10. ¿Es todo?

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Estamos, en un centro comercial, porque mañana su hermana Victoria cumple años y él quiere regalarle algo bonito, así que me ha pedido ayuda para comprarle algo.

-¿Qué te parece esto? -me pregunta.

-Es hermoso; presiento que no necesitabas ayuda, sólo querías que te acompañara -hago como si le reclamara con los ojos entrecerrados, pero sabe que bromeo.

-Llevemos entonces este vestido, pero siento que aún falta algo más.

Vamos caminado por el centro comercial buscando tiendas para comprarle un segundo regalo a Victoria, cuando de pronto suena el celular de Adam.

-¿Hola? -descuelga, y parece ser algo demasiado importante, me preocupo porque al segundo que la persona que le llama contesta él se pone pálido y tenso como nunca lo había visto.

-¿Cómo? ¿cuándo? -sigue preocupado.

-¿Cariño, estás bien? -le pregunto visiblemente preocupada también, sólo que por él.

Me hace una seña con la mano, a manera de decir que le de unos segundos y se aleja, y lo veo manoteando, tocándose el cabello y tan exaltado que decido seguirlo a escuchar que es lo que pasa.

-No puede ser posible, no -lo escucho decir más exaltado que antes y casi gritando.

Empiezo a preocuparme más que decido que debería acercarme más para obligarlo a dejar esa llamada que lo pone tan mal.

Apenas voy a tocarle el hombro cuando me quedo congelada ante lo que escucho.

-¿Cómo me pides que me tranquilice cuando me dices que el hijo de Dashka y mío está en peligro? -lo dice a manera de grito desesperado.

Se me cae la bolsa y suelto el móvil para llevarme la mano a la boca que no se me puede cerrar debido a la gran impresión que me he llevado.

Adam voltea percatándose de que ese ruido he sido yo y se pone más nervioso al ver mi reacción, pues se da cuenta que he escuchado todo.

Yo no puedo ni siquiera respirar y las lágrimas caen por mis mejillas descontroladamente. NO PUEDO CREER LO QUE ACABO DE ESCUCHAR; ¡ADAM VA A TENER UN HIJO!

Adam cuelga y va directamente hasta mí, tratando de tranquilizarme.

-¿Cariño, estás bien? -me pregunta tomándome de los brazos y la cintura.

Yo solamente lo miro con los ojos llenos de lágrimas, tratando de asimilar lo que acabo de oír.

-¿Es tu hijo?

-Aghlae, yo...

-¡¿Es tuyo o no, maldita sea?!

Agacha la cabeza.

-Me temo que sí, pero esto no tiene porqué...

-No te me acerques, has jugado conmigo; me has dicho que era diferente y cuando al fin amo a alguien con esta intensidad, me rompes el corazón así. ¡Te odio, mentiroso! Ya tuviste lo que querías de mí, ya puedes desecharme como a todas las demás y como a tu... hijo, COBARDE -le grito- al que has negado y nunca hablado de él, para seguir con tu vida de...-no puedo más y rompo en llanto abierto.

-Cariño, no es como tu piensas, por favor tranquilízate -me dice con lágrimas en los ojos, pero ya no puedo creerle, todo este tiempo mintió tan profesionalmente que lo creí realmente sincero.

-Ya no te creo más, déjame en paz y no vuelvas a buscarme. ¡TE ODIO, TE ODIO! -le grito y le devuelvo una cadenita que me había regalado el día de la cita: la arranco y la estrello contra su pecho.

-Aghlae, por favor, yo te amo -dice desesperado.

-¡NO! No vuelvas a decir eso, que sólo haces que aumente mi rabia, ¿cómo te atreves? Cínico. No digas que me amas, que no es verdad -lo digo con verdadero resentimiento y coraje en la mirada y en el tono de mi voz -No quiero volver a verte nunca.

Estamos en medio del centro comercial, y todos nos miran asombrados, pero es como si no hubiera nadie más que él, mi dolor y yo, porque no me importa gritar y que la gente me escuche.

Salgo corriendo y él va detrás de mí, pero un señor lo detiene diciendo que me deje, que, si no le bastaba con hacerme sufrir así, aunque él no supiera lo que realmente había pasado.

Escuché a Adam decirle desesperado que lo soltara, y recriminándole que él no sabía nada;que no se metiera, pero yo no me detuve y seguí mi camino hasta llegar a la calle y tomar un taxi hasta mi casa.

Le prometí a la madre de Adam que no lo lastimaría... pero no contaba con que él a mí sí, él si me lastimó... y mucho.

Obsesiones EnfermizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora