O7. Más besos

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Las cosas habían cambiado dramáticamente entre ellos

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Las cosas habían cambiado dramáticamente entre ellos. Avery llamaba prácticamente todos los días a Martino para ver si podía ir, pero Alonso se negaba rotundamente a verla.

Ella le explicó mil veces por activa y por pasiva que no fue su culpa, y que por más que quisiera no pudo evitarlo. Pero Alonso estaba tan dolido, que era irracional el odio que seguía creciendo en su pecho.

Había dejado de comer, había dejado de estudiar, había dejado su rutina de lado, simplemente...había dejado de vivir.

Columba por su parte ya sospechaba algo que no estaba muy segura. Estaba muy preocupada porque no comía y no quería hacer absolutamente nada. Estaba mucho más delgado que antes y más pálido, hasta parecía que no dormía nada.

—Columba lo siento, pero no voy a arriesgar la vida de mi propio hijo —dijo Martino cuando el médico se había ido.

El médico de cabecera los había visitado, había dicho que era increíble como alguién tan sano como Alonso había disminuido las defensas, en peso, en energía, etc.

Para ser alguien de 20 años, había perdido demasiado peso, y había recomendado internarlo unos días.

Columba obviamente se negaba rotundamente a que saliera de su fortaleza.

—Martino...

—No —interrumpió—. No Columba, esta vez no. No quiero que le pase absolutamente nada. Ahora mismo me lo llevo.

Martino subió de dos en dos los escalones ignorando los llantos de Columba intentando detenerlo. Tocaron la puerta de Alonso pero no hubo respuesta.

Se pensaron que era normal ya que también había dejado de hablar.

Entraron pero lo que vieron fue a un Alonso desmayado en el suelo.
Martino obviamente corrió a su lado llamándolo mil veces pero no reaccionaba.

—¿Ves lo que te digo? —lo colocó boca abajo en la cama—. Llama a una ambulancia —ordenó—. Ahora.

Columba se asustó tanto que obedeció de inmediato. Alonso no respondía. Martino mantenía la calma pero Columba estaba a punto de un ataque de nervios, al igual que mamá Cleo. Obviamente Martino se esperaba que pasara algo como esto ya que Alonso estaba muy débil, por lo que no era sorpresa que se desmayara.

Cuando llegó la ambulancia se lo tuvieron que llevar con él oxígeno porque no respiraba bien. Columba lloraba a mares mirando a su bebé con tantos aparatos.

—Es mi culpa —balbuceaba abrazando a Martino—. Soy la peor madre del mundo.

—No es nuestra culpa, ya verás lo rápido que se recupera —la beso en la cabeza.

(...)

Avery llamaba como todos los días a Martino. Acaba de llegar del instituto y estaba muy cansada pero quería saber cómo estaba Alonso.

Pequeño Inocente -Alonso Villalpando-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora