—¿Tú crees que hay tiburones aquí?
Luego de unos segundos estando caminando, ambos chicos lograron llegar al acuario en el zoológico. Nebraska no se sentía atraída ante esos animales, la verdad es que no era muy fanática de las cosas marinas. Sin embargo, por el otro lado, Colton estaba encantado con la increíble vista que había en aquellas enormes peceras.
La chica negó, quedándose unos centímetros atrás de su acompañante. —No. Sería un peligro tener tiburones, más si hay gente extraña que les gusta subirse a jaulas de monos. —Colton volteó, y le dedicó una sonrisa gloriosa.
—Ahora que lo dices, sería increíble poder meterse en esta pecera. —Se separó del objeto y caminó hacia la chica. —He visto tantas veces la película "tiburón" que creo que soy un experto con ellos.
Nebraska no habló. ¿Qué se suponía que debía decir en ese momento? Podría estar siendo testigo de un posible suicidio. En el fondo sabía que el adverso era alguien con una mente muy abierta, o al menos eso pudo conocer en los últimos minutos a su lado. Ella le sonrió, procediendo a ver un conjunto de peces en la pecera de al lado.
—¿Habrán pingüinos en este zoológico? Jamás he venido. —Sin saber si el masculino estaba cerca de ella, se atrevió a preguntar.
Colton se puso frente de la femenina, con la misma sonrisa que traía en cada momento. Llevó sus manos a los hombros de la mencionada. Sus ojos claros la miraban fijamente, y eso era algo que a Nebraska le incomoda, por lo cual desvío su mirada en pocos segundos.
—¿Te gustan los pingüinos? —Ella asintió. Incluso si le recordaban a Alyssa, eran uno de los pocos animales que venían de la nieve y se encontraban en el zoológico. —Entonces no esperemos más.
El chico tomó con rapidez la mano derecha de Nebraska y empezó a correr por el acuario. Las personas que se encontraban ahí sólo reían y se burlaban de la extraña escena. No todos los días se podía ver algo así en un zoológico. Sólo por ese momento la femenina no reclamó ni hizo un escándalo. Se sentía a gusto, libre. Presionó más su mano con la adversa y dejó que su cabello danzara en el cálido aire.
De vez en cuando, Colton giraba y la miraba para saber si estaba bien. A pesar de ser un chico extrovertido y eufórico solía pasar la mayoría del tiempo solo. Los minutos pasaron y llegaron a un lugar que Nabraska no había visto. Cuando a se detuvieron, su boca se abrió de forma sorpresiva. El sector de los pingüinos era una simulación casi perfecta de la nieve.
Nebraska soltó a Colton y empezó a caminar hacia el cristal que dividía los pingüinos de los humanos. No le importó mucho el hecho de que habían pocas personas, es más agradecía a todos por eso. Sentirse ahogada en ese momento no sería bonito. Apoyó ambas manos en el cristal y volteó su rostro para ver al ajeno.
—Mira, acércate. —Él asintió y a paso rápido se acercó. Ya posicionado al lado de ella, empezó a hacer unas extrañas expresiones. —¿Qué haces?
—Llamar su atención. —Dijo, sin voltear a verla. —Con los monos no sirvió, tampoco con los pingüinos. ¿Por qué los animales me rompen de esta forma el corazón?
Una pequeña risa escapó de los labios de la femenina y negó ante sus palabras. Cuando pensaba que Colton no podía ser más extraño, él volvió a actuar, sorprendiéndola una vez más. En ese momento Nebraska no podía dejar de pensar en el hecho de quedarse fuera. Vivir sola y bajo ningún techo. Podría escapar e ir a la nieve. O podría simplemente refugiarse con esos pingüinos en la nieve falsa.
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Nebraska.
Ficção AdolescenteNebraska era simplemente Nebraska. ** Créditos de la portada a TJ Harries.