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–Luhan– Sehun intentó acercarse al rubio, pero este se alejó todavía atónito por toda la información que intentaba procesar.

–Déjame. No podemos. Tengo que irme de aquí... no. Tenemos que irnos de aquí. Ahora que lo pienso, ¿dónde estamos? Ni si quiera sé dónde estamos ¿por qué?... me duele respirar... Sehun... por favor.

–Estamos en mi habitación. Te prometo que es un lugar seguro– explicó el castaño. 

Unas enormes lágrimas se acumularon en los ojos de Luhan mientras no le quitaba la mirada a su tan querido y desafortunado Sehun. El lugar era pequeño, incómodo, ligeramente frío y oscuro. Parecía una bodega, una caja para una cosa. 

–¿Es aquí donde vives?– quiso saber el mayor de los dos y su expresión parecía de completo desagrado. Intentó disimular cuando notó que había herido a su pareja. 

–Desde siempre– fue lo que dijo el menor de los dos. 

El rubio se sintió miserable. Entendió por qué la personas incompletas iban dejando poco a poco de sentirse humanos. Nadie con una mínima sensibilidad podría vivir en un lugar así sin que su cuerpo y su mente se enfermara. Un cuadrado gris con unas pocas mantas y una minúscula ventana en la parte superior para tener rastros de luz no era el lugar correcto para un ser humano. 

–¿Luhan? ¿Estás bien?– quiso saber de inmediato Sehun. Era evidente que el muchacho estaba consternado. – Sé que estás enojado conmigo por traerte aquí, pero no puedo dejar que te vayas todavía– explica el castaño. –Nadie puede enterarse de que estás aquí. Es peligroso para ti.

–¿Nadie más sabe que estoy aquí? Sehun, ¿qué hiciste? No me secuestraste o algo así, ¿verdad?– Luhan se tapó la boca y unas pocas lágrimas cayeron por su rostro. 

–Te traje aquí después de que estuviste en el hospital. Soy un cobarde egoísta. Pensé que iba a tolerar esto por ti... pero a veces siento que me desmorono. Tomé muchas decisiones sin consultarte pero... iban a sacrificarte. 

–¿Qué?

–Era preferible verte morir que admitir que habías dejado de ser perfecto y completo. Yo no podía permitir que eso sucediera. Ya te perdí una vez y no tengo la fuerza para hacerlo de nuevo. Te entregaron a otras personas y me separaron de ti. Dolió. Dolió horriblemente, Luhan. Como no tienes idea. No podía dormir, me costaba respirar. Cada día era un martirio para mí. No podía permitir que te dejaran morir, Luhan. Tal vez no lo entiendas. 

Un insoportable e incómodo silencio se apoderó de la pequeña prisión en la que estaban atrapados los dos. Y Luhan no pudo soportarlo más. Su respiración se hizo cada vez más pesada y luego empezó a llorar, más y más alto, golpeando el pecho de Sehun mientras balbuceaba cosas incoherentes. Su pareja aguantó verlo llorar, quejarse y soportó los golpes con la cabeza gacha. Se sentía derrotado y consumido por la culpa. Al mismo tiempo agradecía tenerlo ahí. Los sentimientos encontrados le dejaron sin palabras. 

–¿Me dices que no entiendo? ¿A mí? ¿Que no voy a entender?– el rubio lo empujó, pero no tenía mucha fuerza. –¿Quién te enseñó a amar? ¿Quién te demostró que eres un ser humano y que tus partes artificiales no te hacen una cosa? ¿Quién lo hizo? ¡Yo! ¡Yo lo hice, maldita sea!– chilló Luhan fuera de sí. –Yo te ayudé a sentir. A mí me arrancaron de mi hogar y me obligaron a dejar todo lo que conocía, dejando atrás a la persona que amo. ¡Yo perdí todos mis privilegios y mi indeseada perfección por ti! ¡Yo hice miles de cosas ilegales para estar a tu lado! ¡Yo rechacé una vida llena de comodidades para poder verte de nuevo! ¿Me dices que no entiendo lo que se siente?

–Perdóname.

Esa simple palabra, pronunciada en un sollozo hizo que la ira, la desesperación y la angustia de Luhan desaparecieran en cuestión de un segundo. El rubio tuvo que apoyarse contra una pared para calmarse un poco y juntar suficiente energía para que el mareo desapareciera y poder acercarse a Sehun. El muchacho no era capaz de alzar su rostro. Por primera vez, en todo el tiempo que Luhan lo conocía, empezó a llorar. 

I am Human (Hunhan)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora