CAPITULO 3: Conociendo a mis idolos

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Un mes había pasado desde mi llegada a Corea; mi soltura con el idioma había mejorado bastante y, gracias a mi arduo entrenamiento, mi rendición en la Academia había mejorado notoriamente. En cuanto a mi trabajo en la cafetería, estaba encantada; el ambiente era ameno y, a pesar de que estaba constantemente lleno de gente y de que mi horario comenzaba luego de la academia haciendo que terminara doblemente agotada, la buena energía en el ambiente me ayudaba a alivianar la carga... a excepción de una cosa, o mejor dicho, persona: mi compañera de trabajo Young Mi, la persona más arrogante y envidiosa que podías encontrar y que amaba hacerme la vida imposible; no entendía qué le había hecho yo para recibir ese odio de su parte, pero tampoco me interesaba estar metida en problemas, por lo que me dedicaba a ignorarla el 90% del tiempo. Para finalizar, no me había cruzado ni una vez con los amores de mi vida, aún si Nico me había comentado que había oído que se pasarían más seguido por la agencia.

Solté un suspiro antes de colocar de nuevo la taza de café (últimamente vivía a base de café) que sostenía en mis manos en la mesita, era sábado y lo único que tenía programado era la práctica de danza en la que estaba ejerciendo el doble de esfuerzo puesto que dentro de poco la escuela celebraría un festival en el que estarían invitadas varias bandas idols y caza talentos: una oportunidad única.

Tomé mi abrigo y mi bolso y me dirigí a la habitación de Nico para informarle que ya me iba, sin embargo, él no respondió ni al primer ni al segundo golpeteo en la puerta, y, al entreabrir la misma levemente, pude notar el por qué: profundamente dormido aún cerca del mediodía, Nico dormía completamente desparramado en la cama, soltando fuertes ronquidos. Sonreí al ver lo pequeño que parecía dormido... Volví a cerrar la puerta y dediqué unos minutos a escribirle una pequeña nota para avisarle de mi salida, al fin y al cabo, no iba a despertarlo en uno de los pocos días libres que tenía de sus trabajos.

Mis piernas me guiaban solas hasta la Academia ya que para ese momento recordaba todo el camino de memoria sin desviarme ni un poco; con mis auriculares puestos y la música lo suficientemente alto como para opacar el sonido exterior pero no lo suficiente como para ocasionarme algún accidente, prácticamente danzaba por las calles mientras tarareaba suavemente las canciones. Me sentía mucho mejor que el día de mi llegada, mucho más cómoda y tranquila de lo que había imaginado estar nunca; si bien extrañaba demasiado a mi familia, no podía negar que había soñado toda mi vida con esto.

Un pequeño copo de nieve se situó en la punta de mi nariz para, acto seguido, derretirse y causarme un cosquilleo. Elevé mi mirada al cielo para ver varios copos más cayendo hacia el suelo. Y mi sonrisa se ensanchó.

—¡Está nevando! —susurré más para mi misma que para nadie más. En Argentina era imposible que nevara y yo, con mi amor por el frío, siempre me había preguntado cómo sería la nieve, la verdadera nieve.

Ahora no quería ingresar a la Academia, preferiría quedarme allí saltando y jugando con aquella masa de hielo caída del cielo aún si ya empezaba a tiritar a pesar de lo abrigada que estaba; pero si quería prepararme como era debido para el festival, debía dar todo de mí. Al fin y al cabo, yo había propuesto una canción para presentar con un grupo de alumnos y por tal, debía demostrar que podía manejarlo.

Con mis manos cubiertas por unos guantes, empujé la puerta de entrada y me adentré en la academia, quitandome el gorro de lana en el proceso y comenzando a quitarme la campera también, puesto que la diferencia de temperaturas era bastante notable. ¿Cómo pretenden que nadie se enferme así? Me pregunté mentalmente mientras ingresaba al aula que me habían asignado para practicar.

—¡A bailar!


Narra Hyuk

—¡Ken deja de hacer trampa! —exclamé empujando a mi compañero y haciendo que su joystick resbalara de su mano.

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