Verdades al descubierto.

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Tuve un segundo horrible para mirar a Ethan a los ojos, para ver la horrible certeza estampada ahí, antes de agarrarlo del frente del suéter que pertenecía a mi hermano. Mis manos dejaban un rastro de sombras mientras las empuñaba.

—Llévame —exigí. No grité. Mi voz me sorprendió con su bajo y mortal siseo—. Usa tus alas si debes hacerlo. No importa quién mire. Pero hazlo. Ahora.

Era una cosa salvaje, gruñendo en contra de él, en contra de los gritos que crecían y los vidrios que se rompían a través de la plaza. Tuve el tiempo suficiente para ver sus ojos encenderse de un intenso color plateado mientras mi propio terror aumentaba y se reflejaba nuevamente hacia mí, ahogando completamente el pálido tono verde azulado de sus propios ojos, antes de que se encendiera una luz en su espalda y nos marcháramos.

Un breve momento de desorientación, de nausea que debió haberme puesto de rodillas pero que no lo hizo. La pena lo había hecho, todo por sí misma.

Es gracioso como pasamos todo nuestro tiempo preocupándonos acerca de los Nefilim Oscuros y la insidiosa propagación del cáncer, pero en el final, algo tan rutinario como un accidente de tráfico daba el golpe final. Más tarde leería el reporte. Más tarde cerraría mis ojos y miraría la escena del accidente: la forma en que un auto se había desviado para evitar a otro y había perdido el control del vehículo. Leería acerca de cómo el piloto del segundo vehículo había conducido hasta un poste de electricidad, lo que lo llevaría al hospital, en un esfuerzo para evitar golpear a peatones. Escucharía la palabra "héroe" ser aplicada a mi hermano con apenas una pizca de un gruñido, porque Logan había empujado a Amberlyn fuera del camino. Si no lo hubiera hecho, ella hubiera quedado aplastada entre el auto que venía y un poste de electricidad de hierro forjado reforzado con postes de concreto y acero. Ella hubiera sido aplastada. Estaría muerta.

En vez de eso mi hermano la sacó del camino.

¿Cómo lo había hecho? La sangre Nefilim escondida en sus venas debe de haber hervido, porque ningún paciente de cáncer debería haber sido capaz de moverse tan rápido o de empujar a una mujer joven y sana, incluso alguien pequeña como Amberlyn, a dos metros lejos de los escombros. Sin embargo, lo hizo. Amberlyn recordaba solamente el movimiento, el sonido y el impacto final del pavimento bien lejos de los restos del accidente.

Me preguntaba si alguna vez sería capaz de dejar de odiarla.

Recostado en un charco de su propia sangre, plano en su espalda encima del capó del auto, con ojos vidriosos y viendo hacia el cielo, mi hermano Logan estaba extendido inmóvil y pálido. Vidrios rotos brillaban alrededor de su cuerpo como joyería barata de carnaval. Su hombro y brazo estaban extrañamente doblados, muy cerca de lo que quedaba del parabrisas. Una pierna yacía doblada hacia atrás y debajo de su cuerpo. Pero el resto de él parecía grotescamente tranquilo, como que si hubiera escogido un peligroso e incómodo lugar para observar el cielo. No parpadeó. Su pecho no subía ni bajaba.

Nada en todo el mundo existía más que mi hermano: ningún sonido, ni el conductor del auto, ni las luces parpadeantes de la ambulancia, ni Amberlyn, ni siquiera Ethan. Estoy segura que alguien debió tratar de detenerme, pero no lo recuerdo. No recuerdo a nadie tocándome o impidiéndome seguir. Tal vez no lo hicieron.

Tal vez Ethan me llevó directamente al lugar del impacto y los mantuvo alejados. Quizá vieron algo en mi rostro, en ambos rostros, el de Ethan y el mío, peor que la muerte. Más tarde, me preguntaría cómo hice para pasar por los agentes de seguridad y los paramédicos para observar directamente en el capó del auto junto a la forma inerte de mi hermano, pero justo ahí, estaba a salvo dentro de mi burbuja con Logan.

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⏰ Última actualización: Feb 23, 2016 ⏰

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