Capítulo Cuatro

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Habíamos dejado todo muy claro aquella tarde: tendríamos que apoyarnos mutuamente y punto. No podíamos darnos el lujo de dudar.

Alastair prometió encontrar hospedaje en la comunidad, así podríamos reunirnos más seguido. Aunque sé que el chico en verdad parece querer protegerme, sé que tiene otra prioridad: sus conflictos con los Supervisores. Me ha dicho que lo han querido controlar, para usar sus poderes en beneficio propio y explotarlo hasta poder saciarse de juventud, de inmortalidad.

Habíamos quedado de reunirnos hoy, de nuevo para ir al bosque, ya que es el lugar más seguro con el que contamos por el momento.

Cuando llega la hora de arreglarme ya tengo todo pensado y listo para la ocasión. No podrá ser algo que destaque, (Aunque quisiera, no lo haría. Esto es algo "secreto" por el bien de los dos.) tampoco algo demasiado misterioso, porque podría levantar sospechas. Digamos que no estamos en una de esas películas en las que siempre he querido aparecer, sobre espías en tacones y compañeros sexys. Esto es mí realidad; un conflicto entre una raza creída extinta, una chica con poderes casi únicos y un grupo de hombres que intenta atraparnos (Al menos sí al chico.)

He decidido salir con unos pantalones vaqueros ajustados y una ligera camisa de seda. He tratado de recoger mi cabello en una coleta alta, pero solo consigo enredarlo en una maraña de ondulado cabello rubio, así que mejor lo dejo suelto, a excepción del mechón que está sujeto a la parte posterior de mi cabeza con un broche.
〰➰〰
Al parecer no resultó ser tan secreto, porque Alastair ha traído consigo a otro chico. Se llama Galen, es su amigo, de la región Gina.
Alastair se ha dado cuenta de que mi mirada demuestra confusión, porque pronto escucho su voz:
-El nos ayudará, no hay nada de qué temer... Confía en mí-. Lo único extraño en esto es que no le he visto mover sus labios. Entonces lo recuerdo: los chicos como él tenían la capacidad de entrar en las mentes de las personas. Pero no lo dejaré entrar a la mía.

Probablemente fue un mero acto de impulso, pero con un movimiento rápido pateo su entrepierna, como solo una chica pudo haberme enseñado: Iris, mí única amiga durante mí estancia en la mansión del alcalde, mi padre.

Alastair se tira en el suelo, soltando maldiciones y tratando de reprimir las arcadas. Su amigo no para de reírse, mientras trata de ayudarlo a ponerse en pie.

-¿Pero qué demonios?-. Se lleva una mano al estómago mientras trata de recuperarse del golpe, pero es en vano. Vuelve a caer en la alfombra verde del bosque.
-Regla número uno: no entras a mi cabeza. Regla número dos: tú amigo se queda, pero tendrá que pasar por una semana de prueba-. Miro a Galen, el parece aburrido con la situación, se recarga en un árbol mientras suspira pesadamente.
-Mira, niña, yo...- No lo dejó terminar su oración ya que él recibe otro golpe, esta vez más leve. Eso es por llamarme niña.

-¿A quién llamas niña?- espeto con una sonrisa triunfante en el rostro.-Tercer regla: no me llaman niña.- y con esto último comienzo a caminar lejos del bosque, esperando poder internarme rápidamente de nuevo en la comunidad.

Escucho el crujir de las hojas detrás de mi. Me están siguiendo. Bueno, la verdad es que eso sí que me lo esperaba.
-Sprie ¡Espera!-grita Alastair, detrás de mí.- Espera...- Podía sentir su cansancio, su respiración era agitada y sus pisadas ahora sonaban pesadas. Reaccioné, probablemente, de una manera un poco agresiva. Lancé una ráfaga de viento, probablemente la más fuerte que había logrado hacer en años, provocando que Alastair saliera despedido a varios metros, estrellándose así en un árbol.

-Solo déjame sola por un rato ¿Sí?- Eran cambios rápidos, adaptarte a estar metida dentro de este problema era algo que jamás había creído posible.- Necesito pensar, sola, nada de razas extintas, nada de persecuciones, ni ayuda para escapar. No quiero una vida en peligro por un rato.-

Alastair parecía aturdido, supongo que el golpe fue demasiado fuerte.

