#08

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Mordí mi labio inferior y me reté a mí mismo por tener esos pensamientos, en este momento. Sacudí un poco mi cabeza y logré despejarla un poco. Regresé mi mirada hacia el probador, estaba en la punta de los pies, se giró hacia la puerta y una vez más giro dándole la espalda a la puerta. La 

cerradura giró y rápido desvié mi mirada hacia el techo. Estúpido, lo sé. Escuché su suave risa, volteé y vi que solo su cabeza salía del probador.

— ¿De qué te ríes? —pregunté curioso.

— ¿Y tú que miras en el techo? —volvió a reír —Ven, necesito que me ayudes —mis ojos se abrieron a tope, pero traté de disimular.

— ¿Y-Yo? —indagué y me miró con reproche. 

—Si no quieres llamo a alguien más —la miré serio y dejé todas las bolsas en el piso.

Me paré frente a ella, bueno frente su cabeza que era lo único que podía ver — ¿Con qué te ayudo? —pregunté y se hizo a un lado. 

—Entra —dijo pero me quedé paralizado, no era buena idea que me dejara entrar — ¡Richard me verán! —Eso no. Entré al pequeño cubículo y cerró la puerta —Súbeme el cierre —me dio la espalda, dejándome ver el cierre que venía desde la parte baja de su espalda. 

Subí en contra de mi voluntad lentamente el cierre. Rápido se dio media vuelta para verse en el espejo. Se veía con detenimiento, no parecía convencida, ¡y como no iba a estarlo! Era un vestido negro.

—Se te ve hermoso —di un beso en su hombro, en realidad se le veía perfecto.

— ¿De verdad? —preguntó insegura —El color no me convence —lo sabía. 

—Sí, de verdad... —sonrió —Pero no lo llevarás —su sonrisa se esfumó y una mueca de incomprensión se formó.

— ¿Por qué no? —nos mirábamos por el espejo.

—No saldrás a la calle con eso —la abracé, no quería que se enojara y empezáramos una discusión —Es muy corto —carcajeó y quitó mis brazos. 

—Richard no está corto —al menos no había gritado. 

— ¡Sí lo está! —me crucé de brazos y ella lo hizo también. Ninguno pensaba ceder. Ella aseguraba que lo llevaría y yo aseguraba que no lo haría. 

—Yo no te digo que puedes usar y que no —replicó molestándose un poco, había que reconocerlo ambos estábamos haciendo un gran esfuerzo por no gritarnos.

—Perfecto —le guiñé un ojo —De todos modos no lo llevarás —me di la media vuelta y escuché como gruñía, no tardaba en explotar.

—No Richard, espera —su tono de voz cedió. La verdad yo no tenía planeado entrar y discutir —Baja el cierre —lo bajé, al parecer esta vez yo había resultado victorioso.

Me acerqué para besar su cuello pero se hizo a un lado — ¡Mierda! —grité por dentro. Como si ella fuera a dejarme ganar. 

—Gracias ya puedes salir —dijo cortantemente.

Salí y me senté donde estaba anteriormente. Esta mujer simplemente no sabía dar su brazo a torcer.
Salió del vestidor con una mirada seria y un montón de ropa en su brazo derecho, me puse rápido de pie y la abordé quitándole todo de las manos para que no cargara, no me convenía tenerla de enemiga. 

Aún cargado de bolsas y ropa quise tomar su mano pero se hizo a un lado. Bien hecho Richard...

*****

Me paré frente a la caja junto con Richard quien dejó todas las cosas en el mostrador.

— ¿Tarjeta o efectivo? —preguntó la rubia tras el mostrador.

—Efectivo.

—Tarjeta —corregí a Richard, todas las demás compras él las había pagado en contra de mi voluntad.

 Era mi novio, no mi esposo. No tenía por qué mantenerme ni siquiera aunque fuera mi esposo. Me miró desaprobatoriamente, lo ignoré y entregué mi tarjeta —Ese no lo llevaré —le dije antes de que marcara el vestido negro.

—Es muy lindo, ¿no te gustó?

—Sí, es lindo —sonreí forzadamente —Pero no me convence —siguió marcando las cosas y guardándolas en bolsas.

—Gracias por su compra —dijo con una gran sonrisa mientras me entregaba todas las bolsas.

— ¿Te ayudo? —habló Richard para ayudarme con las bolsas, pero me negué —Vamos ________ —alargó —No seas así —lo miré fulminantemente, estaba más que enojada. Pero estaba haciendo un enorme esfuerzo para no gritar —Elige otro vestido, el que quieras —se acercó a mí —No estés enojada —dio un rápido beso en mis labios. Miré hacia abajo.

*****

Levantó su mirada un poco mas risueña —Me vuelve loco tu sonrisa —la alagué y una pequeña sonrisa comenzaba a asomarse. Como pude la abrace ya que era algo difícil hacerlo con tantas bolsas. 

Pasó sus brazos por mi espalda abrazándome también antes de unir nuestros labios. Al parecer había sido más fácil de lo que pensaba.

—Y si mejor yo escojo algo para ti... —ese tono de voz, esa mirada. Mi novia era una manipuladora de primera.

—No lo creo —le dije divertido mientras trataba de besarla de nuevo pero me empujó.

—Entonces vámonos ya —nuevamente cambió su tono a uno más duro. 

— ¡________! —la tomé de la mano. 

—Suéltame.

— ¿Estarás así todo el día? —pregunté con fastidio. Sabía que quería estar con ella y utilizaba eso para aprovecharse de mí.

—A menos que me dejes comprar el vestido o algo para ti —su tono de "convencimiento" volvió. 

Pensé con detenimiento las opciones que me daba, si le compraba el vestido todos los imbéciles del campus lo disfrutarían y no sería divertido tener que golpear a cada uno de los que tuvieran la valentía de mirarla.

La segunda opción, ¿qué podría comprar para mí? ¿Una camisa? Sin duda esa era la mejor, si no me gustaba simplemente lo desaparecía. Era más fácil, ya que ella no me perdonaría que dañara algo de su armario. 

—Está bien, elige algo para mí —una perversa sonrisa se apoderó de su rostro.

    — ¡________ Smith! ¡Estás completamente loca! —le grité al momento de ver lo que había comprado para mí. Sin duda hubiera sido mejor dejarla comprarse ese vestido.

—Richard sólo úsala una vez —sonrió —Después la puedes dejar refundida en el armario, pero úsala una sola vez —se acercó a mí con la asquerosa camisa tipo polo... ¡Color rosado! 

—Jamás —contesté haciéndome hacia atrás como si la camisa fuera a pegarme la mismísima rabia.

—El color rosado no te hace menos hombre —intentaba manipularme. Reí. 

—Claro que no. Eso lo sé de sobra —rodeé los ojos —Solamente que no te pase por la mente que yo algún día usaré eso.

— ¿Yo si tengo que cambiar mi forma de vestir por ti y tú no eres capaz de ponerte una estúpida camisa para mí? — ¿Por qué tenía que hacer tanto drama? —Ten —me lanzó la camisa —Quémala si quieres, me da lo mismo —subió las escaleras corriendo, hasta que la perdí de vista. A los segundos se escuchó un portazo.


Feelings (2Tem)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora