No es mi culpa. No lo puedo controlar. - me digo a mi mismo aun pensando en la conversación con Riley. Lo he pensado mucho estos días. He estado por los alrededores de la ciudad. - ¿Y si nos escapamos? Sería buena idea para demostrarle que no soy tan malo. - Entonces me fui de camino a un pueblecito cerca de la ciudad. Encuentro una casa abandonada y aprovecho para descansar un poco. Saco de la mochila un papel y empiezo a escribir:
Hola, Riley:
Espero que no sigas enfadada conmigo. Había pensado en si te gustaría escaparnos unas semanas de casa. Igual así de primeras te parezca una locura pero piénsatelo. Estoy en un pueblo cerca de la ciudad, te voy a dejar un mapa con las instrucciones de cómo llegar aquí. Hay una casa abandonada donde podemos quedarnos hasta que decidamos a dónde ir. Si te pregunta mi madre, dile que estoy bien. Dormiríamos en casa de algunas personas que conozco. Tranquila, son de fiar. Envíame tu respuesta a esta misma dirección, ya que sabrás que me he dejado el móvil.
Un saludo, William.
Lo guardo en un sobre, compro un sello y lo dejo en el buzón. ¿Querrá venir?
Al día siguiente me despierto dolorido. No es que sea muy cómoda la cama de esta casa. Me pongo los cascos y voy a buscar una tienda para comprar comida. De camino, veo a una niña sentada en el bordillo de la calle. Tendrá unos 7 años y es rubia. No hay nadie a su alrededor. Me acerco y le saludo.
- Hola, pequeña. ¿Te has perdido? - le digo con amabilidad.
- Hola. ¿Quién eres? - en ese momento me di cuenta de que estaba llorando.
- Me llamo William. Soy de la ciudad. ¿Tú?
- Me llamo Zoe. Soy huérfana. - dice observándome.
- Vaya. ¿Quieres venirte conmigo? Yo tampoco estoy con nadie.
- ¿De verdad? - dice secándose las lágrimas.
- Pues claro. - le digo sonriendo.
- ¡Gracias! - grita abrazándome.
Después de una larga charla, descubrí que Zoe era una chica muy mona y simpática que había perdido a sus padres hace unos meses y se encontraba en este pueblo porque no sabía a dónde ir. Fuimos a comprar unos helados y cuando empezó a oscurecer, volvimos a la casa.
Al día siguiente me encuentro con Zoe intentando despertarme mientras se reía.
- ¡Despiertaa Will! - dice subiéndose encima mío mientras me retorcía en las sábanas.
- ¿Eh? ¿Qué pasa, Zoe? - le digo medio dormido.
- Ah, nada. Me da gracia subirme encima tuyo.- dice riéndose.
- ¿Si? Pues a mi me da gracia esto. - digo haciéndole cosquillas mientras se reía a carcajadas.- Y ahora déjame levantarme. - digo sonriendo.Después de un rato me doy cuenta de que hay una carta en nuestro buzón. La subo corriendo y la abro. - ¡¡Va a venir!!