Después de lo que pareció una eternidad, el chico asintió y se alejó, arrastrando los pies, como si lo hubieran derrotado.

Galen me miró durante unos segundos, para después irse con Alstair. Probablemente ha de pensar que estoy demente.

Después de perderlos de vista, comienzo a correr como si mi vida dependiera de ello; siento el viento fresco hacer cosquillas en mi rostro, y por un momento, logro sentirme como hacía unos días, antes de que todo esto ocurriera. Feliz y sin preocupación alguna.

Es realmente sorprendente lo drásticamente que ha cambiado todo desde que conocí a Alastair. Hace una semana estaba completamente segura de como pasaría el resto de mi vida: Sirviendo a la nación Fotiá. Probablemente sería una guerrera y me dedicaría a calmar los ataques rebeldes que últimamente se han presentado. Y sinceramente, parece que nunca cesarán.
Y como en toda historia perfecta, me enamoraría. Después me casaría con aquel chico que con tanto ahínco ganó un espacio especial en mi corazón, y tendría hijos. Hijos cuya vida no sería mejor que la mía.

Después de tanto correr mi cuerpo me pide a gritos que me pare a descansar. He terminado rendida.

Localizo una roca de tamaño considerable que podría servirme de asiento. Al lado hay un minúsculo río cuyas aguas cristalinas permiten ver los pequeños peces que éste alberga.

Después de inhalar y exhalar varias veces, mi ritmo cardiaco vuelve a la normalidad.

. . .

El mercado de almas era el lugar más oscuro y despreciable de la ciudad; los vendedores eran, generalmente, hombres que lograban convencer a las personas de que la vida iba mal, y la única solución estaba en darles su alma y ellos conversarían con los dioses, para llegar a un acuerdo de limpieza de alma. Funcionaba en el .1% de los casos, y el otro 99.9% de las almas sinplemente eran llevadas al mercado. Pues me encuentro aquí, jugando unos pocos billetes por algo de comida, ya que mi estómago no ha recibido nada desde la mañana.

Había llegado hasta la ciudad de El Pireo, una de las pocas que aún se conservan. Debe de estar a unos cuarenta y cinco minutos en coche, pero como he venido caminando, probablemente haya hecho ya más de tres horas.

En ocasiones suelo visitar el mercado de almas, pues es un sitio en el que puedes intercambiar diversos artículos por otros. Y aunque es cierto que la mayoría de la gente que lo visita lo hace por curiosidad, eso no impide que algunos mercaderes vendan aquí su mercancía. Aunque el mercado no sea legal.

La comida que prepara Erina no es precisamente exquisita, pero considerando su precio y el lugar en el que me encuentro, está bien.

Inmediatamente de haber acabado mis alimentos, salgo a la calle por el puro placer de hacerlo. Y la sorpresa con la que me encuentro no es nada grata.

Un grupo de hombres vestidos con una túnica que, si no me equivoco, van en representación de el Círculo de los Elementos, estan invitando a la gente a que se acerque hacia ellos. Probablemente para dar una aviso a la población.

-Hermanos y Hermanas- comienza un joven castaño con una expresión de indiferencia.- En representación de el Reverendisimo Círculo De Los Elementos, nos complace invitarlos a presentar a todos los varones y mujeres no mayores de dieciséis años, a presentarse a la anual Prueba de Habilidades. Es responsabilidad de los ciudadanos el asistir a las pruebas, para cumplir con el deber que ha estado en nuestros corazones por cientos de años.– Una gran mayoría de la multitud es víctima de la euforia, y comienza a soltar gritos de alegría. Los demás, muestran únicamente una expresión de notable enfado.
Y sé perfectamente a que se debe...- La convocatoria oficial llegará a sus casas en un lapso no mayor a cinco días. Que pasen una buena tarde.- Y dicho esto, se fueron.

Hay una especie de guerra civil entre mis pensamientos. Con todo lo que ha pasado, ma había olvidado de que pronto tendría que ser partícipe de la Ceremonia de Inciación Fotiá. Lo que me ha dicho Alastair sobre los supervisores realmente me ha abierto los ojos, pero a pesar de ello, no tengo prueba alguna de que todo sea cierto.
Pero eso sí: me consta que los Supervisores suelen aprovecharse de muchas personas. Buscan primero el bien propio, en lugar del bien común. Estoy segura de que se debe a la incontenible avaricia que la mayoría de ellos poseen.

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