pero de forma más casta y bajándome del auto sin mirarle la cara, estaba algo avergonzada, « Espera, espera, ¿he escuchado bien? Alejandra Pierce, ¿avergonzada? Wow, esto es nuevo, o te estás enamorando perdidamente de ella o va a llegar el apocalipsis zombie.» Eres una exagerada, ¿lo sabías? Me dirigí hacia la puerta principal pero antes de entrar, me giré hacia donde se encuentra el perfecto coche y aún seguía allí, me estaba observando, notó que yo la miraba y se despidió que la mano, yo hice lo mismo y, después de esto, desapareció por el tráfico. Espero que las clases terminen pronto para volver a verla, pero, ¡¿qué estoy diciendo?! Sacudí un poco la cabeza y me adentré hacia el gran edificio, buscando el salón del profesor Robinson, espero no llegar tarde.
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¿Un amor posible?
RomanceSinopsis Alejandra Pierce, una estudiante de psicología en la universidad de Barcelona, también conocida por su personalidad un poco... distante, fría. Es la campeona del campeonato más importante de boxeo, ella es normal, tiene sus pocos amigos, pe...