El día había pasado de manera lenta, calmada. Chiaki había podido descansar todo el día en la habitación y Hatori le había llevado comida, aunque era comprada, a la cama.
Sonrió al verlo entrar. Se sentía más seguro con Hatori cerca. Estaba feliz, le había prometido que todo sería diferente. Aunque aún tenía una pregunta rondándole...
¿Sería capaz de cumplirlo?
Sonrió para sus adentros sin ser capaz de pensar en algo más, en aquel momento donde había tanto cariño.
Hatori le acariciaba la mejilla con sutileza y con una mirada dulzona. Chiaki cerró los ojos por instinto, aprovechando el momento; casi sentía que se echaría a llorar en cualquier momento. Era más amor del que había recibido en los últimos años.
Quitó la comida de su regazo y se acercó para abrazar a su pareja, estaba tan feliz. Le abrazaba con la mayor fuerza que tenía, pero teniendo cuidado. No quería dañarlo, pero sentía que si lo soltaba todo volvería a lo de antes y sería su triste realidad. Aquella en la que no podía ser feliz y donde simplemente tenía que callarse todo.
—Chiaki, detente; tengo que irme —el nombrado negó. Si, definitivamente estaba llorando—. Llegaré tarde.
—No... no vayas —pidió en un suave susurro.
Escuchó a Hatori suspirar con molestia, y hacer unos movimientos bruscos intentando romper el abrazo; lo soltó de inmediato y se hizo para atrás. Se cubrió el rostro con las manos, por pura reacción.
—¡No te voy a pegar!—exclamó Hatori, levantándose de la cama con notoria molestia.
Aquella acción que para Yoshino había sido un reflejo, para Hatori había sido un insulto. Decidió que lo mejor sería irse antes de que la situación se le saliera de las manos. Y así lo hizo, no sin antes darle una advertencia a Yoshino de que se comiera todo lo que le había comprado.
El día transcurrió lentamente, a Chiaki le pareció que nunca iba a terminar. Estaba tan aburrido; no había salido de la cama más que unas veces para ir al baño y tomar agua.
Se levantó de ella, con algo de esfuerzo y camino despacio, sin prisa, a la cocina. Quería hacerle algo especial a Hatori, algo para pagarle lo de la mañana, por que, después de todo, no se lo merecía. Sin embargo, deseaba ser egoísta y aprovecharlo.
Como siempre, la cocina había sido un desaste. Con suerte había podido cocinar huevo para Hatori el día anterior, ¿por qué pensó que podría repetirlo?
Comenzó a limpiar todo, sintiéndose frustrado con algunas manchas que no se iban. Comenzó a tallar más fuerte en su desesperación, pero sólo consiguió rayar el traste.
Soltó un grito de frustración ahogado, y dejó los traste. Se dijo a sí mismo que recogiera la mesa mientras se calmaba.
Su oído se centró en una sola cosa: el sonido de la puerta de un auto cerrándose.
Le tembló el labio inferior, junto con las manos, vio todo borroso y comenzó a hacer torpes movimientos a recoger todo lo que había ocupado. Se le cayó un pequeño envase que contenía una sopa dejando todo tirado por el piso. Corrió hacia arriba a la habitación cuando escucho que introducían la llave en el pomo.
Se metió a la cama y tapó por completo, cerrando los ojos. Tenía la respiración agitada e intentaba regularizarla para que Hatori no sospechará nada de nada. Apretó más los párpados cuando escuchó pasos furiosos por el pasillo.
—¡Maldita sea, Yoshino! —exclamó Yoshiyuki cuando abrió la puerta con fuerza—. Levántate, se que estas despierto.
Chiaki se mordió el labio inferior, diciéndose a sí mismo que si no hacia ningún movimiento, eventualmente, iba a creer que estaba dormido y se iría, sin dañarlo, sin golpear y se mantendría la calma que habían tenido en la mañana.
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Doméstico (Yaoi/gay)
De TodoHatori Yoshiyuki tiene una relación con Yoshino Chiaki. No son la típica pareja, para nada. Chiaki sufre de los constantes abusos de su esposo, Hatori. Comienza a sentirse inútil, quiere liberar todo el dolor, pero no sabe que hacer. Violencia de...