Una sensación fría me encoje el pecho. Sé que estoy muerta y que Alex también lo esta. Por un momento no siento nada, solo hay un vació. Pero solo por un momento, después vuelvo a renacer; mi corazón vuelve a latir y siento mis pulmones llenos de aire de nuevo.
Tengo las ojos cerrados pero oigo mi respiración, profunda y sonora, que se mezcla con la de otra persona. Siento mi mano agarrada a la de alguien, espero que sea Alex.
¿Estoy viva?
Abro los ojos.
Lo primero que me sorprende no es tener a Alex delante de mis ojos, con los ojos cerrados y con el ceño fruncido, sino que lo sorprendente es donde estoy. Me encuentro en un callejón. ¿Como me puedo encontrar en un callejón? Y no es solo eso. El ruido, los miles de sonidos que mis oídos perciben: bocinas y motores de los coches, el ruido de la gente gritar y las sirenas de la policía. A parte el olor de mi alrededor, tan extrañamente familiar. Me recordaba a Nueva York, a la ciudad en que había nacido y que había quedado destruida.
Pero... ¿podría estar ahí?
- Alex, despierta. - le digo rápidamente.
Alex abre los ojos.
- ¿Dónde estamos? - me pregunta alarmado.
- Iba a preguntarte lo mismo. - le digo. - Pero tengo un presentimiento. Creo que estamos en...
- Casa. - Finaliza él - Estamos en el callejón de la avenida 52. Nuestras casas están a la vuelta de la esquina o al menos solían estarlo.
Alex me suelta la mano y sale del callejón, tardo un par de segundos en seguirlo.
Mi corazón late a mil, los nervios me invaden a flor de piel.
Al llegar a la salida del callejón mi corazón dio un vuelco, mis presentimientos eran ciertos. Estaba en Nova York, mi vieja ciudad y estaba tal y como la recordaba, sin destruir. ¿Como podía ser eso posible?
Encontré a Alex en la vieja papelería donde mi padre solía comprar el periódico. El señor McFly, el dueño del pequeño establecimiento, estaba tal y como lo recordaba, por suerte no me reconoció.
- Mira la fecha. - me dijo Alex entregándome el periódico.
- 28 de enero de 2015 - leo al mismo tiempo que me quedo petrificada. - El día que empezó la guerra; el día en que la bomba mató a una gran parte de la población de Nueva York.
- La bomba explotó a las ocho de la tarde y son las doce del mediodía. - explicó Alex.
- Tenemos tiempo para detenerla e impedir que los chinos desaten la Gran Guerra Nuclear. - digo rápidamente. - ¿Dónde estaba la bomba?
- En Brooklyn. - dice Alex pensativo. - Debajo del Brooklyn Savings Bank, en las alcantarillas. No tenemos tiempo que perder.
- ¿A quién se lo decimos? - le pregunto.
- No se lo podemos contar a nadie. Nadie sabe lo de la bomba y si lo decimos no nos crearan. Tenemos que hacer esto solos.
- ¿Y el material? - le pregunto de nuevo.
- He estudiado la bomba miles de veces. En el campamento que fuimos de pequeños la estudiamos. Se como apagarla, solo necesito unas alicates y una linterna.
- No tenemos tiempo que perder. - le digo. - Primero tenemos que robar a alguien.
Alex me mira sorprendido.
- ¿Qué? - le pregunto. - No tenemos dinero y nuestros padres no nos darán dinero.
- Vale. Te espero. - dice Alex. - Yo no pienso robar.
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La Guerra contra el Tiempo (Novela Corta)
Short StoryEl mundo que conocemos ha cambiado por completo. Después de la Tercera Guerra Mundial, también conocida como la Gran Guerra Nuclear, el mundo quedo totalmente destrozado con apenas supervivientes. La humanidad es atacada por seres mutantes y desast...