Erelyn decide empezar una serie de cartas nunca entregadas a los amores de su vida, que más tarde puede que sean respondidas, y todas las cartas serán guardadas como un álbum de recuerdos familiar, para nunca olvidar qué es el Amor.
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Gracias a mi q...
Te quiero. ¿Qué más puedo decir? Quisiera decírtelo en persona. No puedo creer que ya no estés como persona. Que ya no me acariciarás la espalda como solías hacerlo, ni todas esas cosas que hace una madre.
Ya no leeré más cartas tuyas además de las viejas, y si quiero dirigirme a ti podré hacerlo pero no tendré respuesta. Han pasado meses y todavía no lo proceso por completo, ¿es normal? Necesito tu... tu todo, tu símbolo. Tu ser.
Me duele. Sigue doliéndome a pesar del tiempo. Y creo que seguirá doliéndome. Me duele saber que ya no te veré abrazar y besar a papá, que ya no me contarás historias a tus mil maneras, que nunca hayas conocido a David... Y que él nunca te conocerá a ti.
Pero yo le contaré de ti, y leerá tus libros y tus cartas.
E igualmente yo nunca te olvidaré. No podría hacerlo.
Recordar nuestros momentos de madre e hija me hace tener sentimientos encontrados, pero no los cambiaría por nada.
Gracias por enseñarme tantas cosas, madre. Gracias por tu interminable amor, y por estas cartas que guardaré como un tesoro.
Te ama, Isabella.
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