O9. Porno

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Alonso se incorporo al oír la ventana abrirse

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Alonso se incorporo al oír la ventana abrirse. Cuando miró por el reflejo de la luz el cabello morado ondeando por el viento, su corazón se disparó.

Aún más cuando ella tiró la mochila al suelo para tirarse encima de él y besarlo. Él también estaba ansioso, sintiendo ese ardor en el pecho cada vez que se iba, y cuando volvía, se le revolvía el estómago...era tan feliz cuando la tenía a su lado.

—Mi pequeño Alonso, te eché de menos —empezó ella acariciando su pelo.

—Yo a ti, Avery.

—¿Te has tomado las pastillas? —él asintió—. Más te vale porque lo primero eres tú y tú salud.

Alonso sonrió suavemente. Mirándola a los ojos se dio cuenta que estaba muy cansada, prefería dejarla dormir para que mañana fuese bien al instituto.

—Durmamos —propuso abrazando su pequeño cuerpo contra el de él.

—¿Qué dices? —río.— Hoy veremos porno —sonrió.

—¿Porno? —río —. Porno...porno, porno...oh esa palabra es muy rara, porno.

Ella río pasando una pierna por encima de Alonso para abrazarlo y estar muy juntos.

—Avery —la llamó muy inseguro—. Mi madre dice que la tela de los pantalones me puede hacer daño, ¿Te importa quitarte el tuyo?

Ella jadeó sorprendida, esa mujer estaba totalmente loca. Se levantó y empezó a quitarse toda la ropa mientras Alonso no quitaba la vista de ella.

Se tiró encima de él y lo abrazó mientras tomaba el teléfono y buscaba vídeos porno. Cuando encontró uno, le dio play y Alonso jadeó cubriéndose con la sábana.

—Dios mío, dios mío, dios mío —dijo rápidamente—. ¡Quita eso, pobrecita!

—Alonso —lo llamó intentando evitar la risa.

—¡La esta matando! Quita eso, por el amor de Alejandro Magno.

—No la está matando —intentóquitarle las mantas de encima.

—¿Es qué no lo ves? —preguntó alterado—. Pobre chica, ¿Por qué le hace eso?

Ella lo detuvo evitando reír por la exageración de Alonso.

—Alonso, cariño. Mirame, ya lo detuve. Alonso... —sonrió intentando quitar la sabana—. Bebé. Que ya lo quité.

Él se quitó las sabanas con suavidad. Para asegurarse de que lo había quitado, sólo se encontró con una Avery muy contenta. Pero Alonso tenía los ojos llorosos, a punto de soltar alguna lágrima.

—Alonso. Ay mi vida, no llores. Que no estaban haciendo nada malo.

—¿Cómo que no?

Pequeño Inocente -Alonso Villalpando-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora