Capitulo VIII

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Pase toda la noche pensando en la chica de los audífonos, en él chico de cabello azul, y en la chica de las ratas y serpientes.

Por la mañana cuando desperté, salí y la señora dijo --Hijo, sientate a desayunar, te hará bien-- --Gracias pero seguiré con mi camino, tengo una larga vida que arreglar-- respondí muy confundido.

Cuando salí de la casa solo escuche un grito --Cuidate de las ratas y las serpientes chico-- al voltear me pregunte si en verdad quería irme de ahí, ¿A donde iría? ¿Que seria de mi vida, acaso seria un vagabundo? No tenia ni un poco de idea así que decidí volver a casa decirle a mi madre cuanto la había extrañado, cuanto había llorado por la perdida de mi hermano, que había pasado esa noche, que había sucedido con la chica del camión de la cual estaba pérfidamente enamorado y de un día para otro había decidido olvidarla por completo, olvidarme del amor, e incluso de la vida.

Y así fue, tome un autobús directo a casa.

Baje del autobús, y, camine rumbo a mi casa, pero me desvíe un poco, compre unas cajetillas de cigarros y seguí mi rumbo, cuando llegue a mi casa estaba mi madre sentada en él sillón como él día en que recibimos la horrible noticia de que mi hermano había fallecido, --Ho..hola madre-- dije sin ánimos de nada, mi madre alzo la mirada y corrió hacia mi y me abrazo lo mas fuerte que pudo, fue ahí cuando me di cuenta de que si había alguien en él mundo que me amara incondicionalmente sin pedirme el mismo sentimiento de mi parte era ella, --Amor no sabes lo preocupada que me has tenido estos días, te e llamado millones de veces, te
extrañe-- y no pudo seguir por que las lágrimas la invadieron --Tranquila, ya estoy aquí, te amo-- dije con un nudo en la garganta.

La Chica De Los AudífonosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora