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Un rayo de luz entra por la ventana y me despierta.

Ahora mismo odio la ventana.

Bueno, hoy va a ser mi último dia aquí.

Que palo volver a Barcelona, en serio. Y que pena, también.

Hoy por la tarde hemos vuelto a quedar con Pao, las tres solas, para celebrar su cumpleaños como es debido. Y de paso, que vea a Alex, que Paula ha dormido en su casa, pero ella no le ha conocido aún. De hecho, creo que le vio en alguna quedada o una movida así. Pero siempre hace ilusión volverlo a ver, verdad?

Pero solo le veremos un rato. El resto, nosotras solas. Tarde de chicas.

Y Rubén y yo tenemos toda la mañana solos también. Así que nuestro tiempo solos es limitado.

Compruebo la hora en el móvil. Las once de la mañana. Y catorce minutos, para ser exactos. No es tan tarde.

Reuno mi fuerza de voluntad para salir de la cama, ir al baño, ducharme y vestirme. Y ya de paso, me aplico un poco de maquillaje. Que nunca está de más.

Cuando ya estoy lista, vuelvo a la habitación y me dispongo a despertar al oso. Es una tarea difícil y peligrosa, no os penséis. Uf.. Deseadme suerte.

Me lanzo (literalmente) encima suyo, y le acaricio el pelo. Le susurro en la oreja.

-Rubén... Ya es hora de levantarse...

No funciona.

Que no se diga que no lo he intentado por las buenas.

Me levanto y vuelvo hacia el baño. Juraria que antes he visto un cubo vacío por aquí.

Efectivamente, aquí está. Lo lleno de agua fría y voy a la habitación (otra vez).

Decido darle una última oportunidad. Le grito su nombre y, como esperaba, no reacciona.

Agarro el cubo y se lo tiro encima. Con rabia.

Se levanta con cara de sorprendido. Como es obvio, o sea, un cubo de agua acaba de caer en su cara.

-Ehhhh! Qu-que pasa!

-Nada, osito. Es hora de levantarse.

Me acerco a él y me pongo encima suya. Está mojado.

-Hoy te vas, verdad?

-Si.. Tengo que volver al trabajo...

-Hmm.. Pues vamos a tener que aprovechar el tiempo, verdad?

-Pues antes sécate, que estás frío!

-No es mi culpa!

Le saco la lengua.

-Anda, ve. Yo te espero aquí.

-De acuerdo...

Se levanta y me sonríe. Le devuelvo el gesto, contenta. Se va hacía el baño a por toallas y le grito.

-Por cierto, esta tarde, Pao nos acompaña a Paula y a mi a la estación, así que no nos veremos más hasta que me vengas a visitar o algo.

-Seguro que no quieres que venga?

-Sí. Cuando tu estás, ellas son.. No sé, diferentes. Paso de ser su amiga a la novia de Rubius.

-No sabes cuanto lo siento, de verdad. Es algo que no puedo controlar..

-No pasa nada, tampoco es tu culpa. Solo dame esta tarde con las dos, solas. Te parece?

-Claro.

Toda esta conversación la hemos tenido de una habitación a otra.

Bueno.

Él aparece por detrás de la puerta, con solo los pantalones de pijama puestos. Torso desnudo.

Cierro los ojos y vuelvo a estar en aquella habitación de hotel, ya que son los mismos que llevaba ahí. Esa mañana, antes de lo de Mangel, antes de separarnos, antes de todo.

Besándonos, recorriendo el cuerpo del otro. Sus largos dedos en mi espalda, acariciándome mientras yo hundía mi boca en la suya, deseando seguir hasta el final.

-Son los mismos que entonces, verdad?

-Sip. Y hostia, si pasara los mismo molaría un huevo.

-Seguro? Lo de justo después no me gustó ni un pelo.

-Ya bueno, todo menos eso.

-Me parece bien.

Me levanto de su cama, aun consciente de que probablemente voy a terminar ahí otra vez en breve.

Él, a su vez, se acerca a mi, poco a poco. Levanto mi cabeza, baja la suya.

Es jodidamente alto.

-Sigues siendo mi pitufina.

-Y tu mi slenderman.

El hotel y él (Fanfic Rubius)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora