Capítulo 13

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No.

No dejaré que las lagrimas salgan. No ahora.

Tanto sacrificio tiene que servir para algo.

Tengo que huir.

Ellos no pueden encontrarme. 

Necesito salir viva de aquí. 

Empiezo a correr tan rápido como puedo. Me adentro en el espeso bosque para poder ocultarme mejor. 

No sé por cuanto rato corro. Pero todo pasa demasiado lento y a la vez tan rápido. El corazón esta desbordado, va muy deprisa, pero a la vez todo ante mis ojos pasa a cámara lenta. Mis caídas, las imágenes de mi alrededor... todo es demasiado lento. ¿Me estaré muriendo? 

Me paro de golpe. Tengo que descansar, no puedo continuar así. No puedo morir, no aun. ¿Pero donde me oculto?

- Valerie - grita mi madre. 

Yo me río y la observo desde lo alto de un árbol. 

- Valerie, no hace gracia. Ven aquí ahora mismo. 

No le hago caso y me vuelvo a reír. 

- ¿Donde estas? - me dice mi madre y entonces mira hacia arriba y me ve. 

Al principio me mira muy enfada pero lentamente sus labios se curvan haciendo una bonita sonrisa. 

- ¿Que haces aquí arriba, enana? 

- Papa dijo que me escondiera en los árboles que nunca subes. - le digo sacándole la lengua.

- Pero este árbol es muy alto, puedes hacerte daño. - me reprocha ella. - ¿Y además de que te escondes? 

- No quiero ir el dentista. - le digo. - Mira lo que le hicieron a nuestro vecino Alex, le han puesto una cosa muy fea en los dientes.  Y dice que hace mucha pupa. Yo no quiero tener pupas. 

- Pensaba que eras valiente, Valerie.

- Y lo soy, pero los dentistas parecen muy malos. - le digo. - Solo los malos hacen pupa. 

- No hacen tanta pupa. - sonriendo. - Te lo prometo. Y además una niña tan valiente como tu tiene que ser fuerte.

Los árboles. 

Tengo que subir a un árbol alto. Nunca me buscaran ahí. 

Empiezo a buscar a mi alrededor un árbol lo suficientemente alto y fuerte. Y entonces lo veo, no tardo en llegar ahí. Empiezo a subir, lentamente, como hacia de pequeña. Llego a una rama lo suficientemente alta, donde no me podrán ver, y con cuidado me visto con la ropa que había cogido. Me pongo unos shorts y una camiseta de tirantes.

Me acomodo y dejo caer la espalda en el tronco, descansando y cierro los ojos transportándome en el pasado.

- Mama, no quiero irme. - le digo a mi madre llorando.

- Cariño, esto es lo mejor. - dice mi padre agachándose. - Esto empieza a ser peligroso, tienes que estar segura, protegida. Esto no es seguro.

- Es lo mejor, Valerie. - dice mi madre. - Estar con campamento pre-militar es lo mejor, te preparan para estar segura y estarás lejos de aquí, de las bombas y todo lo malo.

- Pero voy muy lejos. Ya no soy una niña, tengo diez años. - replico sollozando. - Encima, tendré que estar con el tonto de Alex. Es insufrible. Y hay chicos nuevos y chicas nuevas que no conozco. Y además, hace poco meses que ha empezado la guerra y no ha habido ningún problema. Soy lo suficiente mayor.

- Valerie, esto es lo mejor. Te lo prometo. - dice mi madre. - Dentro de poco nos volveremos a ver, te lo prometo.

Mama, Papa... Los extraño demasiado.

Cierro los ojos intentando contener las lágrimas. Pero no puedo. Acaban saliendo. Lentamente.

- Vale, Vale, Adiós Mama. - le digo desde el otro lado de la linea telefónica.- Sí, sí, sí. Yo también te quiero. Adiós.

Cuelgo el teléfono. Al mismo tiempo, oigo como Alex cuelga el teléfono. Levanto la vista y lo miro, el también me mira. Ha cambiado tanto desde estos dos años en el campamento. Pero sin lugar a duda, sigue siendo el mismo sabelotodo. 

- ¿Tú también extrañas a tus padres? - le pregunto.

- Sí. - dice suspirando. - Demasiado. Se extraña estar en casa, con los tuyos.

- Sí, la verdad es que sí.

Se produce un silencio incómodo.

- ¿Crees que algún día volveremos a casa? - me pregunta él.

- Eso espero. Pero ya no sé que creer. - le digo- Esto solo tenia que durar unos meses. Pero bueno, mientras tanto nos tenemos el uno al otro, ¿verdad?

- Sí. - me dice sonriendo. - Y pensar que hace dos años, nos odiábamos...

- ¿Quién dice que no te odio? - le digo riéndome.

Los dos nos vamos riendo y salimos al campo de excursión.

Esa noche se enteró de que su madre había muerto.

Alex. Mi pobre Alex.

Cierro los ojos, apretándolos, notando como bajan lagrimas por mis mejillas.

Esto duele demasiado.

Lentamente el sueño se apodera de mí.


La Guerra contra el Tiempo (Novela Corta)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora