CAPÍTULO 4: LOS PLANES CAMBIAN

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N/A: Muchas gracias a todos por leer y comentar... No os podéis imaginar lo que me ayuda vuestro apoyo. No sé por qué, pero tengo un bloqueo con esta historia... Voy al día porque lo único que tengo claro es el final... De momento, sí tengo claro esto... Pero, si alguien quiere darme sugerencias, estoy abierta a cualquier cosa siempre que encaje en mi historia...

CAPÍTULO 4: LOS PLANES CAMBIAN

Llamó a un taxi y se quedó esperando, triste y cansado, con la sensación de que su trabajo no había servido para nada. El frío de la noche le hizo darse cuenta de que debería haber llegado un abrigo, pero, como siempre, había preferido estar perfecto a abrigado.

Vio el taxi al final de la calle pero sintió que alguien le ponía una tela sobre los hombros. Se dio cuenta de que era un abrigo para que no tuviera frío.

– Hola. – Una voz sonó en su espalda y él se giró lentamente... Todo su cuerpo temblaba porque sabía quién era. Sus ojos encontraron otros de color miel, que brillaban bajo las luces de la farola.

– Hola. – Hummel respondió tímido, estaba sorprendido de lo que estaba ocurriendo.

– ¿Te vas? – Blaine preguntó con una sonrisa muy seductora.

– Sí, apenas conozco a gente ahí y prefiero descansar. Han sido unas semanas agotadoras. – Kurt informó, intentando devolver la sonrisa, aunque debía confesar que sus rodillas temblaban como si fueran de gelatina.

– Te comprendo... Y espero que entiendas que yo no puedo permitir que un joven, atractivo y hermoso hombre vaya solo a ningún sitio. – El moreno susurró, todo cubierto de ese aire sensual y seductor que estaba utilizando, intentando conquistar al otro de manera clara.

– Te comprendo... – El castaño respondió, totalmente perdido porque no conocía este Blaine y le desconcertaba.

Los dos se subieron al taxi y los nervios del ojiazul. Las bodas siempre le ponían romántico y solía acabar enredado con personas con las que no quería. Y esa noche era una de esas veces. Sabía que tener sexo con Anderson sería muy perjudicial para su misión pero no sabía qué otra cosa hacer, no cuando su olor estaba consumiéndolo por dentro, no cuando esos ojos lo miraban con esa intensidad, no cuando el tímido roce de sus piernas lo llevaba a la locura. Quería que Blaine lo empujara contra una pared y lo hiciera suyo una y otra vez, causándole un dolor que le hiciera recordar esa noche durante días.

Antes de que Kurt se diera cuenta, habían llegado a su apartamento. Fue a sacar la cartera para pagarle al taxista pero el moreno fue más rápido y pagó.

Salieron del vehículo y comenzaron a subir al apartamento en el que vivía el castaño. Por suerte, lo tenía preparado para ese momento, no sólo estaba limpio, no había nada que pudiera descubrir su farsa en caso de que su invitado se pusiera curioso.

Cuando el ojiazul cerró la puerta tras ellos, se vio empujado contra ella por el otro, que lo besó con pasión y desenfreno mientras con sus manos agarraba con fuerza su trasero. Hummel se perdió en ese beso, con su deseo y su pasión a flor de piel.

Sintió unas fuertes manos arrancándole la ropa, sin importarle los botones que salían disparados o los sonidos de desgarros cuando tiraba demasiado de una costura. Lo único que sentían era su deseo, sus ganas de fundirse en uno eran enormes, aunque ambos sabían que sólo era sexo y que los sentimientos se quedaban fuera de la ecuación.

Los dos acabaron completamente desnudos, acariciándose con pasión. Sus miembros se rozaban con cada movimiento, haciéndolos gemir, aumentando la temperatura cada momento. Blaine dejó de besarlo para atacar su cuello, mordiéndolo y succionándolo como si fuera la fruta más deliciosa que jamás había probado. Kurt sabía que le dejaría marca, pero no le importaba. Estaba siendo reclamado por el moreno y eso era más que suficiente para él.

Sin previo aviso, un dedo húmedo se coló en su entrada. No se había dado cuenta de que el otro lo había chupado antes de introducirlo. El ojimiel comenzó a mover su mano para preparar a su amante, deseando estar dentro de él cuanto antes. Un segundo y tercer dedo se apresuraron en la entrada del otro, haciendo que el castaño gimiera y suplicara porque el otro lo penetrara de una vez.

Anderson se agachó y cogió un preservativo. Se lo puso con gran velocidad y giró al otro para que le diera la espalda, facilitándole el acceso a ese agujero que estaba preparado para recibirlo.

Lo penetró con fuerza y decisión, gimiendo cuando se encontró completamente dentro. Kurt se sintió en el cielo, había visto las estrellas por la mezcla perfecta entre dolor y placer. Los minutos que Blaine esperó para que se acostumbrara se le hicieron eternos. Sólo quería sentirse al borde del éxtasis. Por fin notó movimiento y pronto comenzó a notar los golpes en su próstata que iban a acabar con él completamente deshecho.

Era, con mucha diferencia, el mejor amante que había tenido. Ni siquiera necesitó que le masturbaran su miembro para llegar a uno de los orgasmos más fuertes que había sentido. Todo su cuerpo temblaba pero el otro seguía penetrándolo a la espera de llegar a su máximo placer. El moreno no tardó mucho en correrse, clavando sus uñas en la blanca piel del otro.

Sin decir nada, salió del otro y retiró el preservativo. Kurt se volvió para poder mirarlo a los ojos y contuvo la respiración cuando vio esa sonrisa de conquistador que tenía Blaine.

– ¿El baño? – El moreno susurró y el castaño le señaló una puerta.

Varios minutos después, el joven salió. El ojiazul estaban en el sofá, sólo llevaba los calzoncillos porque veía inútil volver a vestirse. Había recogido la ropa del suelo y la de Anderson descansaba doblada en una mesa.

Blaine no dijo nada, parecía que la conversación no era su fuerte, pero volvió a besarlo, indicando que estaba listo para una segunda ronda. Kurt se dejó llevar, encantado de haber encontrado a alguien que pudiera saciarlo de esa manera y que parecía insaciable.

Después de la segunda ronda, en la que el castaño cabalgó al otro, pasaron a la tercera ronda, esa vez en la cama. Cuando acabaron, los dos estaban sudorosos y pegajosos, pero demasiado cansados como para limpiarse. El ojiazul se quedó observando al otro durante unos minutos mientras dormía. Parecía tranquilo y relajado y Hummel se preguntó cuál sería la mejor manera para acercarse a él.

Kurt tardó un rato en dormirse, angustiado por los pensamientos y por el agotamiento de todo lo que había pasado en su vida los últimos días. Rezó para que cuando despertara, Blaine estuviera en el apartamento y pudieran hablar. Quería creer que para el otro había sido algo más que sexo o, de lo contrario, tendría problemas en el futuro para intentar mantener una relación estable. No debía convertirse en algo de una sola noche.

Finalmente, se quedó dormido y soñó con suaves manos acariciándolo, fuertes brazos sosteniéndolo, traviesos labios besándolo... Definitivamente estaba perdido. Definitivamente se había enamorado de la persona a la que tenía que engañar. Se había enamorado de un soldado del bando contrario, se había enamorado de alguien que debía morir para que él pudiera ganar la guerra... Y eso era lo peor que podía pasarle.

El Espía (fic Blaine - boyxboy)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora