CAPITULO 2: Academia de Danza

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El sonido del despertador de mi celular duró lo que tardé en desbloquear mi celular y apagar el chirrido que emitía el mismo. Me encontraba boca abajo y abrazando la almohada, adorando poder dormir en aquella cama en lugar de los incómodos asientos de avión.

—Es demasiado temprano... —susurré con la voz pastosa y los ojos apenas entreabiertos para vislumbrar la hora que figuraba en mi teléfono ya configurado con el tiempo en Corea.

Las 6:00 a.m. Para mi, la madrugada.

Giré sobre la cama hasta quedar boca arriba y giré mi cabeza lo suficiente para mirar el ventanal a mi izquierda, notando que todavía la oscuridad reinaba en el exterior debido a que, al ser invierno, amanecía más tarde. Unos golpes en la puerta y el sonido de la misma entreabriendose junto con la luz repentinamente prendida hicieron que apretara mis párpados y tapara mi rostro con la almohada.

—¡A despertarse bella durmiente! No vas a querer llegar tarde a tus cla.. —interrumpió su frase al ser golpeado ferozmente en la cara con la almohada que antes se encontraba en mi rostro.

—¡Mierda Nicolás, si vas a tocar esperá a que conteste, no abras la puerta y entres sin más! —exclamé furiosa, fruto de mi poco tiempo durmiendo (fueron apenas cinco horas)— ¡A QUIEN CARAJOS SE LE OCURRE DAR UNA CLASE DE DANZA A LAS OCHO DE LA MAÑANA!

—Ay, olvidaba lo enojada que te ponías si te despertaban demasiado temprano... —susurró Nicolas soltando un pequeño suspiro.

—¡TE ESCUCHÉ! —otra almohada fue directa hacia él pero pudo detenerla antes de que impacte nuevamente contra su rostro.

—Tenemos vecinos, ¿sabés? ¡Bajá la voz! —dejó las almohadas a un costado y se dió media vuelta—. Prepararé el desayuno, ¡no tardes pequeña ogra! —y cerró la puerta antes de que su amiga le tirara con algo mucho peor que una almohada.

Generalmente no me tomaba mucho tiempo bañarme y alistarme para salir, puesto que el cuidado que tomaba en ello era sólo el indispensable para sentirme cómoda. Pero esta mañana, al sentir el torrente de agua tibia sobre mis músculos agarrotados, decidí que podía darme el lujo de demorar unos minutos más; no tantos como para retrasarme en mi horario en la Academia, pero sí más de lo normal.

Una vez finalizada mi "ducha rápida", me vestí sencillamente con un conjunto de la ropa que me había encargado de desempacar el día anterior antes de dormir: unas calzas negras, una remera corta que dejaba ver mi ombligo y por encima un pullover gris largo con un corazón negro en el centro. Con unas zapatillas de tela grises y un gorro de lana del mismo color que tenía un pompón en el extremo superior. En mi rostro solo coloqué un poco de base (para tapar las malditas ojeras) y delinee mis ojos con un lápiz negro sutilmente, no me gustaba ocupar mucho maquillaje. Tomé mi bolso y, luego de depositar dentro del mismo celular, llaves, dinero y todo lo necesario para el día (además de tomar mi abrigo), salí de la habitación y caminé hasta la sala.

—Hasta que terminaste Lu, pasó casi una hora desde que fui a despertarte —reprochó Nico mientras tomaba un sorbo de su taza de café. Iba vestido con unos jean elastizados negros, unos borcegos, y una remera con cuello en v que dejaba al descubierto parte de su pecho y se ajustaba en los lugares precisos para resaltar sus músculos.

—¿Cuándo creciste tanto? —pregunté con nostalgia mientras me acercaba al sillón para sentarme a su lado— Por cierto, te vas a abrigar más para salir, ¿verdad? No quiero tener que cuidarte cuando te resfríes —bromee ya sentada a su lado y sirviendome café en mi taza.

—¿Estas preguntando cuando me convertí en este sexy ser humano a tu lado? —Nico hizo una pose intentando parecer supermodelo y revolviendose el cabello aún húmedo por la ducha que seguramente había tomado.

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