Que empiece el juego

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Después de que terminara de leer la carta habían llamado a Katy porque iban a irse, era una niña muy inteligente para su edad, lo que me sorprendía bastante.. Me había dado un papel con su dirección antes de irse.
Iba a dejar que una niña me ayudará a hacerle una broma a mi ex-mejor amiga, al principio dude, pero luego descubrí que era una excelente idea. Por eso era que estaba ahí, delante de una casa enorme, claramente una familia rica. Si mi padre hubiera seguido con nosotras tal vez mi casa hubiera sido esa, pero ya no tiene importancia.
Lo pensé por unos segundos y toqué el timbre. Di media vuelta para alejarme de aquel lugar, ya me había arrepentido. ¿Por qué tenía que ser una persona tan indecisa?

-Alex, no te vayas. - Giré sobre mis pies y ahí estaba, recostada sobre la puerta la mujer rubia que había visto antes. Me acerque un poco más y no hice ni el más mínimo esfuerzo por sonreir.

- Yo sólo venía para..- No me dejó terminar de hablar.

- Ven pasa, le diré a tu padre que quieres verlo, me alegra mucho que hayas venido Alex. - Parecía sincera, pero no me agradaba.

- No vine a ver a mi padre, no le digas que estuve aquí, yo no vine por el. Sólo quería ver a Kate.- En su rostro de notaba la confusión pero su gesto se suavizó.

-Ahora le digo que baje, me alegra que por lo menos quieras pasar tiempo con ella- Le devolví la sonrisa falsamente, si supiera que esa pequeña me ayudaría a arruinarle la vida a alguien no estaría tan feliz.

A los minutos vi como bajaba de las escaleras Katy, su pelo rubio iba peinado con dos trencitas, una a cada lado de su cara e iba vestida con su traje de niña exploradora y unas cuantas cajas de galletas en su carrito. Perfecta para el plan.

- Hola Katy, que linda estas.- Dije intentando parecer una buena hermana, pero estoy segura de que no me salió.

- Bueno chicas, espero que se diviertan vendiendo galletas, no vuelvan muy tarde.- Su madre nos abrió la puerta y ambas nos fuimos hasta la cuadra en la que estaba la casa de Tracy.

- ¿Alguna duda?- Pregunté después de haber repasado el plan dos veces. Katy negó con la cabeza y sonrió maliciosamente. Era un pequeño diablo.

- Ten, creí que esto podría servirte, ya sabrás como usarlo. - Sacó de su mochila una botella llena de lavandina y me la entregó.

-¿Esto para que es?

- Que lenta eres Alex, tu sólo entra a su habitación y una vez que estés allí sabrás como usarla.- La miré de mala gana, pero seguí sus órdenes.

Una vez que Katy tocó el timbre y la puerta fue abierta por Tracy corrí hasta el patio trasero de su casa sin que ella me viera. Sabía que ese día no iba a haber nadie a excepción de ella, su madre trabajaba todo el día, por lo tanto no había posibilidades de que alguien me descubra en medio de mi maldad.
Escuché desde allí como Katy le ofrecía galletas y le explicaba de que sabor eran de una manera tranquila y pausada. Yo me hubiera puesto histérica en su lugar, pero Tracy amaba a los niños y le seguro ella le parecía adorable.
Sin perder más tiempo entre por la ventana del salón de jugos y una vez que salí de allí intentando no hacer ruido subí las escaleras hasta toparme con un pasillo y abrí la puerta de la habitación de Tracy. Estaba ordenada como siempre, las paredes pintadas de un color púrpura, contra una pared estaba su cama y en el otro rincón de la habitación un mueble en el que guardaba su ropa, y por último, al lado de este había un escritorio el el que estaba su hermosa y preciada computadora.
Una sonrisa maliciosa cruzó mi cara, sacando el pendrive de mi bolsillo y colocándolo en la máquina. Me senté en su silla y busque entre los documento la lista que me había mostrado hace unos meses, esta se llamaba "Lista de razones por las cuales odio a los estudiantes de nuestra escuela, hecho por Tracy Lennon". En esta, estaba el nombre de la mayoría de chicos y chicas que asistían al instituto explicando porque los odiaba.. Sería una lástima que alguien pudiera repartirlas en la escuela, ¿no? Tracy claramente no sabía con quien se había metido, o tal vez si, pero no lo pensó dos veces.

Una vez que la lista fue copiada y pegada en mis documentos tomé la botella de lavandina que me había dado Katy y la miré por unos segundos. Me quedaba poco tiempo y no sabía como utilizarla.. Hasta que algo se me vino a la mente.
Abrí cuidadosamente las puerta de su ropero sin hacer mucho ruido, allí abrí la botella y tiré el líquido por cada una de sus prendas para vestir. También los vestidos, camperas y ropa interior habían sido mojados por ese bendito líquido. Su ropa, toda su ropa había sido completamente arruinada.

Por unos momentos sentí culpa, ella me seguía importando y yo le estaba haciendo esto... Tomé un lápiz y una hoja de su escritorio dispuesta a escribir una nota disculpandome, hasta que una imagen de ella en esta misma posición se me vino a la mente pensando en como habría sido cuando ella me escribió aquella nota a mi dispuesta a estar en guerra conmigo y la culpa desapareció al instante.
Mis palabras fueron simples pero claras, no pude evitar reírme al ver la pequeña notita pegada a la pantalla de su computadora. La leí otra vez sólo para asegurarme de que no hubiera ningún error.

"Querida Tracy:

Te desearía unos felices juegos del hambre, pero no espero que la suerte este de tu parte"

Y así, sin más, salí de esa casa bajando por las escaleras y desapareciendo por la ventana, no había dejado mi firma en aquella nota, no era necesario.
Una vez que Tracy le compró las galletas a Katy cerró la puerta despidiéndose de la pequeña. La rubia de las tencitas miró desesperadamente hacia los arbustos esperando a encontrarme. Una vez que me vio la felicidad y el alivio se notó en su cara.
Corrió hasta mi dirección y saltó en mis brazos dándome un abrazo que yo le correspondí. A los segundos de separó un poco de mi mirándome a los ojos un poco sería.

- ¿Supiste como usar la lavandina, no?- Asentí y ella sonrió volviendo a abrazarme para luego susurrar:- Eres la hermana más divertida del mundo, Alex.

-Tu también lo eres mounstrito.

Y después de todo, no todos los niños de su edad eran unos mocosos malcriados, también habían excepciones. Y una de ellas era Katy.

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Para los que no lo saben, la lavandina una vez que esta en contacto con alguna tela, la ensucia dejándole manchas amarillas que no salen con ningún tipo de lavado.

En Guerra Con Mi Mejor AmigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora