Cameron

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  Abrí la puerta y lo vi, tenía una remera blanca y un Jean negro.. Era tan bueno, me hubiera encantado tener un hermano como él.
  
   -Alex, ¿como estas?- Dijo mientras yo cerraba la puerta con llave.

   -Bien.. ¿Donde vamos a ir?- Realmente me intrigaba saber donde iríamos.

   -A la plaza.- Me sonrió.

   -¿Qué? No. Ni se te ocurra.- Lo miré con el seño fruncido.

   -Ya se me ocurrió, cuando intento despejarme siempre voy  ahí.

   -¡Pero si está lleno de niños caprichosos que lloran y se caen de los juegos!- Realmente odiaba a los niños caprichosos, y la mayoría eran así.

   -Bueno, puedes venir conmigo. O puedes... -Señaló la casa- Darte media vuelta y regresar a tu cuarto.

   -No sólo odio a los niños pequeños y caprichosos, también te odio a ti.

   -No puedes odiarme, soy adorable.- Una sonrisa de formó en mis labios.

   - O eso es lo que tu crees.- Sonrió ampliamente y me entregó un.. ¿Casco?

   -Ya terminarás creyéndolo tu también.

   -¿Por qué un casco? ¿No íbamos a ir en tu auto?- La verdad es que no tenía idea de que tuviera una moto.

-Sólo uso el auto cuando tengo que llevar a Dani o a más de una persona.- Se encogió de hombros- Entonces ¿Vas a subir o no?

   No le conteste, sólo me coloque el casco en la cabeza y me subí a la moto. El encendió el motor.

  -¡Espera!- Dije casi gritando.

  -¿Y ahora que te sucede? - Me miró entre preocupado y divertido.

  -Tengo miedo.- Soltó una carcajada- No te rías idiota, hablo de verdad- le di un golpe en el brazo.

  -¿Miedo de qué? No va a pasarte nada estando conmigo. -Tomó mis manos y las colocó alrededor de su  cintura. -Tu simplemente no te sueltes y no te pasará nada ¿Si?

  Asentí, pero el no me vio. Arranco su moto y mis piernas estaban temblando. Cada vez iba aumentando la velocidad, y el viento pegaba fuerte en mi cuerpo. Me acerque más a él y lo abrace lo más fuerte que pude.. Ya se que soy una idiota, pero realmente tenía miedo, pero no por mucho tiempo.
   El simple hecho de que el estuviera conmigo hacia que yo me calmara. Mis músculos antes estaban tensos pero ahora estaba más  relajada, y recién en ese momento abrí los ojos.
   Ibamos rápido, era consciente de ello, pero me encantaba. Él dobló en una curva y para la moto.
  
    -Cameron, ¿Por qué frenaste?- Lo miré extrañada y el largo una carcajada. No entendía de que se reía tanto hasta que lo noté y me empecé a reír yo también.

  -Ya hemos llegado Alex, y sigues viva.

   Si, había olvidado que la plaza sólo estaba a 15 minutos.

  - Casi muero.- Lo miré enojada.

  - ¡Y casi me matas! Apenas podía respirar, me estabas asfixiando. -Volvió a reír.- Pero ya te lo dije, conmigo no te iba a pasar nada malo.- Me guiñó un ojo.

   -Eres un idiota- Eché  un vistazo a la plaza, y no había nadie. - Ey Cam.. ¿Por qué no hay niños caprichosos e insoportables por ninguna parte?

  -Los hice desaparecer. -Se encogió de hombros- Sabía que no te gustaban asi que les puse un hechizo que los los hizo invisibles.

  - Oh eso explica por que las hamacas se mueven solas- Ya que no pensaba responder a mi pregunta iba a seguirle el juego.

En Guerra Con Mi Mejor AmigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora