Epílogo

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P fue una serendipia. Su historia con M surgió como una casualidad. No está inspirada en hechos reales, o al menos no en alguno que yo conozca.

P comenzó escribiendo a M porque no podía decirle todo lo que sentía por ella. Y sin embargo, teniéndola, siguió escribiéndole porque nunca fue del todo suya. M no es ninguna villana, ninguna mártir, ninguna víctima tampoco. Cometió errores y P cometió los propios. La historia sería distinta si fuera narrada desde su punto de vista. Eso no será.

La historia de M y P terminó cuando P murió, un mes después de dejarle todas las cartas escritas frente a su puerta. Dos semanas después del pronóstico que el médico le había dado. Fue pacífico, dijeron, pero para M no hubo paz después de eso. Fue demasiado tarde para ambos.

Nunca sabremos cuáles son las palabras que Samuel quería representar con esas dos letras. Él mismo terminó olvidándolo en medio de su lucha y nunca se lo mencionó a Marissa por medio escrito, y según lo visto, ningún otro.

Samuel quiso y sintió hasta los últimos momentos de su existencia, tan fuerte como había sentido en sus mejores momentos. Marissa debería continuar con una vida sin un Samuel que firmara con una letra al final de sus cartas secretas. Nunca sabremos si su final fue cercano al de P, o remoto, o si este nunca existió.

Quién sabe, probablemente ahora ambos estén juntos, y Samuel susurre al oído de Marissa el significado de esta letras del alfabeto. Tomaría su mano y la abrazaría, donde los dos estén a salvo, tranquilos, juntos, en paz.

Ojalá pudiéramos saberlo.



F I N.

Ojalá supieras cuánto te quieroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora