—¡Tom! ¡Despierta!
Su voz se oye lejana, mezclada entre mis sueños e inconsciencia. Oigo movimiento, pisadas que retumban sobre tablas de madera y otra vez escucho mi nombre, esta vez en un tono mucho más suave.
—Tommy —susurra en mi oído y cierro los ojos con fuerza, no queriendo abrirlos—. Dormilón, despierta.
Lo primero que veo es la sonrisa de Dylan, su cálida mirada sobre mí, y por un segundo puedo jurar que sus ojos son alguna especie de máquina del tiempo, porque todo parece normal, tal como si hubiese viajado a la época en que lo mejor que me podía pasar era despertar junto a él.
—Creo que sigues dormido —comenta entre risas y yo parpadeo de forma continua, todavía sintiéndome desorientado—. Bueno, solo quería despertarte para decirte que el desayuno está listo y que tengo que irme.
—¿Qué?
Arrugo la frente y me muevo en el sofá, terminando sentado en vez de estar acostado como hace un rato. Mi mente todavía está algo nublada y es un poco más difícil pensar gracias al sueño que aún hace que mis párpados pesen. Bostezo y froto mis ojos mientras miro hacia mi regazo, encontrándome con una manta de color azul sobre la mitad de mi cuerpo; estoy desnudo y eso es lo que me hace recordar los eventos acontecidos la noche anterior, la razón por la que estoy aquí y no en nuestra cama.
—Mi jefe llamó hace un par de horas —explica, todavía de pie con los brazos cruzados encima de su pecho—. El chico que tenía el turno de hoy está enfermo y me pidió que lo reemplazara hasta las tres.
—Pero... Hoy es sábado, ¿no? —pregunto, más confundido que hace unos segundos atrás— Además, ¿por qué tú? Pensé que...
—Lo sé, Tommy, lo sé —responde en un suspiro y se sienta a mi lado para tomar mi mano derecha entre la suya—. Un poco más de dinero nos vendrá bien y antes de las cuatro de la tarde estaré aquí, ¿está bien?
Lo miro a los ojos por un segundo y no hay forma de evadir el instinto de buscar una mentira. No veo nada: me observa directamente, su pulgar acaricia el dorso de mi mano como si yo estuviera hecho de porcelana y espera una respuesta de mí, algo que le asegure que estoy de acuerdo con lo que me acaba de decir.
—Thomas, lo que pasó anoche... Por favor, confía en mí. Cada una de esas palabras las dije en serio. Prometo que haré que todo cambie. Dejaré de fumar, estaré todo el tiempo posible contigo y después parecerá que nada de esto pasó, como si hubiera sido un sueño. —Se relame los labios y yo bajo la mirada, todavía sin saber qué decir—. Solo te estoy pidiendo la oportunidad de enmendar mis errores... Por favor, confía en mí.
Permanezco allí, en silencio, el calor de su mano contra la mía y suelto un suspiro abatido, frustrado... exhausto. Cierro los ojos y todo parece dar igual, porque caigo en la resignación. Me conformo con esta realidad y me aferro a un ápice de esperanza que aún está intacto, deseoso de creer en Dylan, de amarlo sin que nada importe. ¿Por qué no puedo dejarlo ir? ¿Por qué decir adiós es tan complicado?
Soy patético, porque sé que lo único que me retiene a su lado es el saber que todavía lo amo y nada me importa. Mi corazón no es sensato, no razona, no escucha, no es nada más que un maldito testarudo que escoge soportar heridas graves con tal de tener a su lado a quien lo mantiene con vida. Es una total ironía sobrevivir a las heridas que alguien te causa solo para no perder a esa misma persona... porque necesitas a esa persona. Porque necesito a Dylan, y no quiero necesitarlo tanto. A veces, odio necesitarlo más de lo que debería.
—Está bien. Solo... vuelve pronto, ¿sí? —replico y él asiente mientras sus labios se curvan en una sonrisa. Después me besa en los labios con ternura, un corto beso que no alcanzo a corresponder del todo.
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Colors ↠ dylmas
Fiksi Penggemar❝Tú eras rojo y te gusté porque yo era azul. Me tocaste y de repente me convertí en un cielo lila, entonces decidiste que el morado no era para ti.❞ Dylan no se da cuenta de lo fácil que es dañar a alguien mientras se daña a sí mismo. Thomas lo acep...