Miro mi reflejo en el espejo. "¿Atractivo? " Sonrío si darme cuenta. Me preparo para salir.
Al llegar al instituto me doy cuenta de que pasa algo. En el patio hay un grupo de gente mirando algo. Me acerco a ver qué es y al llegar me quedo sin respiración.
Contemplo la escena temblando. La gente estaba en círculo siendo testigos de lo ocurrido. En un lado había un chico rubio bastante alto. Tenía un ojo morado y jadeaba en el suelo. Al otro lado...
- ¿William?
Tenía el labio lleno de sangre.
- ¿Qué ha pasado aquí? ¿Por qué tiene el labio lleno de sangre? - grito, asustada.
- Empezó él. - le oigo decir al otro chico.
- ¡Eso no es verdad! ¡Tú me has llamado gilipollas!- ¡Basta! - grito, impaciente. - William... yo creía que... - antes de terminar la frase salgo corriendo mientras noto mis lágrimas caer.
Voy a una esquina del patio y me siento poniendo mi cabeza entre las rodillas mientras lloro. Tras unos minutos, veo aproximarse una persona. Es William.
- Hola. - dice, aún con la sangre en el labio.
- ¿Qué ha pasado ahí? ¿Le has pegado tú primero verdad? - digo, entre sollozos.
- Riley... sí, puede que haya empezado yo. Pero no entiendo por qué lloras. A ti no te afecta, ¿verdad?
- ¿Cómo no me va a afectar, William? Yo creía que no eras así. Cuando tuviste la oportunidad de hacérmelo a mi, no lo hiciste.
- Porque tú eres diferente. - se acerca a mi y se sienta a mi lado en la misma posición. Le miro a los ojos y luego a la sangre que salía de su labio.
- ¿Por qué lo haces? Debe de haber alguna manera de evitar que pase esto, ¿no lo ves? A ti también te afecta. - le digo, señalando su labio.
- ¡Ah! ¿esto? Las he tenido peores. - dice, intentando dar un toque de humor a la conversación.- Pues que sepas que siendo así, no te hablaré. No me gustaría estar con alguien que le dan ataques de nervios cada dos por tres. - digo, concluyendo la conversación. Me levanto y regreso al aula.
En clase intento concentrarme en lo que dice el profesor, evitando el cruce de miradas con William. Notaba que quería llamar mi atención y decirme algo pero no le dirigí la palabra.
***
El resto de la semana, William no asistió a clase. Cuando llegó en viernes por la tarde, llamé a su casa para saber si se encontraba bien.
- ¿Si? - responde una voz femenina, seguramente de su madre.
- Buenas tardes, soy Riley Grace, una amiga de William. Llamaba para ver si está bien ya que esta semana no ha asistido a clase.
- Ah. Soy su madre. Sí, ya sé que esta semana no ha ido a clase. Ni a casa tampoco.
- ¿Cómo?
- Pues que lleva varios días ausente. Se ha ido de casa, quién sabe si temporal o permanentemente. Pero de una cosa estoy segura. No puedo hacer nada para intentar que regrese o por lo menos saber dónde está. Ya le conoces. Hasta se ha dejado el móvil.
- Vaya. ¿Podría avisarme si vuelve, por favor? - le digo, sin saber muy bien qué responder.
- Claro que sí, cariño. Gracias por preocuparte.
- A usted. Hasta pronto. - digo colgando el teléfono. Entro a mi habitación y me tumbo bocarriba en la cama. ¿Se habrá escapado por haberme enfadado con él? ¿Será otra de sus escapadas para salir de la rutina? ¿Y si había decidido hacer como su padre y... suicidarse? Preocupada por si podría tratarse de la última opción, empecé a llorar. ¿Habrá sido mi culpa?