Capítulo 1

4.7K 318 11
                                    

Narra Adrien.

Aún recuerdo el día en el que nos conocimos. Esa criatura negra llamada Plagg apareció en mi habitación como si nada y me dio una enredada explicación de todo. Lo que terminé por entender, es que ahora no sólo era Adrien Agreste, sino también actuaría de superhéroe y ayudaría a París como Chat Noir.

Sabía que no podía pasar nada o tal vez sí, quizás era un sueño, pero no me iba a quedar esperando. Dije aquellas palabras por primera vez.

—Plagg, ¡transfórmame!

Al rato después me vi dentro de un traje negro. Reí emocionado, abrí la ventana de mi cuarto y como un desquiciado salté. Con cada salto que daba sentía el viento rozar mi cara, sentía la libertad misma por primera vez.

Al rato de vagar por la ciudad, algo que andaba por los tejados igual que yo, logró que me detuviera; ahí fue cuando la vi. Caía del cielo como si alguien quisiera cruzarla en mi destino, aunque su torpe caída la dejó a ella y a mí colgando en lo que parecía el cordón de un yo-yo.

—Debes ser la compañera de la que me habló Plagg— hablé mientras nos desatábamos —

—Lo siento...— respondió un poco cabizbaja, parecía cohibida y definitivamente dudaba antes de dar cada paso —S-Soy muy torpe.

No importa quién sea esta persona, no me presentaré como Adrien, ese chico perfecto. Seguimos mirándonos un rato con desconfianza en medio del silencio, hasta que desde otro punto de la ciudad sentimos ruidos. Ambos avanzamos y nos topamos con un akuma. Comenzamos una lucha que a simple vista parecía torpe, recién comenzamos a conocer nuestras habilidades y con bastante esfuerzo lo derrotamos.

—Bien..., creo que somos aliados— volví a oír su voz mientras estiraba su mano, como si firmásemos un trato —Espero que seamos buenos compañeros.

—Estaré a sus órdenes desde hoy— me incliné un poco, demostrando respeto —My Lady.

Recuerdo que me agaché y acercándome a ella planté un beso en el dorso de tu mano.

Desde ahí nos seguimos frecuentando cuando la situación lo requería, nos hicimos más cercanos y bueno, caí rápidamente bajo tus encantos. Todo de ella, me enamoró.

***

Ahora ya habían pasado algunos años luego de eso. Hacía algunos días que no veía a mi querida Ladybug. Estaba como siempre en mi habitación esperando a que algo nuevo sucediera, apoyado en el respaldo de la silla mirando el computador.

—Esto es aburrido— me quejé mientras veía a Plagg devorar un trozo de camembert —Me había dicho a mí mismo que la próxima vez que la viera me iba a declarar y parece ser que los akuma juegan con mis sentimientos.

—O simplemente el destino no los quiere juntos— se burló como siempre lo hacía —No te alteres, presiento que algo pasará muy pronto.

—Y cuando ese algo pase...— hablé levantándome con emoción —¡Le diré todo lo que siento por ella!

—Siempre y cuando no escape de ti primero— volvió a reírse —

Lo quedé mirando molesto pero no fui capaz de responderle de alguna forma, ya que un fuerte estruendo provino de la ciudad. Me apoyé en la ventana intentando mirar hacia fuera, logrando ver una figura negra avanzando entre los edificios y causando destrozos. Volteé hacia Plagg, notando que ya tenía claro lo que teníamos que hacer.

***

Me encontraba saltando de tejado en tejado buscando con la mirada a Ladybug. El akuma seguía atemorizando a la gente, pero yo no podía pensar en otra cosa que no fuera mi confesión.

—¡Eh, Chat Noir, por aquí!— me di vuelta viéndola allí, moviendo su brazo intentando llamar mi atención. Yo me acerqué de un salto —Por fin apareces.

—¿Me estabas buscando?— pregunté coqueto —

—No es tiempo para eso— me regañó comenzando a alejarse, pero fue inevitable tomarla por el brazo para detenerla —

—Oh sí, si lo es. No me pasará lo mismo dos veces— le hablé refiriéndome a aquel fracaso del catorce de Febrero —Ladybug yo... ¡Yo te amo!

Su cara cambió rápidamente. No sé si sintió pena, incomodidad o algo así, pero algo de lástima pesaba sobre mí. Apoyó sus manos sobre mis hombros, sentía mi confianza decaer bruscamente.

—H-Hableremos de eso luego, ¿bien?— ante su mirada sólo pude asentir —¡Vamos!

—Claro— respondí algo cabizbajo, pero simulando una sonrisa —Siempre a tus órdenes.

Tu pérdida |MLB|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora