Capitulo 10

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─ ¿Nerviosa por tu cita?─Dijo Paul, mientras conducía al lugar donde le había indicado.

─ Primero, no es una cita y segundo,─miré a Paul─ ¿desde cuando he estado nerviosa por quedar con una chica? Y tu te haces llamar mi mejor amigo.─Él me miró, arqueando unas de sus cejas negras, yo solo alcé ambos hombros, de manera inocente. Mientras que él se entretenía en intentar imitar a Adele, que entre nosotros, era muy pésimo cantando, yo observaba las motos que nos adelantaba, ¿ahora cómo iba a conducir mi preciosa moto? Esto es peor que la muerte de Mufasa, bueno, tampoco nos pasemos, «por no decir que tu siempre lloras en esa parte.» Tú lo que deberías es callarte y no dar información no deseada, «sí tu lo dices... además, que no serás la única pero bueno, una chica que se hace la dura, la chica fría que enamora a todo ser del universo, creo que tu reputación bajaría a cierto nivel en el que serías la chica sensible y tierna que enamora a todo ser del universo.» De todas maneras, enamoro, eso no cambia pero, como ya te dije antes, cállate.

Llegamos al pequeño restaurante después de que Paul tuviera su pequeño show musical de camino aquí y yo soportando cada palabra desafinada pero, para que engañaros, yo también me uní con él cuando salía unas de mis canciones favoritas, con la ayuda de mi mejor amigo, salí del coche y me dirigí hacia la puerta, no antes de despedirme de Paul con un abrazo.

─ Cuando ya termines con tu pequeña cita, llámame y te llevo a casa, si es que no te vas a la de ella a...─no le dio tiempo a terminar porque se llevo una colleja de mi parte, empezó a acariciarse en la parte afectada y me sacó la lengua.

─ Tranquilo, que si necesito tu ayuda o tu servicio de taxista te llamaré,─iba a entrar al pequeño edificio y me volteé hacia Paul─ y otra cosa, yo nunca me acuesto con nadie en una primera cita─. Dicho esto, me adentré, no sin antes guiñarle a Paul, el cual me respondió con una sonrisa burlona y negando repetidamente con la cabeza. 


En cuanto entré, el olor a comida llegó a mi olfato y mi estómago respondió al instante a ese olor, tenía mucha hambre, fui hacia unas de las mesas vacías, pero un hombre alto, de complexión fuerte, y vestido con un traje de color negro, se me acercó.

─ ¿Es usted la señorita Pierce?─Preguntó, con voz grave y melosa, yo asentí levemente con la cabeza.─ ¿Sería usted tan amable de acompañarme hasta la señorita Anderson? La está esperando─. Miré por un momento desconfiada a aquel armario, pero accedí a su petición. Nos encaminamos hacia la terraza del restaurante y, con mi mala suerte, había escaleras, lo que sería muy difícil y lento para mí. «Vamos, no me seas quejica, ¿cuántas veces habrás subido a un cuarto piso con muletas porque no había ascensor? Mientras no te caigas como pasó la última vez...» Sí, sí me acuerdo y tranquila, que no me pasará. Empecé a subir escalón por escalón, mientras aquel hombre me miraba, con precaución.

─ ¿Quiere que le ayude, señorita Pierce?─Yo sólo seguí mi trayecto, negando con la cabeza hasta que, en un escalón por lo que se ve estaba mojado y me escurrí y, por la poca suerte que tenía, me sujetó aquel hombre.

─ A lo mejor un poco sí─. Dije, sonriendo de forma torpe, él me sonrió levemente y me levantó, sin ninguna dificultad, y empezamos a subir los escalones, esta vez, con ningún accidente de por medio.


Llegamos a la pequeña terraza y, como si esto fuera una reunión de una mafia, había varios hombres iguales que Karl, que así es como se llamaba según me dijo él. Cada uno estaba en una posición estratégica y esto, me intimidaba un poco, Karl me acompañó hacia una mesa, que estaba vacía y me ayudó a sentarme, después de un "gracias" y "estoy bien, puedes retirarte" se fue y me quedé a la espera de la pequeña chica misteriosa. Me apoyé en la mesa con mi mano derecha y observé cada cosa de mi alrededor mientras esperaba a mi acompañante. Miraba a los edificios que se encontraban en frente mía, altos y con cristaleras gigantes, escuché el ir y venir de los coches, sentía la pequeña brisa que había hoy, reposé mi espalda en el respaldo y cerré los ojos, echando la cabeza hacia atrás y cerrando los ojos, notando el calor que irradiaba el sol, no sé cuanto estuve así pero alguien se acercó sigilosamente hacia mi.

¿Un amor posible?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora